tag:blogger.com,1999:blog-6154305136040010152024-03-05T02:30:50.905-08:00MARIANO CONTRERA, ESCRITOR ARGENTINOLAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.comBlogger48125tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-81028450977777455092023-05-06T18:38:00.006-07:002023-05-08T19:31:50.813-07:00Tiempo de transición y futuras publicaciones<p><b> En este año de transición, no tengo previsto publicar nuevo material por el momento, aunque uno nunca sabe. Quizás pueda incluir parte de lo que he escrito durante este tiempo en alguna antología, sería una gran satisfacción hasta tanto termine con los manuscritos que estoy elaborando y pueda darles la forma que deseo. Claro que cuando eso suceda, luego viene un necesario proceso de corrección y de establecer contactos con editoriales para que, de ese modo, el futuro libro esté al alcance de los lectores a un precio accesible. </b></p><p><b>Como les decía al comienzo, continúo escribiendo dentro del tiempo que tengo a disposición, porque como la mayoría de ustedes debo dedicarme a compromisos laborales y familiares. Pero confío que el resultado será del agrado de ustedes y que a mí mismo me resultará placentero ponerlo a la consideración pública. </b></p><p><b>Pero siempre he pensado que para mejorar en la literatura, hay que darse la oportunidad de leer a los grandes escritores, más allá de los gustos personales de cada uno. Trato de leer todo lo que puedo y que ello sea motivo de inspiración para las ideas que voy plasmando en la computadora. El avance podrá ser más pausado y paulatino, pero lo importante es ir puliendo el argumento o la trama central de lo que sería una novela, o bien una antología de cuentos breves, como en el caso de mis libros anteriores al de 2021. Todo lo que se va dando en ese proceso me entusiasma, estoy convencido de que es posible mejorar lo que uno ya ha escrito antes, y el lapso que transcurra hasta que lo pueda lograr, no lo puedo determinar con precisión. Cuando estén dadas las condiciones, de seguro tendrán novedades, y este blog también me ha permitido republicar cuentos que ya fueron editados en formato impreso y que con las ventajas que brinda Internet, consiguen el objetivo de acercar a un público más amplio. El mayor estímulo para proseguir con la escritura, es saber que hay gente que me hizo una devolución positiva de mi última novela, o que me sugirió ideas y recursos muy interesantes para un futuro ejemplar. </b></p><p><b>De manera que todo está encaminado, digsmos. El recorrido puede variar según el estilo y el perfil que pretenda darle a lo que aún permanece inédito y a lo que aún falta para darle una consistencia y una forma definitiva. Los invito a seguir en contacto por este medio o bien por las redes sociales, ya que, como mencioné al comienzo, republicar aquellos viejos textos siempre representa un redescubrimiento, incluso para mí, que si los tuviera que volver a redactar probablemente haría algún cambio. Es totalmente cierto lo que suele decirse respecto a la escritura de un libro: Llega un punto en que decidís entregar los originales a la editorial y que vea la luz de una buena vez, porque inevitablemente siempre habrá motivos para modificar o corregir un párrafo, o aunque más no sea algunas palabras. Nos estaremos reencontrando pronto, ese es mi deseo, y que pueda acercarles la obra venidera con una presentación formal como es habitual en estos casos. Si llegaron hasta aquí, les agradezco vuestra paciencia, en el mejor de los sentidos. Mariano.</b></p>LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-46492580107204936022021-12-11T15:47:00.011-08:002022-06-18T16:10:36.308-07:00GRACIAS TOTALES<p><b><span style="font-size: large;"> </span></b></p><p><b></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhTmOQxjqaF7EjZh2KOz_QDlaGTwYn3YLpizUzppUfA0PtXtgqVueQYzsh6oV9Em-HyxBm16pa_z0dfS4afRuweRKnOMvR8DJed_JOYmESA4qMl-g4vLp8ltBN9hU3k8V-7Mixi7cA-hO_xbgj4j36qv36x04_ug1aSjdieDjcsUISoo-zTx1QwI0w8=s1038" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="690" data-original-width="1038" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhTmOQxjqaF7EjZh2KOz_QDlaGTwYn3YLpizUzppUfA0PtXtgqVueQYzsh6oV9Em-HyxBm16pa_z0dfS4afRuweRKnOMvR8DJed_JOYmESA4qMl-g4vLp8ltBN9hU3k8V-7Mixi7cA-hO_xbgj4j36qv36x04_ug1aSjdieDjcsUISoo-zTx1QwI0w8=w640-h426" width="640" /></a></b></div><b><br /><span style="font-size: large;"><br /></span></b><p></p><p><b><span style="font-size: large;">Estimados lectores: Quería informarles que mi segunda novela, "Fuego en los huesos", gracias a muchos de ustedes y al "boca a boca" (que es la mejor publicidad que uno puede recibir), continúa vendiénse bien. Aquellos que aún no la tengan y deseen adquirirla, pueden contactarse conmigo o en las dos librerías con las que cuenta nuestra ciudad. Estoy evaluando la posibilidad de presentarla fuera de Lobos, si es que mis horarios de trabajo me lo permiten. Aprovecho la ocasión para agradecer a mis amigos, a mi familia, a Editorial Azul Francia, y a todos los que concurrieron a la presentación el mes pasado. "Fuego en los huesos" es un libro que nació en la pandemia, pero no tiene nada que ver con ella, básicamente el tiempo libre que motivó el confinamiento me impulsó a darle forma a este texto. Ilustro esta nota con una foto espectacular de Río Grande, lugar donde transcurre parte de la trama. </span></b></p><p><b><span style="font-size: large;">Nos estaremos viendo pronto, por esta misma vía de contacto, o bien por Instagram. Sigo escribiendo, aunque a un ritmo todavía más pausado ¡Que tengan un excelente 2022 y que se cumplan todos sus deseos!</span></b></p>LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-45617993155427416412021-10-28T10:54:00.004-07:002021-10-30T12:20:38.596-07:00NOVEDADES: PRESENTACIÓN OFICIAL DE MI NUEVA NOVELA, EL 7 DE NOVIEMBRE EN LA BIBLIOTECA CAPPONI (LOBOS)<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><b></b></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNcKEA9WqeQFZxFKY4HMa5cUs8dBmYNIQ6sdx-9pPWjyhCkDT-dJe7XZ8TL_oy7IKXrLTxuVxXpCw0ZE0ovzsVfU8KYkIGkaX__ytyGlw8eJSHDdE_ISRlZEXPbtmkAMs6nUe1Ashy8hI/s1024/unnamed.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="716" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNcKEA9WqeQFZxFKY4HMa5cUs8dBmYNIQ6sdx-9pPWjyhCkDT-dJe7XZ8TL_oy7IKXrLTxuVxXpCw0ZE0ovzsVfU8KYkIGkaX__ytyGlw8eJSHDdE_ISRlZEXPbtmkAMs6nUe1Ashy8hI/w280-h400/unnamed.jpg" width="280" /></a></b></div><b><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span></b><p></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><b><span style="font-size: medium;"><br /></span></b></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><b><span style="font-size: medium;"><br /></span></b></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><b><span style="font-size: medium;"><br /></span></b></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><b><span style="font-size: medium;"><br /></span></b></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><b><span style="font-size: medium;"><br /></span></b></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><b><span style="font-size: medium;"><br /></span></b></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><b><span style="font-size: medium;"><br /></span></b></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><b><span style="font-size: medium;"><br /></span></b></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><b><span style="font-size: medium;">(Gacetilla de prensa)</span></b></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><b><span style="font-size: medium;">Mariano Contrera
estará presentando su nueva novela, Fuego en los huesos, publicada por Azul
Francia Editorial, el domingo 7 de noviembre, a las 20hs, en la Biblioteca
Popular Albino Capponi.<o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><b><span style="font-size: medium;">El evento contará
con la presencia del autor, quién estará dando una charla y firmando
ejemplares, así como también la presentación de Juan Manuel Videla brindando un
espectáculo musical</span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b><span style="font-size: medium;"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> "</o:p></span>Fuego en los
huesos" trata sobre una joven antropóloga argentina, que encuentra en los
depósitos del Museo del Hombre en París el cuerpo momificado de un habitante
originario Selknam. En sus intentos por repatriarlo a Tierra del Fuego, debe
luchar contra las leyes, la burocracia, sus propios miedos, pero también contra
el tiempo, ya que la última descendiente directa de los Selknam espera antes de
su muerte la unión final de la tribu.</span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b><span style="font-size: medium;"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span>Mariano nos
propone un viaje que la llevará a resignificar conceptos como el amor, la
familia, el sexo y la muerte. Una historia de superación y autoconocimiento. Un
peregrinar espiritual, además del físico, que cambiará para siempre su vida.</span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b><span style="font-size: medium;"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span>Una novela que
narra la lucha de cuatro mujeres fuertes y poderosas a través del tiempo, que
se irán entretejiendo para develarnos una gran historia. Una combinación de
aventura, suspenso y emoción, en la que el autor intentará que nos
identifiquemos con cada uno de los personajes.</span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b><span style="font-size: medium;">Cabe recordar que este título es el quinto libro del autor, quien en 2010 lanzó su primer libro
“La idea fija”. En 2013 publicó “Media
hora de felicidad”, en 2015 “Calesita”, y en 2017 su primera novela “Las dos muertes del general”</span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b><span style="font-size: medium;"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span>Recientemente, Mariano ha obtenido galardones en diversos concursos internacionales
desarrollados en tanto en Argentina, como en Uruguay y España. Textos del autor
han sido publicados en distintas antologías tanto dentro de Argentina como en
Estados Unidos, España, Colombia, México y Venezuela. Y también en revistas y
blogs literarios de diversos países.</span></b></p><br /><p></p>LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-64444211376333762942020-11-30T13:54:00.001-08:002020-11-30T13:54:28.164-08:00Cuento: "El fútbol es como dicen" (2010)<p> </p><p class="MsoNormal"><span lang="ES"><o:p><b> </b></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhj3YwkCsWy65NF5vl9b9g6hHYj-XVsVFLWT2T4jMlKoco-HvB4gc0rlGg_ctIH0mzywyanHM6lc_RONdqxal1L5O3OUQOnKgqADr9B7ADE40pu6AwBFC_b5nr2IsMvEyCNS7gWjJhqDRY/s995/futbol+lobos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="663" data-original-width="995" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhj3YwkCsWy65NF5vl9b9g6hHYj-XVsVFLWT2T4jMlKoco-HvB4gc0rlGg_ctIH0mzywyanHM6lc_RONdqxal1L5O3OUQOnKgqADr9B7ADE40pu6AwBFC_b5nr2IsMvEyCNS7gWjJhqDRY/w400-h266/futbol+lobos.jpg" title="(Foto ilustrativa)" width="400" /></a></b></div><b><br /></b><p></p>
<p class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES"><b>Cuando
me contaron esta historia, al principio me resultaba un tanto inverosímil.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Luego pude comprobar que era completamente
verídica. Un amigo mío conoce al muchacho del cual trata el relato. Me dio su
nombre completo, y luego de googlearlo encontré un par de videos de sus goles.
Lo contacté mediante mail, y luego de darme su aceptación para publicarlo, me
lo explicó todo en detalle. Traté de trascribirlo lo mas literal posible. <o:p></o:p></b></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><o:p><b> </b></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>El fútbol es como dicen, una pasión de multitudes.
Millones de personas pendientes de la actualidad en torno al balón, y millones
de jóvenes y niños soñando con llegar. Llegar a realizar ese sueño casi
imposible, ese sueño que solo unos pocos místicos elegidos logran. El sueño de
jugar en primera. Jugar en la bombonera con las tribunas repletas, coreando su
nombre. Hacer la jugada de sus vidas, e inmortalizarse para siempre mediante un
mágico gol en el último minuto. Ganar millones de dólares. Manejar autos súper
modernos y salir con las modelos del momento. Imposible no soñarlo. Imposible
que un pobre pibe que disfruta de un deporte sano y noble, no termine enfermo
de una sed ciega por la fama. <o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><o:p><b> </b></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>Cristian lamentablemente no estaba exento de
toda esta locura. Nació en Entre Ríos, en la pequeña y pintoresca ciudad de
Colón. Su familia tenía una humilde casa a la veda del río, a metros de la
playa. Jugó durante toda su infancia en un discreto club local, hasta los
diecisiete años. Un inescrupuloso caza talentos le hizo firmar contrato, antes
que cumpliera la mayoría de edad. Éste lo llevó al Gran Buenos Aires, al Club
Deportivo Laferrere. Si bien no era un club de los más reconocidos, podía
significar el despegue de su carrera. Hizo un enorme sacrificio y dejó todo atrás.
Su familia, su novia, sus amigos y su ciudad. Todo por un remoto sueño, una
remota posibilidad. Hacía tres años que estaba en el club, y ya estaba bastante
amoldado. Se había hecho de buenos compañeros dentro del equipo, que lo
apoyaban cuando el se sentía mal o extrañaba. Era el único del interior, los
demás eran de zonas o ciudades cercanas a la capital. Afortunadamente dos o
tres meses al año podía volver a su pueblo, y retomar el contacto con los seres
queridos. Sobre todo con Lucía, su novia desde hacía cinco años.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>Estaba todo bien entre ellos. A pesar de verse
poco ambos se mantenían fieles, haciendo caso omiso a las tentaciones y a los
instintos. Hablaban por teléfono, o se mandaban mensajes casi diariamente.
Cuando Cristian vivía en Colón, eran vecinos. Se conocían desde chicos y sus
familias eran como una sola. Lucía era una chica muy bonita y simpática. Poseía
una belleza simple y natural, muy difícil de encontrar. No necesitaba
arreglarse, ni maquillarse para llamar la atención. Estaba en sus dieciocho
años, aunque aparentaba un poco más. Se vestía con lo primero que encontraba, y
no le dedicaba mucho tiempo a la<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>imagen.
Pelo castaño y ojos marrones, nada fuera de lo común ni exótico. Tirando a
petisa, pero flaquita y esbelta. Sin grandes curvas pero tampoco siendo una
tabla. Siempre supo como rechazar cordialmente las varias insinuaciones que
recibió de los pibes del barrio, porque solo tenía ojos para su novio. Ella
seguía pensando en Cris, y lo apoyaba ciegamente en su sueño de llegar a
primera. Pero también quería algo más, alguna seguridad. Al principio dudó
bastante, pero sus padres la ayudaron a decidirse. De a poco fue pensando en
casamiento, en algo más serio y estable. Esperaba que una vez comprometidos,
pudiera irse a la capital a vivir con el. No disimiló en absoluto sus
intenciones. En cada oportunidad posible se lo remarcaba abiertamente a su
novio, quien no tardó en captar el mensaje.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>Cristian tenía veinte en ese entonces, y
soñaba a cada momento con llegar a las más altas esferas del fútbol mundial. Anhelaba
jugar en el exterior y ser mundialmente famoso. Sabía que jugando de 6 tendría
menos chances que un delantero goleador, pero su gran habilidad lo mantenía con
esperanzas. Era un lateral con proyección, y en su corta carrera tuvo la
fortuna de convertir varios goles. Era fanático de jugadores carismáticos y
marketineros, como Ronaldinho, Cristano Ronaldo y otros más. Se peinaba
cuidadosamente antes de entrar a la cancha, siempre recién afeitado. Se
depilaba religiosamente piernas, torso y axilas. Máscaras faciales y cremas
abundaban en su bolso de viaje. Medía casi un metro noventa, morocho y de ojos
negros. Tenía un físico muy varonil, que contrastaba con su rostro delicado y
hasta un poco femenino si se quiere. Se parecía un poco a Leonardo Di Caprio
pero morocho. Pelo corto con una pequeña y bien cuidada cresta, estilo David
Beckham. Se creía una estrella, y estaba convencido que su momento le llegaría.
Imitaba a la perfección los gestos, señas y movimientos de sus ídolos.
Festejaba los goles de la misma manera, y copiaba todo lo que podía de ellos.
Gastaba su sueldo en ropa de marca, cosméticos y relojes carísimos. <o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>La cumbia sonaba diariamente a todo volumen en
el grabador de la habitación. Compartía el cuarto abarrotado de pósters y
recortes de diarios deportivos, con el nueve. Un chico de capital, simpático,
alto y canchero. Era un gran goleador, muy efectivo. Aprovechaba cada
oportunidad para anotar, y no desperdiciaba una pelota. Estaba siempre en el
lugar indicado para recibir el balón. Era parecido a Abreu en sus comienzos. Aguerrido,
fuerte y con mucha suerte para el gol. Se llamaba Gustavo y le decían “El
Turco”. Era un poco más grande, tenía veinticuatro y estaba convencido de que
su carrera futbolística estaba cerca del final. Terminaría su carrera en ese mugroso
y querido club. Ya estaba viejo para un contrato salvador. Con el tiempo se
hicieron grandes amigos y compartían todo. Tenían íntimas charlas, y se
contaban las más profundas intimidades, miedos y alegrías. Incluso un par de
veces fue invitado de vacaciones a la casa de su compañero en Colón. Conocía a
la familia de su amigo, a su novia y a sus amigos. <o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>No tenían secretos entre ellos, y cuando
Cristian le comentó que su novia le tiraba indirectas para casarse, no dudó en
apoyarlo. Como un gran amigo, le dio confianza, le demostró que eran el uno
para el otro y que harían un a pareja perfecta. Cris lo pensó varias veces, y finalmente
decidió que lo mejor sería declarársele como lo hacían los goleadores que él
idolatraba. Cuando convirtiera un gol, se levantaría la camiseta y debajo
tendría una remera con la proposición. Ella lo vería al otro día en TN
Deportivo, donde pasaban religiosamente todos los goles del ascenso. Todos los
lunes ella miraba el programa junto con su familia, para ver si al menos lo
nombraban. <o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>Hizo imprimir la remera. “Lu, casate conmigo”
decía en letras fucsia, con un par de corazones a cada lado. Estaba
entusiasmadísimo, y le costó bastante ocultarlo.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Esa noche habló por teléfono con su amada, y
casi le fue imposible disimular su felicidad. No debía dar ningún indicio, para
que la sorpresa fuera mayor. La estrenó en el siguiente partido, justamente en
el clásico frente al Club Comunicaciones. Fue un partido difícil y muy trabado,
por lo que casi no tuvo oportunidad de acercarse al área rival. Terminó cero a
cero. Estaba un poco decepcionado, aunque sabía que el campeonato recién
empezaba y tendría más chances en los partidos restantes. Se tenía mucha
confianza. El siguiente encuentro fue contra Cambaceres, un partido fácil que
arrancaron ganando con un gol de su gran amigo. Tuvo más libertad para subir, e
incluso desperdició dos jugadas bastante claras.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><o:p><b> </b></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>Poco a poco se fue impacientando, pasaron
otros tres partidos y seguía sin suerte. Jugaba con el alma, y dejaba todo en
la cancha. Se mataba corriendo, subía y bajaba en cada pelota. Lo hacía siempre
pensando el ella. Entrenaba al máximo, y se esforzaba más que los demás. Corría
el doble y ejercitaba más que el resto. Hacía fierros en el gimnasio del club,
y le daba con todo. A la nochecita practicaba tiros libres, solo en la cancha
auxiliar, con la esperanza de que el técnico le dejara patear uno. En poco
tiempo desarrolló buen físico y mejoró bastante su juego, pero terminaba
muerto. Por las noches caía fusilado en la cama. Su novia que siempre lo
llamaba a las once al club, lo encontraba dormido como un tranco. Cuando
derivaban la llamada a su habitación atendía su compañero de cuarto, El Turco.
Como se conocían, muchas veces charlaban de todo un poco, de como iba el equipo
y todo eso. Incluso en algunas oportunidades de temas algo más personales. El
le contaba que ya no quería jugar más, que quería ponerse de novio y disfrutar
el tiempo con alguien especial. Se ponía triste porque estaba solo y necesitaba
que alguien lo escuchara. Ella en cambio le comentaba cuanto lo extrañaba a
Cristian, y que no quería tenerlo más tiempo lejos. Con el tiempo ella comenzó
a preocuparse por su novio. Siempre que llamaba no estaba, o no le atendía el
celular. Temía que la hubiera olvidado, o que ya no pensara en ella.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><o:p><b> </b></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>“Entendelo pobre, él te quiere mucho y hace
todo por vos. Con el tiempo vas a entender porqué te lo digo. Tiene suerte de
haber encontrado alguien tan buena como vos, que lo entiende y se banca todo
esto” Le decía una noche Gustavo, cuando ella le preguntó que le pasaba a su
novio.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>“Pero pensá que es difícil para mí. No lo veo
nunca y hace como un mes que no hablamos. Tengo miedo que halla conocido otra
piba allá” Lucía estaba al borde de las lágrimas, mientras observaba en el
visor del locutorio que iba gastando como diez pesos.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>“Quedate tranquila que nunca va a encontrar
una chica como vos, sos hermosa, dulce y sensible. Ojala tuviera yo la suerte
que tiene él. Hace mucho que estoy solo. Mi ultima novia no se bancó todo esto,
y me termino cagando con mi mejor amigo.” Nunca había contado eso a nadie, ni
siquiera a Cristian.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>Hubo un silencio prolongado en el que Lu no
supo que decir. Luego de unos segundos, volvió a emitir palabras. “Solo decile
que lo extraño. Y no te preocupes, ya te va a llegar el momento de enamorarte
de nuevo”.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>Tuvieron muchas conversaciones como esa. Se
fueron sincerando, y se hacían de psicólogo los dos.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><o:p><b> </b></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Cristian pasaba por una mala racha tremenda. En
los encuentros siguientes pegó tiros en los palos, en el travesaño, y le
taparon disparos increíbles. Más se hacía la cabeza y más loco se ponía. Era
una fiera en el campo de juego, estaba ciego. Se peleó con algunos rivales y
hasta lo expulsaron un par de veces. Se preguntaba si era su culpa. Dudaba si
ella realmente aceptaría la proposición, o si en cambio haría el ridículo
frente a todo su pueblo, su familia y sus amigos. Incluso llegó a creer que
talvez inconcientemente él mismo erraba los goles, porque no quería casarse y
dejar atrás su sueño. Los futbolistas son muy supersticiosos. Fue a ver a un
chamán y a un pastor. Una adivina le dijo que buenas noticias se avecinaban,
que su deseo se haría realidad cuando menos lo esperara. Usaba por cábala siempre
el mismo calzoncillo, el que usó en el último gol. Entraba a la cancha con el
pie derecho sin excusas. Se besaba el anillo que su novia le regaló en el
primer aniversario antes de cada jugada, y hacía un montón de estupideces más. Pero
el gol no llegaba, y vivía de mal humor. Se empezó a llevar mal con sus
compañeros, con Gustavo, con el entrenador físico, y hasta con el técnico.
Estaban a punto de sacarlo del equipo. Afortunadamente El Turco intercedió y le
explicó la situación al coach, quien comprendió e hizo la excepción de dejarlo
jugar un par de partidos más.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>Su novia seguía llamándolo cada vez más
seguido, estaba demasiado preocupada. Un día viajo en micro hasta capital para
ir a verlo. Se apareció en la concentración, en el predio del club. Lo llamaron
desde la recepción al cuarto para notificarlo, pero Cristian le pidió al de
seguridad que le pase el interno a ella. No pensaba recibirla personalmente. No
quería distracciones, ni tampoco verla mal porque eso solo lo impacientaría
más.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“¿Que
te pasa corazón? contame... sabes que me podes contar lo que sea. ¿Estás viendo
a otra chica?” La pobre Lu era tan buena que incluso pensaba soportar que él se
viera con otra mina, con tal que le preste atención nuevamente.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>“¡Pero no seas tarada! Siempre jodiendo con lo
mismo. No me jodas más, ¿no vez que así no puedo entrenar?” Siempre que la
atendía la trataba mal. Es que ella no entendía lo que el estaba viviendo.
Jamás lo entendería, por eso no le contaba. <o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>Se había convertido en una obsesión para
Cristian. El objeto de su deseo fue paulatinamente mutando. Ya no pensaba en Lucía,
pensaba solo en el gol. El foco de atención dejo de ser la entidad incierta del
futuro, para formarse como la esencia inmediata. De a poco dejó de soñar por
las noches con Lucía, con el dulce momento de casarse, para solo pensar en
hacer un maldito gol. Vivía enfermo. Tomaba ansiolíticos auto-recetados para
poder dormir, que el utilero le conseguía quien sabe donde. “Afortunadamente
desde la ultima vez que se me apareció acá, la loca no llamó más” pensaba
relajado.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><o:p><b> </b></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>Llegó el momento del último partido del
campeonato. Si bien el equipo no estaba arriba en la tabla de posiciones, le
tocaba jugar con el puntero. Todos sabían que la atención iba a estar centrada
en ese encuentro. Se supo que iba a haber reclutadores de varios equipos de
primera, por lo que los jugadores tenían un incentivo extra para ganar. <o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>Esa fue una semana clave en la vida de
Cristian que jamás olvidará. Recibió varias noticias en los días previos al
partido. La primera noticia fue que directivos Boca iban a estar presenciando
el partido. Si todo salía bien, y si convertía un gol, talvez tuviera una
chance de que lo llevaran a jugar al famoso club xeneize. Andaba como chiflado
para todos lados, era la primera vez en meses que lo veían feliz. Tenía una
sonrisa de oreja a oreja imposible de disimular. Todos en el plantel se
pusieron felices de verlo con mejor estado de ánimo.<o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><b>Gustavo aprovechó el breve momento de
felicidad, para contarle una verdad que lo estaba carcomiendo por dentro desde
hacía días. Le comentó que hacía un tiempo el atendía los llamados cuando el no
estaba, que se habían hecho amigos con Lu. También le contó que sentía algo especial
por ella, y que quería retirarse del fútbol para vivir juntos en Buenos Aires.
No le ocultó lo ocurrido ese día que lo fue a visitar a la concentración. El había
escuchado la conversación, y se escapó para ir a buscarla. No soportaba verla
tan mal, ella no se lo merecía. Fueron a tomar algo para charlar. Intentaba
consolarla en su momento de desolación. Ella solo quería tomar para olvidar el
momento de mierda, y no pensar en lo estúpida que fue durante todo aquel
tiempo. Gustavo la acompañó con los tragos, y terminaron en la cama de su
departamento. Amanecieron juntos, y hablaron varias horas durante el desayuno.
Ella necesitaba alguien que dejara todo ese ambiente horrible del fútbol. Alguien
normal que solo quisiera estar con ella. Sin delirios de grandeza ni anhelos de
fama. “Disculpá que te lo diga yo, pero ella no se animaba a confesártelo.
Estamos saliendo hace un tiempo, y la verdad estoy enamorado. Perdoname
Cristian”</b><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><o:p> </o:p></span></p>LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-16387620249126832572020-11-18T03:41:00.003-08:002020-11-18T11:58:43.423-08:00Cuento: "Central disco" (2013)<p> <span style="font-family: "Times New Roman", serif;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGqc9FBXuCjfKbnGEtp3xcbY50EBHUAG0ovnSz4-C3gU2uKyMoPX0QtZ43-r5bVZFUddi6-vL_t7YX0iuRBZyMZw8pYj5Yuek1ZayKVfEHjDal_K-A1Z2w-6R-xX9tsGv3COo_hB7M1Rg/s1200/111222dj.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="1200" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGqc9FBXuCjfKbnGEtp3xcbY50EBHUAG0ovnSz4-C3gU2uKyMoPX0QtZ43-r5bVZFUddi6-vL_t7YX0iuRBZyMZw8pYj5Yuek1ZayKVfEHjDal_K-A1Z2w-6R-xX9tsGv3COo_hB7M1Rg/w400-h266/111222dj.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: large;">Hará
cosa de dos años, me encontraba en el Mercado Central, un domingo, con la
intención de comprar algo de ropa y algunos regalos para mis viejos. El jugoso
choripán goteaba grasa por entre los panes, lo cual me obligaba a adoptar una extraña
pose al momento de comerlo, sentado de piernas abiertas y con los brazos y boca
alejados lo más posible del torso; cuando noté una música pegadiza que se oía a
lo lejos. La melodía había pasado desapercibida hasta el momento, entre el
bullicio de gente, autos, ruidos de la cercana autopista y gritos de los
vendedores de<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>verdura anunciando ofertas.
Creo que era “Will be together again” de Rick Astley, el pegadizo tema de los
ochenta, al toque enganchado con otro hit. </span></b></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: large;">Habré estado media hora escuchando, éxito
tras éxito. Eran temas bien bolicheros con mucha onda, demasiada para el lugar.
Terminé mi improvisado almuerzo y di unas vueltas por el paseo de compras. Dos
camisas, unos jeans, algo de verdura y dos collares para mi perrito, al salir
volví a oír la música que continuaba imponiéndose por sobre el ruido. Me llamó
la atención, decidí buscar el origen de los sonidos. Caminé siguiendo la
canción, iba guiado por la hipnótica armonía. Allí a lo lejos finalmente lo vi,
una <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>carpita tipo sombrilla en medio del
estacionamiento, un par de bafles, y un mueblecito con los discos, eso era
todo. Al acercarme pude apreciar con claridad cómo ocurría la encantamiento,
era como ver a un mago explicando sus trucos. Permanecí absorto observándolo
durante varios minutos, pero estaba tan enchufado que ni cuenta se dio de mi
presencia. Era medio petiso, y su prolongada frente brillaba con el sol del
ocaso que se escondía por detrás de la autopista. Una camisa a cuadros azules
no le disimulaba para nada la creciente panza de cuarentón. Los C.D´s emitían
destellos multicolores que se reflejaban en sus gruesos anteojos de aumento. El
tipo tenía una compactera doble y dos bandejas de vinilos, con un montón de
perillas y botones. Con los auriculares puestos, y con la coordinación manual
de un maestro de orquesta sacaba un disco tras otro, cambiaba de tema y sacaba
el anterior de la otra bandeja, enganchaba los temas, seguía los ritmos, la
verdad que era un grosso el hombre. Lo saludé, y mientras se disponía a meter un tema de los Pet Shop Boys, charlamos
un rato.<o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: large;">Tenía
guardados en su cabeza el tempo y los compases de los miles y miles de temas en
su haber, era necesario éste conocimiento para ir decidiendo sobre la marcha cuales
ir enganchando. Aseguró no preparar previamente una lista de canciones sino que
se dejaba llevar por su público. Él decía que para ser buen D.J. hay que sentir
el feedback, la respuesta de los oyentes.<o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: large;">Su
sueño era ser propietario de un boliche, había trabajado en los ochentas en
varias míticas “boîtes” como les decíamos antes, pero la vida lo llevó por
otros caminos. Se casó, tuvo tres pibes y necesitaba algún laburo más estable,
trabajó varios años de remisero, luego de empleado supermercadista, y por
último en un quiosco. Ahora que los niños eran ya mayores podía volver a lo
suyo, a su verdadera profesión. Me daba lástima, el tipo hubiera dado lo que
fuera por volver a la noche, juro que ése tipo me dejó marcado, no sé por qué,
supongo que es el sueño de todos ser D.J., que todos te sigan, que bailen lo
que vos le ponés, ser como un dios… y lo peor debe ser haberlo logrado y luego
perderlo.<o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: large;">-Mirá,
tengo un amigo que está por abrir un boliche para mayores de treinta, todo música
de los ochenta y setenta, y anda buscando gente con experiencia. Hablá con él,
capaz puede conseguirte algo.- Le di el número de Javier, un amigo que se
iniciaba en el rubro. <o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: large;">Pasaron
unos meses y al no tener noticia de ninguno de los dos, me dirigí nuevamente al
Mercado Central a ver si me lo encontraba. Fuimos en auto con mi señora y mi
hijo, pagamos al trapito por un lugar en la escasa sombra del lugar, y estacioné
junto a una cupé Taunus modelo ’84. Estaba como nueva, resplandeciente, roja
con franjas negras a lo largo del capot y el techo. Apenas bajar percibimos dos
cosas, el hedor a queso podrido de los chipás, y un tema de Génesis a todo
volumen. Phil Collins gritaba casi tan fuerte como la paraguaya de las
tortillas. Mi familia se fue a comprar provisiones alimenticias, mientras yo fui
en busca del musicalizador.<o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: large;">El
puesto se encontraba en el mismo lugar, y el mismo vendedor seguía en él. Nunca
supe su nombre, o tal vez me lo dijo y no lo recuerdo, pero lo cierto es que su
fisonomía había cambiado bastante. Anteojos negros, una remera estridentemente amarilla
con el logo de M.P.3 tachado en naranja, una colita de caballo a pesar de la
pelada frontal, collares luminosos y grandes anillos dorados.-Éste tema va para
el vendedor de zapatillas. ¡Vamos arriba!-. Bailaba, agitaba los brazos y
cantaba, estaba como rejuvenecido en ánimo. El puesto también se veía
diferente, si es que todavía se lo podía seguir llamando así. Bolas de espejos,
sillones de pana roja, luces estroboscópicas, rayos laser, incluso se había
asociado con un tipo que vendía gaseosas y jugos para que instalara una barra
allí. Lo saludé con una seña y me acerqué, bajó apenas la música y salió de la
renovada cabina de Disk Jockey.<o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: large;">-Hey
loco. ¿Qué onda? ¿En qué te puedo ayudar chabón?- por la terminología utilizada
se hacía el pendejo parecía. Le recordé que era yo quien le había pasado el número
de mi amigo Javier, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>le pregunté si
habían hablado y cómo les había ido. <o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: large;">-Sí,
Estamos haciendo algo en su boliche. ¡Fines de semana a pleno chabón! Igual me
lo tomo como un hobbie nomas che, un pasatiempo. Voy paso música y chau-
Mientras hablábamos bailoteaba como un boludo. -Mi verdadero público está acá. Fijate
que ya ni vendo C.D.´s siquiera. ¡Sólo transmito buenas ondas sonoras
loco!-Parecía un pelotudo cuando hablaba, pero tenía razón, ni un solo disco
podía verse a la venta allí.<o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: large;">-El
público de una discoteque es muy ingrato, hace de que cuenta que no existís.
Les da lo mismo si estás vos o cualquier otro gil, están todos en la suya, encarando
o mirando minitas, re mamados, y pongas la música que pongas bailan siempre
igual. Acá en cambio temes una respuesta instantánea, una vibra inmediata, y
por sobre todas las cosas auténtica, acá no te la “caretean”. - En ese preciso
momento una camioneta Ford F100 azul metalizada pasa por delante de nosotros,
toca bocina al pasar, y la mano izquierda de un misterioso conductor asoma por
la obscura ventanilla apenas abierta con el pulgar en alto, en señal de
aprobación. -¿Ves lo que te digo? Mirá el pibe aquél, el de los duraznos a
$4,50, fíjate cómo baila mientras despacha clientes, o aquél del puesto de
choripanes cómo mueve los pies mientras está junto a la parrilla al ritmo de
Stevie Wonder. ¡La gente me quiere acá macho, no los puedo abandonar! me dan
afecto, me regalan cosas… ésta remera me la regaló la mujer del puesto
veinticuatro, las zapatillas el muchacho de allá al fondo, puro cariño loco.
Moreno (Guillermo) me quiso echar, le llegó un rumor, y no entendía cómo tengo
un puesto que no vende nada, varias veces vinieron a inspeccionar si vendo
droga o cosas raras, pero la gente salió a defenderme loco, mi verdadero
público.- Una combi justo pasó y le tocó bocina, gritándole el cuarentón
conductor de poblado bigote -¡Grosso, capo!-.<o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: large;">-
Mi deseo en la vida era abrir mi propio boliche, y acá lo cumplí, este es mi
boliche.-<o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: large;">Nos
despedimos cordialmente con la promesa de volver a vernos, aunque estoy
convencido de que me olvidó en ése mismo instante. Me fui caminando a buscar a
mi señora e hijo, tomándome el tiempo para pensar. Hay que buscarle la vuelta a
las ambiciones, quizás se cumplan de la manera en que menos lo esperamos, o tal
vez recién una vez plasmadas podemos conocer<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>nuestra verdadera pasión. Aquí podemos conseguir casi cualquier cosa, lo
que imaginemos, quizás hasta podamos hacer realidad nuestros sueños, pero
tengamos en cuenta que todo lo que aquí se consigue es trucho, incluso ésos
sueños. En el Mercado Central, donde todo es posible.</span></b><o:p></o:p></span></p>LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-19134420272859222912020-09-04T16:50:00.001-07:002020-09-04T17:34:05.487-07:00Cuento: "Palabras cruzadas" (2013)<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEie7UhtzPIv-LIZ3F7CZ-OdguQ8ykY0WkqRUQq17VYM7J0Y7sJxQoECVxaHdxIZiyyfRwByAW0TtHQmBGIbKWrM1X9ZDtPpZZ9Q4ut-P4odYPphyphenhyphen8MJktVqi1GWMyUsHNo3dLjHoBeJ2tc/s777/crucigramas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="512" data-original-width="777" height="264" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEie7UhtzPIv-LIZ3F7CZ-OdguQ8ykY0WkqRUQq17VYM7J0Y7sJxQoECVxaHdxIZiyyfRwByAW0TtHQmBGIbKWrM1X9ZDtPpZZ9Q4ut-P4odYPphyphenhyphen8MJktVqi1GWMyUsHNo3dLjHoBeJ2tc/w400-h264/crucigramas.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Crecencio era sin duda el tipo más
inteligente y experimentado de toda <st1:personname productid="la Redacción" w:st="on">la Redacción</st1:personname> del popular diario de tirada nacional
en el cual trabajaba. Hacía cerca de treinta años que trabajaba allí, aprendió
el oficio de quien antes ocupó su lugar, y lo defendía con uñas y dientes. Su
oficina estaba en el subsuelo del edificio, un signo inequívoco de que la
redacción no le daba demasiada importancia al crucigrama diario. En varias
oportunidades intentaron quitarlo directamente, y utilizar ése espacio para
“frases de renovación espiritual” como le llamaron los jefes de marketing, pero
Crecencio opuso tan enfáticamente que los jefes lo mantuvieron en su cargo.
Después de todo costaba muy poco, el sueldo era el mínimo desde hacía
veintiocho años. -En cuanto se enferme o falte un par de días lo sacamos a la
mierda- expresó un alto directivo en varias oportunidades, pero lo cierto era
que Crecencio nunca faltaba, mitad por amor al trabajo, y mitad por no tener otra cosa que hacer. Era
un tipo introvertido, silencioso, soltero y, desde que falleció su madre, solitario
también, un verdadero pelotudo. Pelado, de gruesos y antiguos anteojos
verdosos, vestía invariablemente un arrugado saco y amarillenta camisa blanca.
Siempre acompañado de un andrajoso portafolios marrón de cuero, éste
cincuentón, petiso y encorvado, hacía las delicias de los burlones compañeros
de trabajo, quienes lo apodaban “El Topo”.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="separator" style="clear: both;">
</div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>-Crescencio es muy inteligente- solía
decir su madre- En el colegio siempre sacaba diez, por eso los compañeritos le
pegaban, le tenían envidia. Ahora trabaja el en diario, y es una persona muy
importante, encargado de sección.- La vieja estaba orgullosa de su hijo, y
perdía ocasión de enrostráselo a las demás veteranas del barrio.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Crecencio utilizaba el método tradicional
para la confección de crucigramas, nada de computadoras con programas que lo
hacen automáticamente ni descargas de Internet, tomaba una cuadrícula en blanco
y la iba llenando. Era impresionante lo amplio de su vocabulario, durante
tantos años en ese trabajo había desarrollado una capacidad increíble para las
palabras, además de una inteligencia fuera de lo normal. Tenía en su mente los
significados de cada palabra, la cantidad de letras y la ortografía perfecta.
Su único compañero de trabajo era un antiguo y manoseado diccionario, con el
lomo ajado y las páginas amarillentas, era el único implemento que habían
accedido a comprarle los miserables dueños de la compañía. Los diccionarios
eran su pasión oculta, se perdía horas enteras navegando por las librerías de
la calle Corrientes, muchas de libros usados, buscando ediciones antiguas. Su
otra atracción era el ajedrez, jugaba desde los ocho años años cuando salió
campeón infantil, todos los sábados y domingos por la tarde se acercaba hasta
Parque Rivadavia, donde jugaba con los viejos del barrio en las mesas con
tablero de la plaza, y de paso examinaba los puestos de libros usados en busca
de algún que otro libro. Pero la
verdadera pasión era su trabajo, muchas veces pasaba horas y horas en busca de
una palabra que combinara con las demás casillas, una particular palabra que
cerrara y completara la danza de letras que era un crucigrama, en la que todo
encajaba a la perfección. Entraba a trabajar a las ocho de la mañana, pero el
trabajo continuaba en su casa la mayoría de las veces. Hasta altas horas de la
noche buscaba en diccionarios y enciclopedias la palabra justa, que cerrara el
círculo perfecto de casillas cuadriculadas. Su trabajo realmente era un arte,
al menos de la manera en que él lo realizaba, a la vieja usanza y manualmente,
un arte muy menospreciado y raramente percibido. A decir verdad, nadie le daba
bola al crucigrama, quizá el de la revista dominical recibía un poco más de
atención, pero el que salía todos los días en la anteúltima página del diario
no era tenido en cuenta por casi nadie. Sabía de unos viejos en Villa Urquiza
que se reunían para resolverlo en la cantina de un club mientras tomaban
Vermut, un cuidador nocturno de una fábrica que lo utilizaba para amenizar las
horas, y la lista terminaba ahí, por eso mismo le llamó enormemente la atención
la llegada de una carta a la redacción del diario a su nombre. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Era de una tal Violeta, de la ciudad de
Navarro.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Estimado
señor CrecencioWilhelm, el motivo de ésta carta es expresarle toda mi gratitud
y agradecimiento por las horas de diversión y entretenimiento que me permiten
sus crucigramas cotidianos. <o:p></o:p></b></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Tengo
treinta y dos años, vivo sola y gracias a usted tengo unos momentos de
esparcimiento. No quisiera aburrirlo con mis problemas, pero tengo a mi madre
internada desde hace varios años, todos los días cuando voy a visitarla compro
el diario, y sus palabras cruzadas nos hacen compañía. Los resolvemos juntas,
aunque ella está en coma yo le hablo y le consulto sobre cada letra. Espero
sepa disculpar el medio escrito por el cual le envío la presente, no tengo
computadora y no tengo mucha idea de cómo mandar un e-mail, por lo que me
resultó más fácil hacerlo a mano. (Lo cierto era que Crecencio tampoco contaba
con una computadora, ni en el trabajo ni en su departamento, no le encontraba
utilidad)<o:p></o:p></b></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Soy
una gran admiradora de su sección, y no hay día que no me pierda entre sus
casillas vacías o tropiece con alguna de sus negras.<o:p></o:p></b></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Desde
ya muchas gracias y disculpe las molestias.<o:p></o:p></b></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Violeta.<o:p></o:p></b></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Escrita a mano, en una hermosa letra
cursiva, delicada y precisa, como de maestra de escuela, la carta significó
mucho más que eso para ambos. Para Crecencio fue un nuevo impulso en su
trabajo, y la reafirmación de que su trabajo le hace bien a alguien aparte de a
sí mismo. Para Violeta fue en parte una liberación, hacía años que hacía algo
para ella y no para su madre. Su madre había tenido un accidente cerebro
vascular (A.C.V.) hace cerca de veinte años, y desde entonces estaba en coma,
Violeta tenía diecisiete en ese entonces, y hasta el día de hoy ha vivido
pendiente de su madre. Nunca salió a bailar, nunca tuvo novio, y en todos ésos
años no hizo otra cosa que pensar en su pobre y santa madre. Era una chica muy
bonita, pero muy achacada por la vida. Vestida con lo más cómodo solamente,
alpargatas, pantalones bolsudos, algún sweater, calzones de vieja, ni hablar de
maquillarse, apenas si conocía el lápiz de labios, que una vez al año se ponía,
para el cumpleaños de la vieja. Llevaba el pelo siempre atado, lacio y bastante
largo, sin ocultar en lo más mínimo sus numerosas canas, caminaba media
encorvada, tal vez por el mismo peso de los problemas que cargaba. Vivía sola
en la casa que antes supo compartir con su madre, alcanzaba a pagar los
impuestos limpiando la casa de un par de vecinas conchetas. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Crecencio le devolvió la atención, y por
medio de otra carta manuscrita, contestó y agradeció efusivamente haberse
tomado la molestia de escribirle. Le dio palabras de aliento en su situación
personal y brevemente le comentó de su miserable existencia, intentando que no
sonara tan horrible como en verdad era. Los intercambios epistolares
continuaron por varios meses, como se hizo por cientos de años: esas dos
personas esperaban cada una la respuesta de la otra, que podía tardar entre un
par de días y un mes, dependiendo de la benevolencia del cartero. Sus vidas eran
la una para la otra, y ambas podrían haber sido acopladas encajando
perfectamente. Se enamoraron, las palabras de cada una alegraban la vida del
otro, estas dos personas a la distancia supieron reconfortar y dar sentido a la
vida del otro. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Pasaron un par de años, hasta que
finalmente un diciembre de 2006 Crescencio le envió siempre por correo un
crucigrama personalizado, en el que todas las palabras eran elogios, piropos y
adjetivos benevolentes. Violeta lo resolvió junto con su madre, al momento que
le comunicaba sobre su enamoramiento epistolar. La carta, al final, recitaba
una simple pero concisa invitación. <i>“La
amo. Vivamos juntos.”</i><o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>La respuesta de Violeta fue por medio de
una escueta y concisa carta, que sólo rezaba lo siguiente.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Acepto.
Me ha hecho usted una mujer feliz por primera vez en la vida, pero debo
advertirle que no puedo abandonar a mi madre. Se encuentra muy enferma de una
mal terminal y debo cuidar de ella hasta sus últimos días. Cuento con espacio
de sobra en mi casa, si gusta podemos aquí, en la hermosa ciudad de Navarro,
afianzar nuestro nido de amor.<o:p></o:p></b></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Completamente
suya.<o:p></o:p></b></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Violeta<o:p></o:p></b></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Crecencio renunció al diario, cuyo espacio
fue reemplazado por la nueva sección “Efemérides” donde un estudiante de
periodismo en pasantía <i>ad honorem </i>buscaba
en Internet y copiaba <i>“Cosas que
ocurrieron en un día como hoy”</i>, puso a la venta su casa en Floresta, que
supo ser de su familia, y se mudó para Navarro. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Al llegar, Violeta lo estaba esperando en
la parada del colectivo, él llevaba dos bolsos solamente, exclusivamente su
ropa y su diccionario, no necesitaría de nada más. Mientras descendía los
escalones del micro, Crecencio pudo ver por primera vez el rostro de la extraña
joven, tenía el cutis por demás pálido, por lo
que sus enormes ojos negros resaltaban por demás. Sus labios eran
carnosos y gruesos parecían flotar en ése nebuloso rostro. Era una mañana clara
y fresca, hacía frío pero el sol se las arreglaba para calentar al menos los
rostros de los enamorados. El trayecto hasta su casa fue por demás incómodo, y
ninguno de los dos emitió palabra. Se miraban de reojo mientras caminaban, pero
ninguno se atrevió a expresar sonido. Cuando pudo la miró de cuerpo entero,
quizás era demasiado flaca, pero exceptuando una postura corporal incorrecta,
no había nada que le quitara la belleza innata. Llegaron a la casa, era
pintoresca, pequeña y vieja, pero cuidada, se notaba la mano de una mujer
dedicada en ella. Dejaron el bolso junto a la puerta, cerraron, y se
arremolinaron en una tormenta de pasión. Besos desenfrenados, dejaron sus ropas
desparramadas en el trayecto hacia la habitación, y se amaron por horas, hasta
que anocheció y el sueño se apoderó de ellos. Durmieron toda la noche,
exhaustos por las tareas amatorias de la víspera. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Al despertar, una nota sobre la mesa de
luz le explico que su acompañante, y desde ése momento su concubina, había
partido al hospital a visitar a su madre. “<i>Le
dejé el desayuno en la cocina amor mío”</i>, finalizaba la nota. Crecencio se
levantó, y desayuno con una imborrable sonrisa, no podía creer su propia
felicidad, la cual no había experimentado jamás en su vida. Hacía años que no
tenía sexo y, por lo que recordaba, el de esa noche había sido algo
espectacular. Había hecho el amor por horas, con una mujer que además de ser
virgen, era veinte años menor que él. Comió las tostadas con manteca, y bebió
el café con leche. Salió a conocer la ciudad y a buscar trabajo, en el
periódico local lo contrataron al instante, con su experiencia en el más
importante diario nacional no le fue difícil. Su tarea, aparte de la del
crucigrama que explícitamente pidió, era la de una editorial semanal de mil
palabras, no era su campo, pero tampoco nada demasiado complicado. El sueldo no
era espectacular pero bastaría para una modesta jubilación. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Regresó feliz a su casa, mirando las copas
de los árboles, oyendo el canto de los pájaros, y respirando aire puro, todas
esas cosas imposibles de lograr en la capital federal, con la satisfacción de
una tarea bien realizada, ése nuevo empleo significaba el comienzo de una vida
nueva y mejor. Al ingresar a su nueva morada, se encontró con Violeta, su amada
futura esposa, sentada en la mesa del comedor, con los ojos enrojecidos por
haber llorado. No alcanzó Crecencio a cerrar la puerta que la joven se arrojó a
sus brazos, él esperaba una romántica bienvenida, pero recibió insultos, golpes
y cachetadas que hicieron volar sus anteojos hasta debajo de un aparador. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>-¡Estúpido, hijo de puta, desgraciado!-
Violeta estaba encolerizada, se abalanzó sobre él con furia desmedida. Le
rasguñó la cara en la mejilla derecha, e intentó tirar de su pelo.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>- Pero mi amor… ¿Qué pasa, porqué estás
así? Quería contarte que conseguí trabajo, en el periódico local.- <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>-Mamá murió, ayer, mientras nosotros
estábamos haciendo esas cosas en la pieza, esas cosas chanchas, ella me esperó
y yo no aparecí. Tal vez pensó que me había pasado, quizá se sintió abandonada,
o tal vez simplemente le había llegado su hora, pero yo a ésa hora debí estar
allí. ¿No entiende? Se fue exactamente a la hora en la que yo voy todos los
días. Cuando fui hoy me estaban esperando las enfermeras, querían que la viera
antes de moverla. Tenía el diario en sus manos, en la anteúltima página, en la
cual sus crucigramas fueron reemplazados por unas miserables efemérides. Fue
culpa mía en realidad, no suya, culpa mía por haberme enamorado de un idiota
como usted, si jamás nos hubiéramos conocido, mamita estaría todavía conmigo.
En el diario que la vieja tenía en sus manos, alcanzó a escribir en uno de los
márgenes con lapicera “Me dejaste sin palabras cruzadas”. Váyase, no quiero
verlo nunca más.- De un empujón lo sacó fuera de su casa, y le cerró la puerta
en la cara.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Crecencio supo en ése preciso momento que
su vida había terminado. Hubiera preferido no haber salido nunca de ése oscuro
sótano y no haber conocido jamás el amor, porque es peor amar y perder, que
jamás haber amado. El pobre viejo no sabía qué decir, se había quedado sin
adjetivos, sin sinónimos, sin antónimos ni verbos. Ya no tenía apócopes,
conjunciones ni adverbios, que pudieran explicar el vacío que tenía dentro, no
era tristeza, no era enojo ni nostalgia, era simplemente la ausencia de vida en
su interior. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b>Esa noche no durmió, la pasó en un bar
tomando ginebra. A la mañana siguiente fue a ver a Violeta, con la esperanza de
que ya se hubieran calmado las aguas. Cuando ella abrió la puerta el alma de
Crescencio se llenó de esperanzas, las cuales desaparecieron al ver que
solamente lo hizo para sacar los bolsos que aún permanecían intactos desde el
momento en que llegó. Caminó hasta la terminal de ómnibus, y compró el primer
boleto a la capital. Mientras esperaba el colectivo sentado en un banco
público, revisó sus maletas en busca de su único afecto incondicional, el único
que jamás lo había abandonado. No era como su madre que falleció cuando él era
niño, ni como su padre que huyó con otra mujer, ni como el perro de su infancia
desaparecido un año nuevo, su amado diccionario era fiel. No estaba. Revisó el
otro bolso, tampoco. Los abrió y vació su contenido íntegro en el piso, buscó
desenfrenadamente desparramando ropa por doquier. No estaba el diccionario. Su
único compañero inseparable había dejado de serlo. Con la vista perdida en la
única y diminuta nube del cielo, caminó hasta la playa de estacionamiento, y
mientras llegaba un enorme micro de dos pisos, se arrojó a su paso, mientras
susurraba para sí mismo:<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-AR" style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">-Que crueles las mujeres, que con el sólo
encanto de su belleza pueden dejarnos sin palabras, pero que inevitablemente
con el correr del tiempo nos quitan la decisión, la última palabra.-</span><span lang="ES-AR"><o:p></o:p></span></b></div>
<br />LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-30963721450027853572020-05-07T08:28:00.001-07:002020-05-08T17:56:00.512-07:00Cuento: "Un amor francés" (2013)<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-align: center; text-autospace: none;">
<u><span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><span style="font-size: large;">Un amor francés</span></b><o:p></o:p></span></u></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-5lxA8oB-uNRlhyRp8pMPagIvf1xDugaXz5Mwai0jCy9eaPJtlt3yWseD1nzWe4TY7Ph80Iqn12DzgYKCrHSxbzWcFHGF03HPAXu62uj7gD3eBgExLBaYd6sqCrfI6jdZiza-QkcNq0k/s1600/maxresdefault.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="1280" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-5lxA8oB-uNRlhyRp8pMPagIvf1xDugaXz5Mwai0jCy9eaPJtlt3yWseD1nzWe4TY7Ph80Iqn12DzgYKCrHSxbzWcFHGF03HPAXu62uj7gD3eBgExLBaYd6sqCrfI6jdZiza-QkcNq0k/s400/maxresdefault.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Allí estaba, paradito en la puerta de una heladería,
de lo más canchero y con un aire desfachatado. Estaba medio hecho mierda, pero
por los años que tendría a juzgar por su aspecto, bastante bien se mantenía. Ya
no era un pibe, cerca de cincuenta años tendría, pero sabía mantener algunos
vestigios de jovialidad y rebeldía que lo caracterizaban de joven, irreverencia
tal vez sería la palabra. Fernanda caminaba con su marido y su hija luego de un
largo y placentero día de playa cuando sus miradas cargadas de electricidad se
cruzaron. Fue amor a primera vista, a segunda vista en realidad, ya se había
enamorado de uno exactamente igual en su época adolescente, sola que su anterior
amor no era colorado. Iba cruzando la calle, pero quedó petrificada en medio
del proceso, no podía creer lo que veía, recién cuando una furiosa bocina de un
colectivo la sobresaltó pudo volver en sí y llegar hasta el otro lado del
camino.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Su ojo derecho estaba un poco caído, tal vez fruto de
algún leve golpe, pero demás parecía encontrarse en medianamente buenas
condiciones, un guardabarros oxidado, una puerta podrida con varios agujeros,
parrilla con varillas faltantes, todos aparentaban ser detalles menores.
Pintura ni por asomo, sería difícil adivinar el color original, ya que en ese
momento los colores variaban entre el ladrillo del anti oxido, gris de la
impresión que dan los chapistas, y un popurrí de autopartes de carrocerías
trasplantadas con diferentes tonalidades.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>En cuanto a Marta no estaba mucho mejor que el
Gordini, de unos cincuenta largos y bastante cascoteada, pero tal vez con
bastante trabajo se podría levantar un poco. Rubio platinado artificial y una
tonalidad de bronceado cercana a una zanahoria, unos ocho kilos de más (siendo
generosos), y una actitud de mandona y superada que crispaba los nervios de
cualquiera. Se acercó y lo estudió más en detalle, notó cómo un bidón con una
manguera depositado sobre el derruido tablero cumplía las funciones de tanque
de nafta. No estaba a la venta pero ella lo quería, y teniendo un padre con
plata estaba acostumbrada a obtener siempre lo que deseaba. Preguntó en los
negocios cercanos si alguien sabía sobre la identidad del propietario, pero no obtuvo
respuestas satisfactorias. Decidió esperar junto al vehículo en cuestión
mientras su marido e hija realizaban las compras en el mercadito local, no
existía la opción de volverse a Lobos sin su preciado trofeo. Esas mini
vacaciones en Gualeguaychú súbitamente se habían convertido en las mejores en
muchísimo tiempo. Como a la media hora un viejito apareció, dejó unas bolsas en
el asiento de atrás y subió al auto cuya puerta permanecía sin llave, total
quién podría robarse aquella porquería. A punto de encenderlo, fue interceptado
por la cincuentona señora. El titular del auto era todo un espécimen, una barba
que colgaba hasta la mitad del pecho trenzada con cintas de colores, media
cabeza pelada con una cola de caballo extensa pero a la vez pobre. Remera
multicolor con un enorme signo de la paz y un pintoresco collar con un dije de
forma de hoja de marihuana. El tipo era un hippie total, de los de antes, un
loco que vivía en una granja olvidada a las afueras de la ciudad, nadie sabía
cómo la había adquirido, aparentemente era de un pariente fallecido, pero él no
creía en papeles ni burocracia, por lo que tanto el rodado como sus demás
pertenencias permanecían anónimas. Al ser interceptado y ante la solicitud de
Marta de adquirir el vehículo, el sujeto que afirmó llamarse simplemente
“Unicornio” (según explicó luego, eligió ese nombre por ser el último de su
especie) afirmó no creer en los bienes materiales ni en el dinero, porque
oprimía los pensamientos libres o no se otra mierda dijo. -Las posesiones terrenales
impiden un libre albedrío del ser humano, sometido por el capitalismo y las
ataduras del hombre de traje-, pero cuando Marta le ofreció quince mil pesos,
luego de pensar en toda la droga que podría comprar con ese dinero por poco no
se arrodilla y le besa los pies.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Era contadora de una gran empresa internacional, por
lo que ganaba muy buen dinero, mucho más que su marido, y en muchas discusiones
ni ella ni su ego podían evitar echárselo en cara, ésto le permitía darse unos
cuantos gustos personales, el auto era uno de ellos. Su padre, dueño de una
empresa asesora de inversiones y bastante miserable cabe destacar, le había
regalado un Renault Gordini usado pero en muy buenas condiciones para los
quince años. Importado de Francia, con motorización Audi, caja de cuarta,
exterior con pintura combinada de dos colores, y tapizados al tono, no la
rudimentaria versión fabricada en Argentina. Marta quería un viaje a París, sin
embargo su regalo era una “mejor inversión”. Al principio lo odió con todo su
alma, casi directamente proporcional a cómo después logró amarlo. Sus amigas de
la alta sociedad se pavoneaban con lujosos vehículos último modelo, pero ella
cada vez más se aferraba a su lustroso e impecable autito, formaba parte de su
rebeldía adolescente. Fueron muchos años de felicidad que compartieron, años de
juventud y crecimiento, demasiadas irresponsabilidades, innumerables salidas
con amigas, varios novios en el diminuto asiento trasero, y excesivo alcohol en
las salidas de sábado por la noche. </b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Fueron felices él y ella, hasta que ella se
convirtió en ellos. Primero fue su único novio formal, con el cual perdió la
virginidad en ése mismo auto, y prontamente el primer hijo. No estaban casados,
lo cual causó una gran reprimenda y luego pelea con sus padres. En ésa época, y
en ese círculo social no podía permitírsele la humillación de ser madre
soltera. Cortó de la peor manera el fuerte cordón umbilical que la unía a su
padre. Con sus propios ingresos cambió por un auto un poco más cómodo en
dimensiones, uno familiar, aunque de familia había muy poco. El Renault 12 fue
otro buen coche, fiel como ninguno, característica que encontró en su segundo
auto pero no en su primer marido, un francés bastante mayor que ella,
presidente de un banco ahora inexistente. Se separó al año y medio, otra
deshonra para sus padres. Finalmente conoció a Claudio, su actual marido,
alguien menor en edad, y en cargo dentro del estudio contable en el que ambos
se desempeñaban. Al fin había encontrado alguien a quien pudiera dominar a su
gusto, dirigía en el trabajo y en la casa. Hacía valer en cada discusión o
disputa los años de estudio que debió soportar con una criatura a cuestas, en
un tiempo en el que no había guarderías ni niñeras accesibles para la gente
normal. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Lo llevó hasta su casa en una grúa alquilada en la
ciudad, desde Gualeguaychú hasta Lobos, trescientos cuarenta kilómetros, cerca
de dos mil pesos. El alto importe causó una gran disputa con su marido, pero
como en todo altercado tuvo ella la razón con único y simple argumento, “Gano
más que vos y si quiero lo compro. Punto”.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Claudio era un tipo bastante boludo en verdad. Pelado,
con bastante panza y sin el más mínimo respeto propio. De joven era un muchacho
tímido, simpático pero poco exitoso con las chicas. Tenía muchas amigas pero le
faltaba la decisión para pasar a ser otra cosa, la misma decisión que le
faltaba para hacerse valer con su esposa, pero siempre hay una gota que rebalsa
el vaso. La pelea por el ridículo auto fue demasiado para él, aparentemente en
el fondo y detrás de esas gruesos anteojos cuadraditos había algo de hombría.
Juntó sus cosas y con muy poco encima se mudó a la casa de fin de semana que
habían comprado en la laguna, o mejor dicho, que ella había comprado. Paulina,
la hija adolescente de diecinueve años prefirió mudarse con el padrastro, era
más permisivo y fácil de convencer, la madre era mucho más restrictiva, ya no
la aguantaba, encima nunca estaba en la casa, y menos ahora con ese maldito
auto, antes que estar sola prefería estar con “Clau”, como ella le decía. </b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Él
estaba feliz de la vida, y aunque lo niegue, secretamente estaba enamorado de
ella, pero eso es otra historia.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>No fue tan fácil como hubiese parecido restaurar un
auto antiguo y mucho menos para una mujer solitaria, pero estaba dispuesta a
lograrlo cueste lo que cueste. La primera etapa fue fácil, llevar el auto a los
hermanos Álvarez, Ricardo y Roberto, mecánico y chapista respectivamente, eran
hijos de un gran amigo del padre de Marta, por lo que desde hace años eran los
talleristas de confianza. La cara de ambos al ver llegar el destartalado
vehículo al taller, funcionando en dos cilindros y dejando una estela de humo
negro tras de sí, fue por demás demostrativa. El arduo trabajo al cual iban a
ser sometidos pasó inmediatamente por sus cabezas y el gesto de consternación
fue inevitable. Luego de un minucioso estudio del aparato el veredicto fue
unánime, no servía nada, había que empezar de cero. Junto a una enorme pila con
montones de chatarra, piezas de antiguos arreglos y recortes de chapa fue
estacionado el viejo francés, aguardando su momento de renacer y volver a
brillar.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Al mes de su internación aproximadamente, el
envejecido personaje de esta historia recibió un trasplante de corazón, había
aparecido un motor en medianas condiciones, algo muy superior al estado del
original. Fue encontrado gracias a los contactos de Roberto en un campo de
Zapiola, detrás de un gallinero, entre los restos de un Fitito, al cual se lo
habían injertado. No fue demasiado costoso, pero si lo fue su limpieza,
instalación y puesta a punto. Un vendedor de autopartes local le consiguió
algunos repuestos que necesitaba (en realidad necesitaba de todo), dos
guardabarros delanteros y una puerta, ya no se fabrican pero los ubicó perdidos
en el stock del mayorista proveedor, olvidados en el rincón de un abarrotado y
enorme galpón.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Se había hecho dos promesas respecto al auto, la
primera era ir a visitarlo día por medio, después de todo era lo más importante
que tenía en ese momento considerando que su hija había cortado momentáneamente
y por tiempo indeterminado relaciones con ella, si su marido estuviera o no le
daba exactamente lo mismo. La segunda era no utilizarlo hasta que el vehículo
estuviera cien por ciento refaccionado y en perfectas condiciones. El trabajo
marchaba viento en popa, y Marta Ferreira pasó a ser socia y co-propietaria del
estudio contable, el cartel rezaba “Martino, Kelly, Ferreira y asoc.”.Cada fin
de semana y cada posibilidad de escaparse que tenía la aprovechaba para salir a
buscar piezas para su viejo amor. Buscaba por Internet en páginas de compras
on-line, y personalmente concurría hasta los lugares más insólitos en busca de
repuestos, de esa manera conoció Misiones, Corrientes, Bahía Blanca, Puerto
Madrin, y muchísimos pueblos de la provincia de Buenos Aires. Para la insignia
de la parrilla debió recorrer tan solo tres mil quinientos kilómetros hasta
Bariloche, fue en avión y según ella valió la pena. El Club Gordini de la
ciudad de Niza le envió un catálogo completo original de la época, con todas
las combinaciones de colores de tapizado y carrocería disponibles en ese
entonces, para que ella pudiera dar con el que todavía conservaba en su
memoria.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Muchas personas creen inconscientemente que dar
nuevamente con el símbolo de la niñez perdida (o adolescencia en este caso)
puede devolverles la felicidad y las experiencias vividas en esa época tan
feliz, es normal e inevitable. El problema era que Marta no lo hacía
inconscientemente, sino con pleno uso de sus facultades y razonamiento. Estaba
completamente convencida que en el mismo instante que lo pusiera en marcha
recuperaría su juventud, su primer amor, su virginidad, su primer llanto de
tristeza; sería feliz y se sentiría la persona más insignificante del mundo
como todo adolescente, todo eso esperaba del pequeño auto familiar francés.
Todo eso pensaba e imaginaba la pobre Marta mientras estudiaba los números de
los clientes, o mientras volvía del trabajo cada día en su Mercedes Benz. Lo
daría todo por volver a esa época de su vida, sin preocupaciones, sin
responsabilidades.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Debió comprar dos autos más fuera de funcionamiento,
abandonados, para que sirvan de donantes. De ellos extrajo la mayoría de las
vaguetas y cromados, otros los compró importados, y los faltantes los mandó a
fabricar. El tapicero respetó a raja tabla los esquemas asignados y los colores
de cuero exactos, blanco y celeste con costuras azul oscuro, haciendo juego con
el exterior, pintado en la misma combinación de colores. Los cristales los
debió mandar a fabricar a medida, y los herrajes de las puertas los hizo traer
desde Milán. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Fueron dos años los que tardó la restauración, durante
los cuales concurría religiosamente al taller a chequear el estado de su amado.
Ése día, un doce de mayo, le esperaba una sorpresa, los hermanos Álvarez lo
habían sacado, y lo tenían lustrado y listo en el frente del taller, parecía
recién salido de la línea de producción de Renault, brillaba al sol la lustrosa
y magnifica pintura, los cromados encandilaban y las tazas de las ruedas resplandecían.
Al verlo allí estacionado y magnífico, Marta estalló en llanto, a lágrimas
vivas abrazó los mecánicos se abalanzó inmediatamente hacia el auto, sacó de
dentro de la cartera un rosario de madera que pertenecía a su abuela y lo colgó
del espejo retrovisor, ella misma se lo había regalado para que lo colgara en
el auto original el día que su padre se lo compró. Finalmente luego de tanto
tiempo, de tanta espera y ansiedad llegó el momento mágico de ponerlo en
marcha. Marta esperaba que ese autito fuera realmente mágico, que al encenderlo
estallara en destellos de colores y estrellas, como en las películas, que ella
retomara al instante la juventud y la inocencia. Podrá imaginarse el lector
cual fue el tamaño de su desilusión al notar que nada ocurrió al girar la
llave. El motor se puso en marcha silenciosamente ante la orgullosa mirada del
dúo mecanico, ronroneaba como un gatito bebe, parecía cero kilómetro. La cara
de culo que tenía Marta era indescifrable para los Álvarez, habían hecho su
mejor esfuerzo y había quedado una pinturita. Ella estaba algo contenta en el
fondo, luego de tanto arduo trabajo y tanto tiempo invertido el Gordini estaba
hermoso, pero no le había devuelto su adolescencia.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Lo que Marta tardó en descifrar, es que el auto era
realmente mágico, solo que requería algo de tiempo para cumplir los deseos,
efectivamente al final los hizo realidad de cierto modo.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Marta finalmente pudo conocer a su verdadero amor,
libre de tantas cargas, estereotipos y preconceptos, a los cincuenta años pudo
enamorarse de verdad. Luego de frecuentar tan asiduamente el taller se enganchó
con Roberto el mecánico, la misma noche del re estreno del auto fue también el
re estreno del asiento trasero, con él perdió lo poco de virginidad que le
quedaba. La felicidad volvía a tocar su puerta, y podía darse a sí misma el
regalo de la paz interior. Pensando en todas esas boludeces ella misma no pudo
evitar compararse con aquél hippie que le había vendido el auto, ahora
compartían la libertad. Libertad en todo sentido, incluso en el aspecto
económico, ya que tanto pensar en pavadas los números de los clientes le daban
para la mierda y la rajaron del laburo, <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span>
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>La juventud finalmente volvió a apoderarse de Marta.
El tallerista luego de unos meses la dejó por una mina más joven, una “pendeja
trola”, según decía ella. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; text-autospace: none;">
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b><br /></b></span>
<span lang="es" style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: large; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><b>Porque, qué otra cosa es ser adolescente que llorar noches
enteras por amor, sentirse la persona más insignificante del mundo, estar
desocupado, sentirse solo y no saber qué hacer de la vida. Todo eso gracias a
ese pequeño, celeste y mágico auto francés.<o:p></o:p></b></span></div>
<br />LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-75341734235214108492019-06-06T16:38:00.001-07:002019-06-06T16:38:09.433-07:00Cuento: "El fumar daña al corazón"<br />
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjESvydYIMyTfMgRzTYHn5ekk9EeNdCdLXc6xvndq4GHD9URsfFUPhKfBYJmmjYanNTNBCAkLr8OCKQpt2ys6jKxmmIYkacPn9WhdfsYbbfs2qu1bJOwqA4Q7nnjS9gJDvk_3t3FPQoSjA/s1600/smoking.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="945" data-original-width="1260" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjESvydYIMyTfMgRzTYHn5ekk9EeNdCdLXc6xvndq4GHD9URsfFUPhKfBYJmmjYanNTNBCAkLr8OCKQpt2ys6jKxmmIYkacPn9WhdfsYbbfs2qu1bJOwqA4Q7nnjS9gJDvk_3t3FPQoSjA/s400/smoking.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Las calles estaban completamente desiertas, y
solo podía oírse el dulce canto de los pájaros. La paz y el silencio
regocijaban el alma. El cielo despejado y una leve brisa apenas fresca
componían una mañana ideal. Hacía tiempo que Sergio había abandonado el
cigarrillo, pero de todas maneras creyó que sería el momento perfecto para
encender uno. Afortunadamente era primero de enero, por lo que no habría un
quiosco abierto en varias horas. Se dirigió al parque municipal, con la intención
de relajarse un poco y no pensar, despejar la mente. Era el primer año nuevo
que pasaba solo desde el fallecimiento de su esposa, y la época de festividades
lo tenía mal. Hacía seis meses que su compañera ya no estaba, y no podía dejar
de pensar en ella.<o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Luego de deambular un rato, se sentó sobre el
tronco de un gran eucalipto caído. Por varios minutos se limitó a contemplar el
cielo completamente celeste, que se dejaba entrever por entre las ramas de los
frondosos y gigante árboles. Suspiró sonoramente con una profunda exhalación, y
no pudo evitar que las lágrimas brotaran. Lanzó un gritó desgarrador con todas
sus fuerzas, que casi lo dejó afónico. Gritó desde lo más profundo de su ser,
liberando de cierto modo su cabeza de los tormentos de la memoria. Maldijo a
viva voz a todos los santos, insultó a Dios, a la virgen y sobre todo al amor.
Solo deseaba morir. Pasó varias horas atormentando su cerebro con recuerdos de
su amada esposa perdida, hasta que cerca del mediodía volvió a su solitaria y
silenciosa vivienda.<o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Tenía los ojos enrojecidos de llorar, y el
pelo enmarañado. Sentado en una enclenque y sonora silla de madera, tomaba
ginebra Bols del pico. Observaba la deprimente habitación, en completo silencio.
Las paredes manchadas de humedad, parecían el gigantesco mapa de un
conglomerado de islas del pacífico. La escasa luz que ingresaba por la pequeña
ventana, filtrada por los mugrosos vidrios, prolongaba tétricas sombras sobre
la cama. Contempló, sobre el apelmazado colchón de dos plazas, la desgastada y
manchada sábana. Analizó si ésta sería conveniente para sus planes de
ahorcarse, pero luego prefirió reemplazarla por el alargue del cable de la
cortadora de césped. Apuró los últimos tragos y, tambaleante, fue a buscar la
extensión eléctrica. Hizo los nudos correspondientes, y se subió a la
destartalada mesa. Crujió y se sacudió, pero soportó el peso. Sergio, a pesar
de su embriaguez, se dispuso para atar el improvisado lazo al reseco tirante de
pino. Se quemó los dedos con la desnuda chapa caliente del techo, pero se las
arregló para preparar todo. Estaba a punto de enroscar el cable a su cuello,
cuando escuchó una voz. Se quedó quieto un momento, pensando que era su
imaginación. Luego de un breve silencio retomó su tarea, pero volvió a oírla.
“No seas pelotudo, no hagas ninguna cagada” decía. Se dio vuelta y ahí la vio.
Recostada placidamente sobre la cama estaba su adorada y dulce esposa. <o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">A tal punto fue el cagazo y la sorpresa de
Sergio, que tropezó y cayó de la mesa, rompiéndola en pedacitos. La voz
espectral de su esposa volvió a escuchase “¡Siempre el mismo nabo! Ahora vas a
tener que ocuparte de comprar una mesa nueva, porque esa no sirve ni para
prender el asado”. <o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">“Pero eso es lo de menos Azul de mi vida, lo
importante es que estás acá. ¡No sabes lo que te extrañé, lo que sufrí, lo solo
que estuve sin vos!” Sergio se acercó tambaleante, mezcla del pedo, del golpe y
de la sorpresa, hasta el borde de la cama. Abrió los brazos y se arrojó sobre
su amada. Tardó un par de segundos en darse cuenta que no había nadie a quien
tocar, y que estaba besando a una almohada.<o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">“Soy un fantasma Sergio” dijo la mujer con un
demostrativo tono de hartazgo. “¡Siempre mamado vos! Pensé que habías cambiado
un poco en este tiempo”.<o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Luego de pasada la sorpresa, se calmaron los
ánimos y ella lo puso al tanto de la situación. Le dijo que no solo había
vuelto a este mundo para estar con él, sino también para cambiarlo y encarrilarlo.
“No quiero que arruines tu vida, Viejo”. Le señaló que él era demasiado tiro al
aire, larva, borracho y haragán. Afortunadamente ella estaba aquí para cambiar
todo eso. “Te voy a enderezar y te voy a hacer un hombre nuevo. Cuando
finalmente lo logre, podré irme definitivamente con la seguridad de que vas a
estar bien.”. Le explicó que solo él podía verla y oírla. Remarcó que no podría
ascender al más allá hasta que su misión estuviera cumplida. Lamentablemente solo
podría materializarse dentro del domicilio, porque ese era el lugar en el cual
ocurrió el desagradable incidente de su fallecimiento. <o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Fue un día gris de Julio, Azul había preparado
todo para darse una buena ducha caliente. Hacía un frío terrible, y como no
contaban con el servicio de gas domiciliario, debió encender el calentador
“Bram- Metal” a Kerosene, y <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>llevarlo al
baño para calentarlo mínimamente. Subida sobre una banqueta, llenó con un balde
el calefón eléctrico que colgaba de un viejo clavo en la pared. El salón de
baño era increíblemente pequeño, a tal punto que la puerta apenas tenía lugar
para abrirse sin golpear con los sanitarios. Las paredes estaban descascaradas
y manchadas por la humedad. La habitación apenas se iluminaba, gracias a un
diminuto y oxidado ventiluz. El vidrio ampollado le confería una extraña
textura a la claridad que ingresaba del exterior, casi como pastosa. El techo,
sin cielo raso, consistía solo en una vieja chapa de zinc, y tirantes de
una<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>madera mohosa. Un foco de
veinticinco watts colgaba solitario en el centro del cuarto, rodeado de
telarañas. La cuarentona mujer, se desvistió mientras se calentaba el agua.
Tomó ropa interior limpia al azar, y se fue a bañar. Llevaba ropa al baño para
poder cambiarse allí, y aprovechar la calefacción otorgada por el calentador. <o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Se enjabonó y enjuagó rápida y
dificultosamente. La tarea se dificultaba debido al breve y escaso chorro de
agua, pero ya estaba acostumbrada. No tenían agua corriente, y hacía años que
se abastecían con una bomba manual que había en el patio. Se secó primero el
pelo lacio y extenso, que le llegaba hasta de la cintura. A pesar de la edad
siempre tuvo el pelo negro y bien oscuro, sin necesidad de teñirse. Luego
continuó por secar el cuerpo. Se mantenía bastante bien, considerando el escaso
cuidado que le prestaba al aspecto físico. Jamás utilizó cremas, lociones o
perfumes. Tenía la tez un tanto oscura, mitad por la herencia, y mitad por una
vida de trabajo duro al aire libre. Trabajaba desde pequeña cosechando verduras
en una quinta cercana, la cual pertenecía a unos ancianos portugueses. <o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Se puso el corpiño, y se ató la toalla tipo
turbante. Pasó la bombacha por la pierna derecha, y cuando iba a hacer lo mismo
con la izquierda se patinó. Cayó estrepitosamente, dando con la cabeza en el inodoro.
Murió al instante.<o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Sergio la encontró a la noche, cuando volvía
de trabajar en el negocio. Desnuda, con la ropa interior a medio poner,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y en medio de un gran charco de sangre. El
retrete se había roto, y el agua brotaba en dirección a la habitación. La casa
entera estaba inundada, con excepción de la mínima porción que ocupaba el
inerte cuerpo. El agua parecía evitar ese punto. Parecía no querer borrar el último
vestigio de la vida de Azul. Llamó a la ambulancia, la cual tardó cerca de
media hora en llegar. Para ese momento, él ya estaba convencido de que no había
chances. Fumó su último cigarrillo sentado en el umbral de la puerta, mientras
esperaba a los médicos. Nunca olvidará ese momento.<o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">El primer tiempo desde el reencuentro fue
fabuloso. Pasaban casi todo el día juntos. Se mimaban, y se decían cosas dulces
todo el tiempo. Siempre recordaban momentos románticos de su relación. Aquellas
vacaciones en Mar de las Pampas, las primeras citas, y cuando iban al parque de
diversiones que anualmente visitaba el pueblo. Hablaban, y conversaban
románticamente. Se entendían mejor que cuando ella estaba viva.<o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Pasó aproximadamente un mes, y Sergio debió
dedicarle más tiempo a su trabajo. Era la época de temporada alta, y los
clientes se multiplicaban. Había mucho turismo en la ciudad, y el puesto de
helados vendía como nunca. De lunes a jueves vendía en la plaza del centro, y
de viernes a domingo iba a la laguna. Generalmente llegaba tarde, y ella no
dudaba en recriminárselo. “¡Mirá la hora que es! ¿Te parecen horas de venir?
Vos tomate tu tiempo...total la estúpida te espera hasta las tres de la mañana.
Esto no es un hotel”. Le decía a los gritos, parada frente a la puerta de
entrada, con los brazos en jarra. <o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Poco a poco la cosa fue volviendo a la
normalidad. Pasado el primer tiempo de alegría por el reencuentro, los dos
retomaron su antigua y verdadera personalidad. Ella dejó de ser dulce y comprensiva,
para volver a ser rezongona, pesada, insoportable y gritona como en su época física.
Él por su parte, dejó de ser cálido, cariñoso y bondadoso, para volverse
áspero, tosco y violento. Azul vivía gritándole todo el tiempo, y él no la
aguantaba. Para colmo ahora no podía pegarle una cachetada para que dejara de
molestar, como solía hacer antes. La mujer rompía las bolas día y noche, y la
única manera de no escucharla era estar borracho. Sergio retomó la bebida para
poder soportar el castigo de su mujer.<o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">“No servís para nada, sos un fracasado. Toda
tu vida en pedo. ¿Cuándo vas a crecer? Sos un chiquilín, un pelotudo. Mamá
tenía razón, no se para que me casé con vos. Ella siempre me dijo que no me
juntara con un haragán como vos.” Los gritos y reproches solo agravaban la
situación. Él quería escaparse cada vez más, no quería volver a su casa ni en
broma. Siempre paraba un par de horas en un bar antes de volver a su vivienda. Periódicamente
se iba al puterío del pueblo después del trabajo, y a veces pasaba días sin
volver. Aparecía al tiempo, barbudo, con olor a licor, despeinado y sucio. Azul
lo veía y deseaba poder golpearlo. Poder tirarle con algo al menos. Él se
tapaba los oídos con algodón, y se iba a dormir. Ya ni la miraba siquiera, no
podía ni<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>verla. Llegó incluso a pensar
nuevamente en suicidarse, pero lo aterraba tener que encontrársela en el otro
mundo.<o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Una mañana durmió hasta tarde, y se quedó un
rato tirado en la cama para pensar. Se puso a recapacitar un poco y se dio
cuenta de que la relación, como estaba en ese momento, no iba a funcionar. Si
seguían así terminarían mal. Algo tenía que cambiar por que ambos estaban
sufriendo demasiado. La llamó a su mujer desde la cama, y haciendo un gesto con
la cabeza la invito a sentarse en el borde. Le pidió perdón por el maltrato, y
le aseguró que todo iba a cambiar. “Te prometo amor, que de ahora en más va a
ser distinto. No vas a tener que preocuparte más por mí. No voy a volver a darte
motivos para que te enojes, ni te voy a hacer renegar más.” Ella se puso
contenta y le devolvió una tierna sonrisa. Su marido iba finalmente a cambiar,
y lo haría por ella. Intentó acariciarle el rostro, pero su mano traspasó la
carne como si fuera humo. Una tierna lágrima rodó por la mejilla del fantasma.
Era feliz una vez más. “¡Al fin me vas a hacer caso! Vas a dejar la bebida, y
el cigarrillo. Ya no vas a ir más de putas. Vas a trabajar duro y a refaccionar
la casa. Vamos a ser felices, los dos juntos por siempre.”Sergio asentía a lo
que ella decía, con una extraña sonrisa en el rostro. Se levantó decidido de la
cama, y tomó algo de plata. Se puso una campera de hilo sobre los hombros, y
agarró las llaves de la mesa de luz. Desde la puerta, le gritó de la manera mas
dulce posible al espíritu de su esposa; “Ahora vengo mi amor, voy al quiosco a
comprar cigarrillos”. <o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Él nunca más apareció. La pobre Azul aún lo
espera, sin poder salir de su casa. Sin que nadie la pueda oír. Sin que nadie
la pueda ver, y sobre todo, sin que nadie la pueda amar.<o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Publicado en “La idea fija” de Mariano
Contrera<o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">Editorial “Cien kilómetros”.<o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><b><span style="font-size: large;">2010</span></b><o:p></o:p></span></div>
<br />LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-73556215264282615932019-03-18T18:48:00.001-07:002019-03-18T18:48:26.609-07:00Culotte<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-5e9d86c8-9391-f0d6-feb9-618ec93b1b12" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM5_Rq3ksNJg7r7U246uitMhfyRKVwCiYCxsfBxZBpKBcIEXcBXGs2i4xG_IGgEz_48N2bRKXPJ7RB-X9HHiT0be2vwdoGD0BysVTyJDmSjx6gcZU_DPa-iTcA7g1QGsHhsTuNxWwIJ2w/s1600/gettyima.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="490" data-original-width="612" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM5_Rq3ksNJg7r7U246uitMhfyRKVwCiYCxsfBxZBpKBcIEXcBXGs2i4xG_IGgEz_48N2bRKXPJ7RB-X9HHiT0be2vwdoGD0BysVTyJDmSjx6gcZU_DPa-iTcA7g1QGsHhsTuNxWwIJ2w/s320/gettyima.jpg" width="320" /></a></div>
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt;">Era una mañana de invierno horrible, gris y lloviznosa, muy melancólica. Miraba una y otra vez la hora en mí reloj. Ya comenzaba a desesperarme al ver que la extensa fila de Depósitos no avanzaba. Hacía cerca de una hora que estaba haciendo la cola en el abarrotado banco provincia. A lo lejos lo me pareció verlo a Fabián, como no estaba seguro de si era él, preferí no hacer el ridículo de saludar a alguien equivocado. Hacia años no veía, como a muchos otros compañeros de secundario. Finalmente, llegó el momento de pagar las facturas y nos cruzamos en la salida. Nos saludamos afectuosamente y me invitó a tomar un café para ponernos al día. Yo estaba de franco en el trabajo, así que no tenía nada mejor que hacer. Me llamó la atención una bolsita roja de Caro Cuore que llevaba, con una tarjetita atada al moño. Era obvio que había comprado un regalo en un local de lencería, y no le avergonzaba para nada que la gente lo notara.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">¿Siempre de novio con Cami vos? No había terminado la pregunta cuando ya comencé a arrepentirme de haberla hecho. Hizo un gesto extraño con su rostro que me lo dijo todo. La muesca de su rostro me dio un claro indicio de cuál iba a ser la respuesta. Camila era otra ex compañera nuestra, y ellos eran la parejita del curso. Siempre andaban juntos para todos lados. Él iba a ver sus partidos de Cestoball, y ella lo acompañaba a los ensayos de la banda. La última vez que los vi fue en Bariloche, y casi no salían de la habitación del hotel. Eran divinos, el uno para el otro, juntos como culo y calzón.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">“Hace dos años cortamos, pero ya lo superé. Ahora estoy bien.” Comenzó a contarme como habían ido alejándose, como después de los tres años de novio la cosa no era la misma. El hecho de estar casi todo el día juntos terminó pudriéndolos a los dos.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Camila era una chica rellenita, bastante caderona pero de buenas proporciones. Tenía un rostro angelical que ocultaba su carácter fuerte y decidido. Ojitos pequeños color caramelo y unas cuantas pecas bellamente distribuidas en su respingada nariz, conformaban una carita de nena muy excitante. Era una gordita bastante sexi. Tenía un aspecto d</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">ulce, pero había algo en ella que la hacía excitante. Tal vez la forma en que hablaba, lenta y suavemente arrastrando levemente las palabras. O tal vez era su extraña mirada, avasallante y devoradora.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Empezó a relatarme como había sucedido todo. Me dijo que una tarde de primavera ella le dijo sutilmente que la relación había llegado a su fin.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">“¡No quiero verte más! rajá de acá, ya no te soporto. Esto no da para más. Sos un plomazo” </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Camila era hija única y vivía todavía con su madre. Afortunadamente la vieja era copada, y tenía una muy buena onda. No molestaba para nada. Se llamaba Ester, estaba separada hacía varios años y debía trabajar doble turno en el colegio para mantener a su hija. Maestra de cuarto grado turno tarde y mañana, por lo que era poco el tiempo que pasaba en su vivienda. Era una mujer jovial, siempre cordial, y de buen humor a pesar de una jornada laboral agotadora. La quería muchísimo, era como una segunda madre para él. Muchas veces tomaban mate juntos, y se cagaban de risa. Se parecían mucho físicamente con Camila. Los mismos gestos y las mismas curvas, pero Ester era mucho más simpática y bondadosa. Era una señora espectacular. Por suerte esa tarde no estaba presente. No le hubiera gustado presenciar el momento en que su hija lo echaba. </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Fabián salió decidido de la habitación de su novia, con la certeza de que esa pelea sería definitiva. Cerró la puerta de un golpe, para hacer más dramática su salida. A los gritos desde el pasillo le expresó que él compartía la intención de separarse, aunque no fuese cierto. Se puso los anteojos de sol, tomó la mochila y la campera de jean. Simulando tranquilidad salió por la puerta de atrás como hacía todos los días. Era una casa pequeña y simple, de 3 habitaciones, pero prolija, y con un pequeño patio detrás. Cuando salió, secó sus lágrimas con la manga de la remera y largó un hondo suspiro. Levantó la mirada, y pudo ver la ropa que colgaba de la cuerda para que el sol y el viento la sequen. Entre camisetas, medias y pantalones, vio rodeado de un haz de luz el culotte que él le había regalado. Era rosa clarito, casi color crema. Tenía pequeños lunares blancos, y era de Licra y algodón con puntillas de encaje. Muy sexy, pero para nada vulgar. El muchacho se lo había comprado para su segundo aniversario de novios, y ella trataba de ponérselo en cada ocasión que hacían el amor. Si bien no tenían sexo con mucha frecuencia, y a pesar de que Cami no fuese gran cosa en la cama; él sentía que jamás había estado ni estaría con nadie igual. Estaba enamorado. Y ese es el mayor afrodisíaco existente.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Arrancó la prenda íntima de la cuerda y unos broches cayeron sobre el pasto verde. Se la llevaba como recuerdo. Se la llevaba para que no la usara con otro tipo. Se llevaba el culotte para tenerla cerca. En realidad no sabía por qué, pero se lo llevaba.</span></div>
<br />
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">La moza nos trajo el café y el relato hizo una pausa mientras la muchacha acomodaba las cosas sobre la mesa. A la vez que sacudía nerviosamente los sobrecitos de azúcar, Fabián continuó con su relato. Yo quería borrarme, se notaba que este pibe no estaba en sus cabales. Miré hacia la puerta como para calcular la distancia, en caso de que fuera necesaria una escapada de emergencia.</span></div>
<br />
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Me contó como lloraba por las noches, mirando las fotos de ambos. Se la pasaba recordando los momentos juntos. Leía una y otra vez las cartas en las que le prometía amor eterno. Muchas veces miraba la bombacha y la imaginaba a ella usándola. Tocaba la suave tela e imaginaba su piel. A pesar de estar recién lavada, él creía incluso sentir el dulce aroma de su sexo. La ponía todas las noches debajo de la almohada, para soñar con su ex. La llamaba a horas insólitas como un chiflado para decirle que pensaba en ella, y que la extrañaba. Le rogaba que lo perdonara, que él iba a cambiar si ella así lo quería. Pero evidentemente la pudrió, la chica al mes cambió el número de celular.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Fabi había tenido unas cuantas mujeres en su adolescencia, pero Camila fue su primera novia oficial. A pesar de no ser muy agraciado físicamente, lograba conquistar con su buen humor y muchos chistes estúpidos. Era flaco y bastante alto. Aunque se había dejado estar un poco, aún mantenía la figura. Era un tanto narigón, aunque la barba estilo candado que llevaba lo disimulaba un poco.</span></div>
<br />
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Tomé un sorbo de café mientras lo observaba. Estaba raro, ansioso, evidentemente no le hacía bien recordar. Me quería ir a la mierda antes que se pusiera pesado, pero era demasiado tarde. Intenté inútilmente cambiar de tema, ya estaba embalado y siguió contándome.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">“Estaba destruido, sentía que no podría olvidarla jamás. Tenía el corazón hecho pedazos.” miraba el oscuro líquido del pocillo, como si en él se proyectaran las imágenes de su memoria. Si yo me iba en ese momento, es probable que ni siquiera lo notara. Estaba tan inmerso en el relato que mi presencia era una mera excusa. Para ese entonces yo había perdido el poco el interés que tenía en el relato, pero de todas maneras el prosiguió.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">“Ya no salía casi, y mi vieja estaba preocupada. Yo no quería saber nada. Estaba re cortado. Por suerte tenía el culotte que me recordaba a mi “princesa”. Recuerdo que le quedaba hermoso. Un calce perfecto resaltaba esas mullidas y redondas nalgas que me volvían loco. Soñaba una y otra vez con ella, en especial cuando dormía con su prenda intima puesta. Parecía ser ella la que me acariciaba, y no la tela.” No podía creer lo que este flaco me estaba contando, lo miraba para saber si era otra de sus antiguas bromas pero su rostro me decía que era en serio. </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Yo había estado estudiando en Capital, y el trabajo no me permitía venir muy seguido. Estuve un tiempo de novio con una compañera de facultad, así que eran contadas las veces que volvía a Lobos. Generalmente para fiestas familiares o cumpleaños. Dejé de tratarme con mis antiguos amigos y conocidos. Recién ahora que ya estoy recibido, y distanciado con mi novia capitalina, estoy de vuelta por mis pagos. </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Siguió contándome cómo sus amigos, mis antiguos compañeros de colegio, comenzaron a hacerlo salir casi a la fuerza de su casa. Lo llevaban a bares y boliches, pero él no podía mirar a una chica sin compararla con su ex. A veces observaba los culos de las mujeres que pasaban cerca, no porque le gustara la mina, sino para intentar adivinar que ropa interior usaba. A lo largo de unos meses tuvo la chance de estar con un par de damas, todas rellenitas. Lamentablemente, abandonaba toda maniobra al ver que no llevaban un culotte como el que el añoraba. Los amigos, mitad como una medida desesperada y mitad usándolo como excusa, lo llevaron a clubes de strippers en Capital. Sin embargo el seguía con su locura, no había manera de sacarlo de su melancolía. Ni siquiera cuando lo llevaron a un puterío en la plata, donde le pagaron un turno con la chica más linda del establecimiento. Llevó su querida bombacha en el bolsillo y se la hizo poner a la prostituta. Ella siguió al pie de la letra sus indicaciones, pero para él no era lo mismo. Abandonó la habitación a los diez minutos, ante la estupefacta mirada de todos. Varios de los amigos ni siquiera habían elegido su cita aún, cuando él salió y se puso a esperarlos afuera. Tal vez por el alcohol encima, o por resignación, los pibes no le dieron mucha bola. Tal vez incluso ni se dieron cuenta. Lloró sentado afuera en la vereda, solo y con frío. Se odiaba a si mismo por ser tan idiota, por no poder disfrutar como sus compañeros de algo tan simple, tan natural, tan primario. Sabía que no era normal, pero todavía la extrañaba y pensaba en ella. En esa obscura calle todavía la imaginaba cerca, a la vez que con su mano acariciaba la prenda femenina contra su pecho.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">“Ahí fue cuando me cayó la ficha. Ahí entendí todo.” Dijo convencido, mientras buscaba fuego en el bolsillo de la camisa a cuadros celeste.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Fabián hizo una pausa en su relato, para prender un cigarrillo. Lo encendió con manos temblorosas y dio una profunda pitada. Como liberándose de una pesada carga, cerró los ojos y exhaló lentamente. El humo formaba extrañas y fantasmagóricas figuras frente a su impávido rostro.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">“Estaba en la puerta del puterío y se me aclaró todo”. Continuó. “En verdad me di cuenta lo que me estaba pasando. Había idealizado tanto a Cami, que busqué por todos lados una mina igual. Lo del culotte era una excusa que me había creado yo mismo. Nunca iba a encontrar alguien a quien le quedara igual, porque tampoco era lo que buscaba. Yo no necesitaba la prenda íntima, sino a la dueña. Yo la buscaba a ella, o mejor dicho a la imagen que de ella tenía en la cabeza. Los recuerdos con el correr del tiempo y del olvido van mutando. Dejan de ser un recuerdo de la realidad, y se convierten en una representación del propio ideal.” Dio otra rápida aspirada al Philip Morris. </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Yo lo miraba nerviosamente, temeroso por saber de lo que era capaz este loco de mierda. A la vez estaba expectante por el desenlace de la historia.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;"> “Cuando volví a Lobos al otro día, hice lo imposible por encontrarla. La hija de puta se había mudado y me costó un huevo. Pero finalmente la localicé. Vivía en Navarro, la madre había conseguido un laburo allá y se fueron. Llegué a la dirección que me habían dicho, era un departamentito nuevo bastante lindo aunque pequeño. Voy, toco timbre y sale Camila. Recién se levantaba de la siesta parecía, porque estaba en pijamas. Le expliqué que estaba mal y que la extrañaba. Le conté que me había llevado la bombacha ese día, y que la llevaba conmigo a todos lados...le conté cada detalle de la misma manera que te lo conté a vos. Entonces ahí yo saco del bolsillo de atrás del pantalón el culotte, y se lo devuelvo. Ya no lo necesitaba. Ella primero lo mira con una expresión como de asco, de impresión...pero en seguida el gesto se convierte en una especie de sonrisa. Me observa a los ojos con una expresión llena de gozo. Me di cuenta que algo bueno por fin iba a pasarme, lo presentía. Tomó la prenda con sus dulces manos y mirándome fijamente me dijo algo que cambió mi vida para siempre”</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Yo estaba inmóvil esperando para ver qué pasaba. El café estaba ya helado. Estaba tan inmerso en el relato que había olvidado por completo la infusión. Fabián apagó correctamente el cigarrillo en el cenicero de Cinzano, mientas largó los últimos restos de humo de sus pulmones.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">“Ese culotte no es mío, es de mi vieja” dijo la insensible joven, con un dejo de satisfacción por el sufrimiento ajeno.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Pobre pibe, el golpe habrá sido grave. Debió ser como un baldazo de agua fría. Seguro vio caer todas sus esperanzas, todas sus expectativas y deseos. </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">“Pero ahora estoy bien por suerte, ya lo superé.” Se lo notaba más relajado, como si ya hubiera dejado todo atrás. Como si se hubiera sacado un gran peso de encima, con el mero hecho de relatarlo.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">“Muy bien. Te felicito. Me alegro que lo hayas dejado atrás. ¿Y ahora qué haces? ¿En qué andas?”</span></div>
<span style="font-family: "calibri"; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">“Ahora salgo con la vieja” Me contestó mientras pedía la cuenta.</span>LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-40269300337925076182019-03-14T20:59:00.001-07:002019-03-14T21:09:26.542-07:00Borges y yo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIuIa07mO3PM2T95JHtbthow5YFX6bYE1TFRmUAhbyCKsgQm6YuBlBqWlG9-R3C1xlexkvBeB_AzTMWKiYMjHqgqtVcNy8RVLHn951xV09EOo2zXVglc-8UknUzzMLj1u_HyGq5_P9nrk/s1600/Jorge-Luis-Borges1-702x336.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="336" data-original-width="702" height="306" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIuIa07mO3PM2T95JHtbthow5YFX6bYE1TFRmUAhbyCKsgQm6YuBlBqWlG9-R3C1xlexkvBeB_AzTMWKiYMjHqgqtVcNy8RVLHn951xV09EOo2zXVglc-8UknUzzMLj1u_HyGq5_P9nrk/s640/Jorge-Luis-Borges1-702x336.jpg" width="640" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; mso-margin-top-alt: auto; mso-outline-level: 1;">
<b><span style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: 24.0pt;">Borges y yo <o:p></o:p></span></b></div>
<span style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Jorge Luis Borges <br />
<br />
Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires
y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la
puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una
terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de
arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del
café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un
modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado
afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir para que
Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta
confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden
salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del
lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme,
definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco
a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y
magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser;
la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en
Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros
que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo
traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con
el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que
idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del
olvido, o del otro.<br />
<br />
No sé cuál de los dos escribe esta página.<br />
<b><br />
<!--[if !supportLineBreakNewLine]-->(Extraído del libro "El Hacedor", Emecé, 1960)</b><!--[endif]--></span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span>
<span style="font-family: "times new roman" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"></span><br />
<div class="MsoNormal">
Dentro de la historia borgeana, se pueden enumerar algunos datos:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Su primer texto publicado fue la traducción al español de
“El príncipe feliz”, de Oscar Wilde. Fue en un periódico en 1910. Más tarde, en
1923, publicó Fervor de Buenos Aires, libro de poesía.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Borges no escribió novelas. Su padre, Jorge Guillermo
Borges, sí lo hizo. El texto se llamó “El caudillo”. María Kodama, explicó que
comenzó el borrador de un guion de cine sobre Venecia pero no continuó.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
En 1944 publicó Ficciones. Se dividió en El jardín de
senderos que se bifurcan y Artificios. En este segundo incluyó el cuento El
Sur, que se inspiró a partir de un accidente que sufrió en la Navidad de 1938,
un golpe en la cabeza que casi le cuesta la vida.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Recibió varias distinciones: Premio del Fondo Nacional de
las Artes, Premio Miguel de Cervantes, Doctorado honoris causa en prestigiosas
universidades, entre otros. Sin embargo, no recibió el Premio Nobel. Aunque en
1966, la Sociedad Argentina de Escritores promovió su candidatura al galardón.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Borges quedó ciego como consecuencia de una enfermedad
congénita, después de los 50 años. No le impidió continuar con sus actividades.
En 1977 brindó una conferencia sobre la ceguera, en ese entonces todavía podía
distinguir algunos colores. Rescató al amarillo: “Me ha sido siempre leal, me
ha acompañado siempre”.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
A 33 años de la muerte de Borges, los homenajes continúan.
Escritores argentinos de la SADE lo celebrarán con una “gran suelta” de poemas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<br />LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-60204058267570096192019-01-03T18:44:00.003-08:002019-01-03T18:44:54.222-08:00De regreso en el circuito literario lobense<span style="font-size: large;"><b>Estimados amigos: vuelvo a contactarme con ustedes por este medio luego de un prolongado paréntesis. Este blog fue concebido para ir publicando mis cuentos, algunos inéditos, que por el momento no puedo hacer en formato libro. Seguramente en este 2019 se vendrá una nueva novela, puesto que me siento más cómodo incursionando en ese género. Sobre todo luego de haber publicado "Las dos muertes del General". Sin embargo, por los motivos de público conocimiento que encarecen el costo de imprimir un libro, aprovecharé ese tiempo hasta que la situación mejore para seguir haciendo correcciones a mis textos, un trabajo que nunca termina, pero que permite ir dando la mejor forma posible a la idea que uno fue esbozando desde la ficción.</b></span><br />
<span style="font-size: large;"><b><br /></b></span>
<span style="font-size: large;"><b>Sólo me resta decirles que seguiremos en contacto, y que cualquier novedad que surja la daré a difusión por los medios de nuestra ciudad, tanto digitales como impresos. Aunque no haya certezas, debemos trabajar, cada uno desde su lugar, para tener un año mejor. </b></span><br />
<span style="font-size: large;"><b><br /></b></span>
<span style="font-size: large;"><b>Gracias a todos quienes me apoyan incondicionalmente, en particular a mi familia y amigos. </b></span><br />
<span style="font-size: large;"><b><br /></b></span>
<span style="font-size: large;"><b>Mariano. </b></span><br />
<br />LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-31755486246981492182018-08-14T17:42:00.002-07:002018-08-14T17:42:35.842-07:00Cuento: "Día del Padre" (2015)<div class="MsoNormal">
<u><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>Día del
padre<o:p></o:p></b></span></u></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>-Feliz día del
padre, viejo.- Su hijo le daba una palmada en la espalda, mientras los nietos
revoloteaban a su alrededor, ansiosos más ellos por la apertura del regalo que
el propio agasajado. Con cuidado quitó las cintas del paquete y sin romper el
papel que podía serle útil en el futuro lo desembaló, era una Tablet, flamante
y reluciente… cosita, que el viejo Kikimora no sabía para qué demonios servía,
o mejor dicho, sabía, no era que vivía en un caño, pero no le interesaba que es
distinto, ni le encontraba sentido. Simulo sorpresa, aunque nunca fue lo suyo
la actuación, a su hijo le regaló una bufanda, ambos desearon poder
intercambiar los regalos. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>No es que
despreciara a su hijo, solo que le daba una especie de… asco, o vergüenza
quizás. Aborrecía ese estereotipo de publicidad de gaseosa light en el que se
había convertido. Pelo corto, anteojos pequeños, camisa prolijamente
arremangada, y mucha cara de nabo. La casa parecía sacada de una publicidad,
con pisos, muebles y sillones completamente blancos, toda la familia sentada a
la mesa con una gran ensalada en medio y riendo a carcajadas con los brillosos
dientes a flor de piel. Un gran ventanal daba al pequeño patio, con césped
sembrado, en el que se estaba cocinando en una parrillita portátil.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>El pibe hizo
un asado horrendo, de maricón. La esposa es vegetariana, así que cocinó
berenjenas a la parrilla, hamburguesas de garbanzos, y vaya a saber que
porquería más, para el abuelo carnívoro un churrasquito de lomo recontra seco y
quemado. Siguió fingiendo alegría, sobre todo por los nietos que si bien eran
unos guachos malcriados, ellos no tenían la culpa. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>Yo les voy a
explicar, no es que el viejo Amancio Kikimora era un renegado total y mal
parido, sino que él simplemente quería estar sólo en esa fecha, que nadie le
rompiera la paciencia. Pero su hijo le insistía y le insistía, pensando que por
estar solo en el día del padre no sé qué calamidad fuera a pasarle, si de todas
maneras permanece solo el resto del año. Su mujer había fallecido hacía siete
años, un 16 de junio, fecha que proverbialmente solía caer el mismo día que el
día del padre. El viejo sinceramente deseaba estar tranquilo, todavía la
extrañaba y pretendía que así fuera, quería extrañarla en paz, pero
aparentemente su hijo y su nuera quieren maquillar todo. No hay que mostrar
emociones negativas, todos felices y nada más, que no se note que él la caga
con la secretaria y ella con el del chalet al lado, pero me estoy yendo del
tema, perdón.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>En la
sobremesa, mientras tomaban un té de caléndula silvestre (la cafeína estaba
prohibida en esa casa), dejaron deslizar la idea que venían masticando desde
hacía meses seguramente.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>-¿Por qué no
intenta ir a un psicólogo, Amancio?- Fue ella la que tuvo la desfachatez de
decirlo, él siempre fue un cobarde. -Probablemente lo ayude, a nosotros nos
hizo muy bien terapia. Ya hablamos con el mismo profesional al que solemos ir
nosotros y está dispuesto a recibirlo como paciente, si quiere podemos pagarle
algunas consultas si quiere...- parecía orgullosa de haber ingeniado esa idea
estúpida, porque su sonrisa era más tonta que nunca.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>Como era
previsible, al señor Kikimora no le gustó ni medio la idea, pero al ser
bastante miserable todo lo que fuera gratis le atraía, además secretamente
disfrutaba hacerles gastar plata a esos miserables. El Licenciado Zamudio le
pareció un chamuyero bárbaro, afortunadamente tenían aproximadamente la misma
edad, cerca de setenta, y podían hablar de futbol y programas de televisión
antiguos, era algo bastante ameno la verdad. La única cosa útil que pudo
rescatar el paciente de las sesiones fue la idea que le dio el psicólogo de
alejarse de los recuerdos, según el licenciado, la estrategia era ir
deshaciéndose de los elementos que tuvieran recuerdos anexados de su fallecida
esposa. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>-Poco a poco,
y a medida que vaya haciendo el duelo, trate de paulatinamente ir
desprendiéndose de aquellos objetos atribuidos de emotividad, que tengan una
carga emocional fuerte. No le digo que los tire, pero al menos alejarlos de su
radio de acción diario, moverlos hacia otra habitación menos utilizada, o
quizás incluso venderlos puede ser beneficioso, ya que la pena por el
desarraigo de aquellos sentimientos se indemniza parcialmente con una
compensación económica.- Le dijo el licenciado entre cigarrillos compartidos.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>Por supuesto
que no fue fácil, tampoco es soplar y hacer botellas, fue muy duro y le llevó
tiempo a Amancio juntar la fuerza necesaria para tomar una decisión tan
importante. Sacar el antiguo vestido de novia de su esposa del ropero de su
habitación no fue una pavada. Lloró como un niño, lo abrazó, se tomó el tiempo
para despedirse, lo metió en una bolsa de residuos y lo llevó a la calle para
luego arrepentirse e ir corriendo a buscarlo, hasta que se le ocurrió una idea.
No sé si ya les dije que el señor Kikimora era bastante tacaño, por lo que
pensó “en lugar de tirar a la basura el vestido, voy a ponerlo a la venta en el
local”.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>La casa del
ahora viudo era un caserón antiguo, con puertas largas y cielos rasos altos,
había seis habitaciones enormes con pisos de madera. Estaba ubicada detrás de
un local desocupado también de su propiedad, de unos ocho metros de frente, que
daba a alguna calle angosta del barrio de Flores, ¿o era en el Once? aunque
pudo ser también en cualquier otro barrio o ciudad. Colgó el vestido de una
percha, y le colocó un precio deliberadamente alto, quince mil pesos, era obvio
que inconscientemente no quería desprenderse de él todavía, pero al menos se
inventaba una excusa para poder auto convencerse de que podía seguir adelante
con su vida. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>Hacía años que
estaba abandonado, y últimamente la mugre de la vidriera apenas permitía ver
hacia adentro, entre la tierra adherida de varios veranos, las calcomanías
viejas pegadas, la pesada cortina de rejas y hasta verdín. Nunca daba el sol,
unos enormes nogales ofrecían sombra permanente llenando el frente de humedad,
y de noche bloqueaban la luz de los faroles de la calle. Primigeniamente su
padre, inmigrante japonés, vendía repuestos de máquina de coser, luego fue una
ferretería y al final una compra venta de muebles usados.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>Después del
vestido de novia, al mes, se las arregló para deslomarse haciendo fuerza por
los pasillos con un ropero antiguo que también llevó al local, el cual fue
tazado exorbitantemente por él en las cinco cifras. Siguió el resto del
guardarropa femenino, todo meticulosamente etiquetado con precios descomunales.
Era como poner precio a sus recuerdos, vender partes de su vida, sus historias
y su esposa. Qué diría ella si me viera, solía pensar. Como podría mirarla a la
cara cuando se encuentren en el más allá, sabiendo que prostituyó sus
pertenencias, y mancilló su memoria.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>La mesa de luz
fue un tanto más fácil, no tenía demasiados recuerdos asociados, salvo que ella
guardaba allí sus medicamentos que tomaba antes de dormir, y sus collares y
aros. Aún conservaba el que le regaló él para su primer aniversario juntos
cuarenta años atrás, una imitación de perlas. Le puso un precio más caro que si
fueran perlas verdaderas, ese collar tenía un valor sentimental extremadamente
caro.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>Poco a poco
fue dándose cuenta que casi todas sus pertenencias le recordaban de una manera
u otra a su esposa fallecida, su amada Malvina. Las sillas del comedor que ella
supo elegir ése día en la mueblería cuando el vendedor le miraba el escote, él
se dio cuenta, pero no dijo nada porque le dio un importante descuento.
Recordaba aquella tarde de verano en la que el nene dormía la siesta, e
hicieron el amor sobre esa mesa de roble recién comprada, una de las patas no
estaba bien asegurada y se cayeron dándose un tremendo golpe. La cocina le
recordaba las sabrosas comidas que solía prepararle, pero sobre todo aquella
primera comida, el día que se mudaron juntos, cuando ella quemó el pollo al
horno y llenó el ambiente de humo. La pava le recordaba sus mates, las ollas
sus guisos, la sartén sus revueltos de papa. Todos estos implementos fueron
poco a poco instalándose con precios astronómicos en el local que daba a la
calle, ¿era en Palermo o en Abasto? No recuerdo, pero era un barrio por demás
tranquilo.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>Llegó un
momento en que lo único que le quedaba era una radio, el televisor (ninguno le
importaba en lo absoluto) y la cama. Era paradójicamente el último artefacto
que había aun en la casa, y el que más recuerdos le traía. Acumulaba desde las
evocaciones más pecaminosas y eróticas, hasta las más tiernas e íntimas,
aquellos momentos en que la oía respirar mientras dormía, cuando sentía su
aliento cálido en el cuello y los largos cabellos negros de Malvina en su
pecho. Había noches juntos que jamás pudo olvidar, como cuando concibieron a
Martín, o cuando éste lloraba toda la noche sin dejarlo pegar un ojo, o las
veces que dormía con ellos si había tormenta. Tenía miles de recuerdos hermosos
relacionados a esa cama, pero también uno que jamás podrá olvidar aunque haga
todo el esfuerzo del mundo, aquella mañana en la que ella no despertó, la quiso
abrazar semi dormido y se espantó con aquel cuerpo helado.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>A la cama la
acomodó al fondo del local, alejada lo más posible de la vidriera. Ya sin
pertenencias en su casa no le quedó más remedio que dormir allí en el negocio,
de todas maneras el vidrio era casi impenetrable y era muy poca la gente que
pasaba por esa calle. Nadie pudría notar su presencia. Paulatinamente, su vida
fue mudándose allí, detrás de aquel mugroso vidrio y esa pesada cortina de
rejas de acero. Solo salía para ir de compras al supermercado chino del barrio,
había abandonado toda interacción con vecinos y conocidos, no tenía sentido ya
nada para él. No volvió por el barcito que quedaba a dos cuadras y del que
solía ser cliente asiduo, poco a poco fue recluyéndose, armando su refugio, su
bunker para resguardar aquellos recuerdos, no podía dejarlos solos ni
abandonarlos.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>Una mañana,
mientras tomaba mates sentado en la cama todavía en calzoncillos, lo sorprendió
en demasía un tipo que le golpeaba el vidrio con los nudillos. La abrió la
puerta y luego de interrogarlo, éste le comentó que estaba interesado en la
compra de artículos antiguos, en desuso, cosas olvidadas que la gente
desperdicia o abandona, y había visto que tenía muchas cosas a la venta allí.
Seguramente debe ser algún decorador de interiores o algún modisto, pensó el
viejo Amancio, porque estaba vestido raro, de traje pero estilo antiguo, con un
pañuelo en el cuello, y un gran sombrero, como se usaban antes. Luego de que el
tipo le insistiera, aceptó dejarlo pasar, le mostró los mueble y los demás
artículos, no sin hacer evidente el elevado precio de cada uno.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>-Mire que
están caras las cosas, piense bien si le conviene…- Hacía todo lo posible para
disuadirlo de realizar compra alguna, todavía no estaba listo para vender
aquellas cosas.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>-Me llevo
todo. Sume y saque bien la cuenta, mañana vengo con la plata.- Dijo el extraño,
con vos firme y segura. Sin siquiera despedirse dio media vuelta y salió. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>Kikimora
realmente no esperaba que volviera a aparecer el hombre del sombrero, pero sin
embargo a la mañana siguiente allí estaba el tipo, esta vez llevando un bolso.
Sin rodeos ni prolegómenos el tipo le preguntó cuánto era por todo lo que había
en el local. La suma ascendía a un poco más de medio millón de pesos, Amancio
le dijo el numero lentamente para que sonara más pesado aún en un último
intento de disuasión, de todas maneras estaba confiado, solo un loco podía
llegar a pagar semejante cantidad por toda esa basura. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>-Tome,
cuéntelo.- le dijo el tipo entregándole el bolso. Kikimora contó el dinero dos
veces, le devolvió los pocos pesos que sobraron y obnubilado por semejante
cantidad de dinero aceptó la venta. Se dieron la mano, cerrando el acuerdo.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>-¿Cuando viene
a recoger las cosas? Venga con el flete cuando quiera- dijo el iluso Kikimora.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>-No necesito
flete, lo que realmente me interesa puedo llevármelo puesto.- Amancio pensó que se refería al vestido de
novia, después de todo tenía pinta de raro, pero antes que haga más conjeturas
el tipo de sombrero aclaró sus dudas.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b> -Mire, lo que realmente me interesa es su
vida, y puedo a cargar con ella. Ya le dije, yo compro artículos en desuso,
cosas que la gente no aprovecha, desperdicia o abandona, usted estaba haciendo
eso mismo con su vida, además estaba en la vidriera. Usted mismo se estaba
ofreciendo.- Kikimora intentó aclarar el malentendido y arrepentirse de la
transacción, pero el tipo le aseguró que al estrechar sus manos ellos firmaron
un contrato tácito irrompible. Chasqueó los dedos, y desaparecieron del lugar,
Kikimora, el tipo del sombrero, la cama, el ropero, las ollas, la cocina, la
pava, la ropa, el vestido de novia, la mesa de luz, el velador, la heladera
Siam, los portarretratos, los sillones…todo menos el bolso, la radio y el
televisor.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>Cerca de seis
meses después, para el día del padre, su hijo y su nuera fueron a buscarlo,
intentando simular interés y cariño nuevamente. Durante todo el tiempo
transcurrido no se les ocurrió ni siquiera hacerle un mísero llamado telefónico
al viejo, ni para saber cómo estaba, o siquiera para saludarlo. Tocaron timbre,
con una fingida sonrisa por si alguien aparecía, -No está, mala suerte,
vámonos.- dijo la nuera cuando nadie salía a abrir. No le caía bien el viejo,
era un recuerdo de como era su marido, un carnívoro sin estilo, antes de que
“evolucionara” en un porteño de clase media alta que vive en un barrio privado
de Pilar. Tocaron nuevamente, y como nadie salía entraron con una copia de la
llave que tenían para emergencias. Al ver la casa vacía se preocuparon, y
pensaron lo peor, pero el bolso abierto con la plata saliendo de él, en el
suelo en medio del local los hizo olvidar del viejo Kikimora. Con el dinero
remodelaron la casa e hicieron en ella un restaurant orgánico vegetariano, en
un barrio que paso de ser olvidado a ser chic. <o:p></o:p></b></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 115%;"><b>El siguiente
día del padre almorzaron allí.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="separator" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;">
</div>
<div>
<b><br /></b></div>
<b><br /></b>
<b><br /></b>
<br />LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-39826640848462515342018-06-25T16:06:00.001-07:002018-06-25T18:44:10.692-07:00Cuento: "A la sombra"<b><span style="font-size: large;">La sombra de la parra aplacaba apenas el calor agobiante de aquel martes 18 de enero, el sol caía y los últimos rayos de luz se filtraban por entre las pobladas y fructíferas ramas; me dejaba llevar por uno de esos míseros placeres que un tipo de clase medía puede darse, un Gancia con soda, hielo y limón mientras observaba, sentado en una reposera de playa, el patio con pasto recién cortado por mí en la víspera, con una mezcla de orgullo y resignación a la vez. No era por demás extenso, pero permitía la existencia conjunta de una frondosa higuera y un antiguo limonero que raquíticamente resistía con sus últimos esfuerzos los ataques del invasivo fruto de la vid. Me llamó la atención un pájaro rengo de un ala, que se las arreglaba para engullir los diversos frutos, moviéndose de una planta a otra con gran destreza.</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b>
<b><span style="font-size: large;">Era tal la pesadez de la tarde que hasta los insoportables perros del vecino parecían haberse tomado un respiro de sus incansables ladridos para dar lugar a una propicia siesta, solo podía oírse un sepulcral y por demás pacífico. Sepulcral era una palabra por demás apropiada, ya que la muerte parecía estar rondando el ambiente y uno podía sentirla tan cercana como fuera posible. Ni autos, motos, ni música, tampoco niños jugando, ni cantar de las aves, mucho menos gente charlando en las calles. Silencio. Solo silencio. </span></b><br />
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b>
<b><span style="font-size: large;">Divagaba mientras el sueño comenzaba a apoderarse de mí, luego de tres vasos de aperitivo la mente deambulaba por diversos “qué hubiera pasado si…” cuando de pronto algo me rescató forzosamente de los brazos de Morfeo. Fue tal el cagazo que me pegué que una sonora y estridente puteada pudo oírse en todo el barrio. Algo había rozado mi pierna, era un pequeño y anaranjado gato, medio atigrado con franjas amarillas a lo ancho de su lomo.</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">-Fuera de acá gato boludo, no tengo comida-. Casi se lo susurré, como si alguien pudiera escucharme hablando con un animal, mientras me despabilaba un poco, me sorprendí de todavía tener un vaso a medio llenar en mi mano derecha. Afortunadamente no estaba mi hijo de ocho años en casa, de lo contrario hubiera roto soberanamente las pelotas para que lo adoptemos como mascota. <span style="white-space: pre;"> </span> </span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">Me mandé lo que quedaba del vaso de un solo trago, lamentablemente me di cuenta demasiado tarde que estaba caliente como el pis del mismo gato que me estaba acariciando.-¡Fuera!- Esta vez fui un poco más incisivo con mi orden, incluso acompañé con un brusco ademán con la mano, como para asustarlo un poco, pero como todo resultado obtuve una mirada perpleja, por demás humana, que me observaba con atentamente, con la cabecita medio ladeada, escrutando en mis como intentando figurarse que mierda le estaba diciendo.</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">-Mirá gatito, ¡Si buscás alguien que te adopte acá cagaste eh! Lorenzo se fue con mi señora a la casa de los abuelos, y el único que podía darte bola era él, porque mi señora odia a los gatos. Aparte hace como un año que me está rompiendo las bolas con que quiere un perro, y si te dejo entrar a casa ¿quién la aguanta después? viste como son las mujeres…Correte, me voy a preparar otro vasito.</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">No sé si sería la incipiente embriaguez, o el hecho de estar solo, pero una súbita oleada de ternura me invadió mientras exprimía las últimas gotas de un limón.</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">-Tomá, media milanesa fría. Te la doy porque hace como una semana que está ahí, ¡no pienses mal eh! Ya se como son ustedes, en seguida se encariñan y después no se van más.- El felino la devoró rápida pero a la vez suavemente, como disfrutándola, me pareció algo raro, ya que los gatos que había tenido cuando niño comían como muertos de hambre.</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">-¡Debes ser el único al que le gustan las milanesas de Clara!-Lancé una carcajada al aire, pero la callé instantáneamente al darme cuenta de mi soledad. El animal me estudió nuevamente, vigilándome. Es curioso lo estúpido que se siente uno al reírse en soledad ¿acaso necesita uno de oyentes para exteriorizar emociones? Tenemos pudor en soledad pero no en público,que cosa extraña.</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">La luz de la madrugada me trajo de vuelta al mundo, abrí los ojos como pude, eran las seis de la mañana según mi celular, aunque el sol brillaba como si fueran las diez. Aparentemente un cuarto Gancia había sido demasiado. No había rastros del felino, me desperecé como pude y me fui a la cama, a esperar al resto de mi familia como si nada hubiera pasado. Llegaron tipo once y algo, y me despertó Lorenzo de un salto en la cama, dentro mío lo puteé un poco por haberme despertado, era brava la resaca todavía, pero al instante recobré la alegría por encontrarme con ellos nuevamente. Me pusieron al tanto en segundos sobre la breve visita a los parientes, y disimulando mis deplorables condiciones físicas me incorporé lo más rápido que pude. Unos mates me despabilaron un poco, mientras me hacían traspirar en otro sofocante día de verano. Anunciaban treinta y cinco grados de temperatura, y lluvia recién el domingo. </span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">-¿Te agarró hambre anoche amor? Te comiste la media milanesa vieja esa, ya la iba a tirar. Como te gustan tanto hoy te preparé más. A la napolitana ¿Qué te parece?- Almorzamos milanesas nuevamente.</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">Simulé placer al comer, besé a ambos en la frente y me fui a trabajar. Un día de mierda en el laburo, como cada uno de los días de laburo. Llegué tarde, como siempre, ya era de noche y para cuando aparecí de vuelta en casa ya estaban los dos durmiendo. Lorenzo tenía jardín mañana temprano, y su madre estaba cansada aparentemente. Abrí la heladera, me serví un vino blanco con soda, y en un Tupper verde no pude evitar encontrarme con las sobras de almuerzo, media napolitana con papas hervidas. No tenía apetito, solo cansancio y calor, mucho maldito calor. Abrí la puerta del patio solo para encontrarme con mi nuevo amigo, el fanático de la cocina de Clarita. Siempre me gustó “Don Gato y su pandilla”, por eso se me ocurrió llamarlo Demóstenes, ese tierno gato tartamudo de la tira cómica, personaje inspirado remotamente por un filósofo griego cuya dificultad en la oratoria fue superada a fruto de recitar enseñanzas con varias piedras en la boca. Ahí estaba el anaranjado animalito, esperándome. Puse el Tupper en el piso, y me senté al lado, en la reposera de caño a beber mi vinito. Charlamos un rato, le conté que estaba medio podrido de todo, cansado, cansado de todo, de trabajar, de mi trabajo en la fábrica de colchones, cansado de tener cuarenta años y ninguna ambición a la vista, sólo la misma vida día tras día. Él me entendió, me comprendió y conoció mi sufrir, me acarició los tobillos con su dorado pelaje, como teniéndome compasión.</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">-Mirá loco, la verdad me encantaría ser como vos. La vida que llevan ustedes los animales es espectacular, nadie les rompe las bolas, andan por cualquier lado, están con cualquier gata, no le deben plata a nadie, no tienen un crédito en el banco que les saca la mitad del sueldo todos los meses… No tienen que trabajar. ¡Por dios, no tienen que trabajar! Daría lo que fuera por ser libre de nuevo, ser un espíritu salvaje.- Miraba en cielo casi sin pensar lo que decía, y mientras recitaba esas palabras, una estrella fugaz cruzó el cielo. Así fue como mi sueño comenzó a hacerse realidad, nunca imaginé que al día siguiente me encontraría en una con una vida completamente distinta, sería una persona nueva, soltero y sin nadie a quien rendir cuentas.</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">No crean que un genio mágico se presentó en mi casa, ni que el gato en realidad era un ser superior que cumplía deseos, o que era la reencarnación del lama, ni que la estrella fugaz me concedió otra identidad por la mañana como suele ocurrir en las películas pedorras; lo que ocurrió en realidad fue que mi mujer se levantó a tomar agua en medio de la noche, y me escuchó hablando con el gato, pudo oír sobre mis anhelos de libertad, de modo que simplemente me dijo:</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">-Así que estas podrido de todo…entonces tomatelás- Me armó las valijas y en media hora estaban en la puerta de calle esperando por una respuesta. –Decidite, si te vas no volvés-.</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b>
<b><span style="font-size: large;">Ahora somos dos. Demóstenes y yo.</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;">Y los dos extrañamos las milanesas.</span></b><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBiKCMWSjyH8vdi4xMM6Lirtq2qlTAF96UO0k1qMu3-B8vRzjqPdnnTGdjn0wVLf1xwq1bbAiI3VeMNcm8sVJT0FJIJebZK9AZ7Wy7-v7mT67gxR_NHEyZSjuPLDyW0RakUXBclfjOn8k/s1600/gato_naranja_en_la_calle-830x607.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img alt="" border="0" data-original-height="607" data-original-width="830" height="467" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBiKCMWSjyH8vdi4xMM6Lirtq2qlTAF96UO0k1qMu3-B8vRzjqPdnnTGdjn0wVLf1xwq1bbAiI3VeMNcm8sVJT0FJIJebZK9AZ7Wy7-v7mT67gxR_NHEyZSjuPLDyW0RakUXBclfjOn8k/s640/gato_naranja_en_la_calle-830x607.jpg" title="" width="640" /></a></span></b></div>
LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-40427461504849039112018-05-25T17:59:00.001-07:002018-05-25T17:59:28.842-07:00La playa<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu4fDXbuWMqrBF5boWrBe2rAEHtaaKDWwe7RJWPofjlU-URaCquEQriEQoIqOMK1xRpbdpnc2p8opot0cDvr0nda9120ju0WtfqoMnf7eatTvKfCvw9IQUIDWit71n09gRvuHyupNDw-g/s1600/depositphotos_1136506-Sea-fishing-at-storm.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="614" data-original-width="891" height="220" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu4fDXbuWMqrBF5boWrBe2rAEHtaaKDWwe7RJWPofjlU-URaCquEQriEQoIqOMK1xRpbdpnc2p8opot0cDvr0nda9120ju0WtfqoMnf7eatTvKfCvw9IQUIDWit71n09gRvuHyupNDw-g/s320/depositphotos_1136506-Sea-fishing-at-storm.jpg" width="320" /></a></div>
La playa ofrecía un paisaje desolador, era pleno invierno y la escalofriante temperatura llegaba hasta los huesos. El viento azotaba la costa, llevando consigo una bruma salada que humedecía el rostro y los labios. Caminaba por la costa, por esa breve franja en donde la arena está húmeda y ofrece una firmeza suficiente para no hundirse, mirando hacia el infinito cielo y pensando. Aprovechaba para pensar sobre todo, y un poco sobre nada también; necesitaba aclarar mi mente y buscar inspiración. Estaba estancado en mi nuevo libro, y un recreo a la mente nunca viene mal. El horizonte difuso se fundía ente una especie de niebla matutina, y solo podía vislumbrarse la silueta de un pequeño barco pesquero a la lejanía, que parecía levitar en el avasallante gris. <br />
Me fui acercando a una especie de escollera o muelle, con la esperanza de tener un poco de reparo del bravísimo clima y poder prender un cigarrillo. Con un nulo éxito en mi propósito decidí trepar la elevada construcción de piedra, para observar mis solitarias huellas sobre la arena. Al trepar las mohosas rocas pude observar una figura humana, sentado sobre las piedras, entre las olas que rompían y estallaban estruendosamente. Esta sombra fantasmal recortada contra el perpetuo mar llamó mi atención, parecía extraída de un cuento fantástico, una milenaria criatura expectante por las almas de los condenados. Trepé a la escollera, y me acerqué cautelosamente, tomando precauciones para no resbalar en las enmohecidas y húmedas rocas. Pude ver al anciano a pocos metros, la barba entrecana, espesa y recortada prolijamente, llamaba la atención por sobre las rusticas vestiduras. Gorro de lana negro, polera blanca y un sobretodo azul con corderito beige encima. Unas brillosas botas hasta las rodillas, casi cubrían por completo los gastados jeans azul marino. Al llegar a su lado, no se sobresaltó ni le intrigó en absoluto mi presencia, solo me miró con unos profundos y perpetuos ojos celestes, que parecían estudiar lo más profundo de mi alma. No emitió sonido alguno, solo giró nuevamente su cabeza a donde debería estar el horizonte. Supuse que debería sentarme, lo hice respetuosamente, mientras lo observaba. Tenía una caña de pescar en sus manos, tremendamente larga y vigorosa, aunque desde un par de metros ya era imposible divisarla por la neblina reinante.<br />
-Buenas…- fui lo único que atiné a decir. Debía hablar bastante fuerte para que mi voz pudiera ser oída por sobre el estruendo del mar y el tempestuoso viento invernal.<br />
El arrugado anciano se limitó a asentir con la cabeza. Pude verlo más detalladamente dada la proximidad, el rostro arrugado y reseco denotaban los castigos de la intemperie. Tenía manchas de sol en las mejillas, y su nariz un tanto enrojecida, en la cual podían observarse los pequeños vasos sanguíneos, como raíces de un poderoso olmo. Sacó una petaca de plata del bolsillo interior izquierdo del sobretodo, le dio un violento y artístico sorbo. Frunció levemente el seño, como avisándome que no se trataba precisamente de agua, y estiró el brazo convidándome. Le dí un pequeño sorbo que calentó mis entrañas, ayudando por un instante a disimular el insoportable frio de mediados de julio. <br />
-¿Hay buen pique?- intenté romper el hielo, me intrigaba sobremanera el curioso personaje que tenía frente a mí.<br />
-La verdad que no me interesa, ni siquiera tiene carnada el anzuelo. La pesca es un complemento, un recurso argumentativo, ¿comprende?- la verdad que no entendí mucho lo que me quiso decir, pero le dije que sí de todas maneras.<br />
El tipo parecía la viva encarnación del más famoso personaje de Hemingway, “El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas en la parte posterior del cuello. Tenía cáncer de piel, las manos llenas de cicatrices, todo en el era viejo excepto sus ojos, eran azules, alegres e invictos”<br />
-Pero… Yo supuse que sería un fanático. Si no le interesa la pesca, ¿Por qué con tan tremendo frio está acá?- Se me ocurrió preguntarle.<br />
-Por la belleza, la perfección, el increíble ambiente melancólico del cuadro.- Me dijo mientras sostenía un melón imaginario en sus manos. -Mire, yo era director de cine, y me quedó la manía de prestar atención a la escena, a la ambientación y la luz y todo eso. Cosas que a uno le quedan, locuras de la vejez.- Viejo loco de mierda, encima borracho.<br />
-Trabajé en la playa por primera vez hace muchos años, allá por los ochenta, fui asistente de dirección en un par de películas horribles. ¿Conoce “Los bañeros más locos del mundo”? bueno, yo trabajé en esos largometrajes.-<br />
-¡¿En serio me lo dice?!- no pude ocultar mi entusiasmo, crecí con esas películas, y son un grato recuerdo en mi memoria. Tendría seis o siete años cuando iba al cine con mi hermano a verlas. El tipo no parecía muy orgulloso de esos trabajos.<br />
-Sí, esas basuras marcaron mi carrera para siempre. Luego de eso nunca más pude hacer un trabajo serio. Lo bueno fue que me enamoré de la locacion, de este escenario. Es hermosa la playa, y tiene una carga emotiva tremenda. Los grandes espacios abiertos generan en el espectador una intimidad especial con el personaje, sumado a una melancolía incomparable. Una playa desierta remite a los temores mas profundos del alma, la soledad, el desamparo, lo pequeño del ser humano frente al mundo.- Se estaba posesionando, dejó de observar el más allá mientras hablaba, para mirarme fijamente con fruncida cara de viento en contra. <br />
-En fin, hice un par de trabajos under y algunos cortos, pero nunca fui tomado como un director importante. Me fui quedando sin laburo y decidí mudarme acá, todo es mucho mas tranquilo, y uno tiene tiempo para pensar, para reflexionar sobre las cosas... sobre lo elemental, sobre la vida- <br />
Yo me limitaba a oír, de la misma manera que se escucha a un profesor, a un doctor cuando nos da un diagnostico, con una mezcla de admiración, respeto y a la vez temor. Su voz era ronca, áspera y sufrida, curada por el frío, el alcohol barato y el tabaco de pipa; pero a la vez firme y decidida.<br />
-Era allá por el ochenta y nueve, cuando mi mujer falleció. Pobre Marta, tenía tan solo cuarenta años, quien iba a creer que se pudiera ir tan joven. Le agarró una enfermedad muy jodida que me la robó en apenas un año y algo. Lo sufrí muchísimo, imagínese, aun hoy la recuerdo como si estuviera aquí.- Su cabeza estaba baja, miraba con ojos extraviados el mango de la caña. El volumen de su voz había bajado un poco, como si no quisiera que nadie más lo oyera excepto yo y el mar. <br />
-Estaba en el funeral de Martita cuando todo se me reveló en la cabeza. Yo estaba parado afuera fumando un cigarrillo, al volver a entrar y abrir la puerta, lo teatral y dramático del interior de la casa de sepelios me llegó. Era un salón largo y obscuro, con sillones de cuerina pegados a lo largo de las paredes. La iluminación era amarillenta, casi color ámbar, dándole a los presentes un aire fantasmal y un poco pictórico, antiguo y atemporal. Al fondo, en el medio del salón estaba el féretro inclinado hacia delante, con la parte superior destapada como si fuera una momia egipcia. Una luz blanca sobre Marta la iluminaba como si fuera un ángel, como si el señor la estuviera llamando. Ese fue el instante en que el cerebro me hizo un clic. Decidí hacer el mejor trabajo de mi vida para ella. Comencé a planear la obra maestra, la opera prima de mi carrera. Cuando me sobraba tiempo libre del trabajo en el kiosco, me dedicaba a escribir, a buscar escenarios, idear escenas y tomas. Completé carpetas enteras con anotaciones y comentarios, fotos, apuntes. Me estaba trastornando un poco, lo reconozco. Mi habitación parecía la del tipo de la película “Una mente brillante”, las paredes llenas de notas, imágenes, recortes de diarios y esquemas pegados. -<br />
La tempestad y el viento arreciaban, hice una especie de cuenco con las manos y lo acerqué a la boca con la intención de que el aire cálido expedido pudiera devolverme la sensibilidad a mis extremidades. El viejo, al verme cagado de frío, volvió a sacar el licor y me convidó. Di un pequeño sorbo. <br />
-¡Vamos! Tome como un hombre.- Me gritó el anciano casi iracundo ante mi supuesta falta de valentía. Me vi obligado a repetir la acción, casi por orgullo. Parecía Kerosene. Una vez satisfecho prosiguió. <br />
-Fue ahí cuando me di cuenta de mi error, la obra maestra de mi vida no iba a aparecer nunca, porque la vida es la única obra maestra. De ahí en más la viví como una en película. Primero simulaba que mi existencia era la de un agente secreto, espiaba a personas en los bares, iba caminando por la calle y me dedicaba a seguir a alguien con cara de actor. Después cambié de trabajo, conseguí laburar en un remis de una agencia cerca de casa. Simulaba ser un conductor normal, hasta que algún doble agente subía al auto con un maletín, entonces yo le decía la contraseña secreta -El pájaro está en la jaula-.El tipo aparentaba desconocer el código, pero seguramente estaba siendo espiado, por eso cancelaba el encuentro. Otras veces perseguía un auto entre el tráfico de las avenidas, algún auto negro medio sospechoso era fruto de mi análisis y espionaje exhaustivo. Luego de varios escapes a alta velocidad y maniobras riesgosas llegaron un par de multas y me echaron.- El tipo hablaba de lo más tranquilo, pausado, con palabras claras y expresadas prolijamente, como si siguiera un libreto. No dudaba, ni pensaba demasiado las palabras, como si ya hubiera pensado varias veces ése mismo momento, o como si ya hubiese contado mil veces lo mismo anteriormente. <br />
-Después durante un tiempo tuve un maxi quisco en casa, al principio funcionó bien y vendía bastante. En esa época ensayaba una comedia, pero tomé la precaución de instalar una cámara de seguridad para registrar los momentos mas destacados. Contaba chistes a los clientes, e incluso practicaba graciosas acrobacias. Simulaba pisar una cáscara de banana y caer estrepitosamente, o apilar latas de arvejas para luego tropezarme y tirar la pila a la mierda. La gente experimentaba emociones mezcladas, algunos reían a carcajadas, pero otros me miraban como pensando “este viejo esta medio gagá”. Comprobé que mi efectividad como comediante no era la mejor.-<br />
Frunció la boca, como si se arrepintiera de esa faceta de su vida. Sacó un arrugado y pobre atado de cigarrillos del bolsillo interior de su sobretodo y me convidó. Decidí aceptar para evitar otra reprimenda. Extrajo luego un encendedor a bencina, la llama luchaba contra las inclemencias del clima, pero se las arregló para encender ambos cigarrillos. <br />
-El karate tampoco tuvo mucho éxito. Había llegado a un arreglo con un vecino físico culturista para que actuara, yo no le cobraba las galletitas y a cambio él ofrecía sus escasas facultades histriónicas. Cuando había clientes el pretendía asaltarme, pero lo abatía con certeros golpes de artes marciales. El público no acompañó la propuesta teatral. Me deprimí, estuve mal un largo tiempo. El local se vino abajo, y no tenía ni ganas de levantarme de la cama. Pasé unos meses bastante complicados amigo, no se imagina. Estaba ahí tirado, y no tenía a nadie que me levantara el animo, que me ayude. Sin embargo, es como dijo Balzac, “En las grandes crisis, el corazón se rompe o se curte”. Comprendí que debía ponerme de pie y reponerme por mí mismo, me di cuenta que nadie iba ayudarme.-<br />
El viejo adoptó inconcientemente otra postura, o quizás era parte de su actuación, irguió levemente su torso y sacó pechó. Festejé su forma de pensar con un comentario de apoyo, que pareció no oír. Pensé en palmearle la espalda o poner mi mano sobre su hombro, pero seguramente lo tomaría como un acto poco masculino. <br />
-Finalmente comprendí que mi tarea era inútil, mi pensamiento distaba mucho de la realidad. Entendí por qué la gente siempre dice que las cosas buenas pasan solo en las películas. Acepté definitivamente que la vida no es una comedia, ni una aventura de espionaje, y mucho menos una vibrante aventura de peleas callejeras. La vida no nos tiene sucesos fantásticos preparados en cada esquina, ni momentos de excitación y heroísmo. Llegué a la triste conclusión de que la vida es solo un drama, una tragedia, ya que al personaje principal lo espera siempre el inevitable final de su muerte. La vida acarrea una desdicha constante y eterna, la única manera de luchar contra eso es saber cuando darle un cierre dramático a la historia. Hay que saber cuando la novela no da para más, y cerrarla antes de arruinarla.- <br />
No sabía que decirle a este anciano loco, quería calmarlo un poco, hacerlo cambiar de parecer. Lo único que atiné a decir fue una estupidez. -Pero no sea tan drástico, hay que reponerse y seguir adelante. Todavía queda mucho por vivir.-<br />
-Mire, yo no quiero pasar mis últimos años internado en un asilo, o en un hospital. No sería un buen final para la película. Ya tengo el final perfecto, tengo todo listo, hasta preparé el guión. Solo necesitaba un público, un espectador.-<br />
Dicha esas palabras el anciano hizo una escueta pausa, me miró con sus tristes y neblinosos ojos, no emitió palabra, ni siquiera un adiós, y se arrojó al agua. El embravecido mar lo engulló en un profundo abismo de espuma y niebla. El silenció reinó en la soledad, el estruendo producido por el abatimiento de la marea ya era parte de mi. Me puse de pié, le ofrecí al pobre tipo un minuto de silencio y me fui.<br />
Caminando por la playa de regreso a mi morada, mientras aun me preguntó si esta historia la viví o fue producto de mi insana imaginación, puedo afirmar que verdaderamente comprendo al sabio anciano, la vida no es más que una tragedia. <br />
Observé desde la escollera mis pisadas marcadas en la arena húmeda, y el embravecido mar, el retrato mío en esa inmensa locación era una espectacular escena final para la película del viejo. La cámara baja lentamente, y hace primer plano en una petaca de plata traída por las olas. La imagen se desvanece.Fin.<br />
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<br />LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-43050812751155225762018-05-05T07:44:00.001-07:002018-05-05T07:44:35.054-07:00Cuento: "El valle de la Luna" (2013)<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPu4_mfqAik6pgedCCpHM-DOmBVgzO7s3A3cKDgGby-juwW6C77fCf61BxNNzNG4OfduIwhWeMezzXSZcdTV8h-vlAqvk3WnNk7v-NULz79cpgw4dE4PSL3Evd374eg2K173Fe0oegvHQ/s1600/000000000IMG_BE68CBBA4978-1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="250" data-original-width="500" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPu4_mfqAik6pgedCCpHM-DOmBVgzO7s3A3cKDgGby-juwW6C77fCf61BxNNzNG4OfduIwhWeMezzXSZcdTV8h-vlAqvk3WnNk7v-NULz79cpgw4dE4PSL3Evd374eg2K173Fe0oegvHQ/s640/000000000IMG_BE68CBBA4978-1.jpg" width="640" /></a></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b><br /></b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>Una reunión de filatelia suele ser un lugar sumamente interesante, las diferentes tipologías de seres extraños que se encuentran allí forman una clase especial de personas. Fanáticos del arte en miniatura, obras maestras de no más de tres por cuatro centímetros, las hay de todo tipo, a color, en blanco y negro, monocromáticas; con rostros de próceres, con animales autóctonos, monumentos históricos, escenas de batallas y hasta jugadores de futbol, cada categoría tiene sus adeptos. Había en el inmenso salón de exposiciones en el cual se desarrollaba el evento, cientos de puestos, desde los inmensos auspiciados por empresas de correos y empresas privadas, hasta los diminutos consistentes en una o dos mesas y una silla. Entre todos esos puestos deambulaba Adolfo, con un bolsito cruzado colgado de su hombro derecho. Lo sujetaba fuertemente con su brazo, como un padre aferra fuertemente la mano de su hijo al cruzar una transitada avenida. Caminaba entre la multitud, procurando evitar colisionar con quienes circulaban en sentido opuesto por los angostos pasillos. Muchísimos adeptos a este cada vez menos popular pasatiempo se encontraban allí reunidos, muchos con lupas colgadas del cuello, todos con su carpeta especial para conservar propiamente sus flamantes adquisiciones. Adolfo se diferenciaba del resto por un rasgo particular, el no estaba comprando estampillas en los puestos, el estaba vendiendo recuerdos, subastaba memorias. </b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>La vida de Adolfo podría decirse que ha sido complicada, al menos en su etapa adulta. Su infancia fue perfectamente normal, nacido y criado en un hogar lleno de amor y cariño. Sus padres pasaban por un buen momento económico allá por los sesentas, por lo que concurrió a los mejores y más oligarcas colegios, supo tener muchísimas amigos y una niñez verdaderamente feliz y sin preocupaciones. Quien le inculcó el interés en los sellos postales fue su abuelo paterno, el cual era también un asiduo aficionado. En su cumpleaños número siete le obsequiaron a Adolfo el primer álbum, junto con una pila de estampillas atadas con una banda elástica. Aunque gastadas y de poco valor, servirían para incentivar en el joven la pasión por los sellos. Algunos repetidos, rasgados y descoloridos, para el niño representaban el comienzo de una pasión. Desde ese momento, una vez por semana Adolfo adquiría al menos una estampilla para su colección, completaba clasificadores, colecciones y ediciones especiales. Cada estampilla pasó así a contener los recuerdos de esa semana en la cual fue adquirida. </b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b><br /></b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-Por esta te puedo dar ochenta y cinco pesos- Decía el inescrupuloso comerciante del puesto veinticinco de la exposición, mientras se rascaba la brillosa pelada con la mano derecha. -Es que tiene el dentado roto, y eso la desvaloriza bastante. No se si podré ubicarla después-. Adolfo le ahorró el chamuyo al tipo y se resignó a la plata acordada, estaba demasiado necesitado y a la vez cansado como para discutir. Era un hermoso ejemplar de una estampilla Argentina con el rostro de San Martín, de 1877 con goma original. Ese sello significaba para él un recuerdo de su infancia, le recordaba a su abuelo. En la semana que compró esa estampilla, el queridísimo nono pasó a mejor vida. Era un cinco de julio, y Adolfo tenía tan solo doce años en ese entonces. Fue en el ‘85, el año de la última gran inundación en el pueblo, el cielo parecía llorarlo al pobre Braulio. Con toda la tristeza del mundo fue el pequeño Adolfo a la entonces Unión de Correos, y con todas las monedas juntadas en un frasco de mermelada viejo eligió al gran San Martín entre los demás héroes de la patria.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b><br /></b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-Hmmm…- Era el único sonido que emitía el pendejo de otro puesto a la vez que se tomaba el mentón, con gesto inequívoco de pensamiento. Estaba analizando seguramente por cuánta plata lo iba a cagar. El maravilloso sello que sostenía en su mano era nada menos que uno cubano, del año siguiente a la revolución, con el rostro inmutable y desafiante del Ché. Era de la primera tirada, y estaba en perfectas condiciones.</b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-Mirá, si fuera por mí te daría un poco más, pero ésta estampilla tiene poca salida viste. La gente ahora se vuelca más a otro tipo de cosas, lamentablemente te puedo ofrecer ciento quince nada más.- El pendejo no tendría más de veinticinco años, arito en la ceja derecha y un peinado horrible e indescriptible a la vez. Éste pibe lo estaba afanando, éste niño que no conoció la pasión de la filatelia, que no conoció el correo. Éste nene que jamás recibió una carta que no sea la boleta de la luz, que nunca mandó un telegrama que no sea el de renuncia a algún trabajo. Éste pendejo que jamás recibió una carta de amor, rociada con el dulce perfume de la mujer amada. Nunca supo lo que es sentir la expectativa y la emoción de abrir un sobre, escrito con tinta azul y sellado numerosas veces, con el rótulo de “vía aérea” en el extremo izquierdo superior.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-Bueno está bien, no te hagas drama- Adolfo le ahorró el verso al pendejo, se resignó una vez más y aceptó la oferta, ya estaba podrido de discutir con todos esos chupasangres.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b><br /></b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>Con esos pocos pesos encima, que esperaba poder racionarlos lo suficiente como para que duren un par de semanas al menos, Adolfo volvió a su departamento. Éste se encontraba completamente vacío, el escaso mobiliario que alguna vez lo supo decorar debió ser vendido, en una desesperada búsqueda por dinero, tan solo quedaba un antiguo y achatado colchón de dos plazas en un rincón del mono ambiente. Hacía un par de años que no tenía trabajo, desde que la fábrica de corpiños en la que se desempeñaba cerró sus puertas, se vio obligado a medidas extremas para su supervivencia. “La calle está jodida” se decía una y otra vez a modo de autocomplacencia ante las inútiles y poco fructíferas entrevistas de trabajo que conseguía. Ya no era un pibe, estaba pisando los cincuenta y la oferta laboral para ese rango de edad es prácticamente nula. Ingresó a la fábrica a los veinte años, por lo que tampoco contaba con una vasta experiencia en otros rubros, lo único que sabía hacer era poner los aros de metal en los brassiers. La verdad es que era feliz en su antiguo empleo, por lo que tampoco se interesó jamás en buscar otras ofertas. Era un horario bastante flexible y no trabajaba los fines de semana, lo cual le permitía el disfrute de los bailes y el regocijo de las mujeres de vida licenciosa. Le encantaba la noche, los puterios y los salones de juego, era un “picaflor” según su vocabulario. Sus conocidos o pseudo amigos podían clasificarse en dos grandes grupos, los que lo conocían en su faceta de tipo serio y acérrimo filatélico, y el grupo que lo relacionaba con la noche y la joda, estos dos grupos funcionaban completamente separados y cada uno ignoraba la existencia del otro, él se empeñaba en que así lo fuera. Es que para la mayoría de las personas estas dos condiciones parecían imposibles de coexistir, los borrachos del bar lo hubieran tildado de puto o de gil si supieran de su afición, y los coleccionistas que es un grupo muy cerrado y chapado a la antigua podrían discriminarlo por sus descontroles nocturnos. Incluso sus amantes o parejas ocasionales tampoco eran puestas al tanto de esto. Adolfo se sentía a veces un pelotudo con el tema de las estampillas, sobre todo cuando veía la sarta de giles que frecuentaban las convenciones y se comparaba con ellos, pero era algo que era más fuerte que él. Desde niño no pudo evitar concurrir semanalmente al correo, al negocio especializado o a alguna reunión de adeptos, y dejar grandes cantidades de dinero allí. Era una pasión, era una vía de escape a su soledad, era el recuerdo de una vida más feliz, cuando su abuelo vivía y la familia se reunía todos los domingos, cuando los amigos eran verdaderos y la inocencia aún perduraba. Cada pieza de su colección contenía una anécdota o una memoria, que si se las unía formaban su vida completa. </b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b><br /></b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-¿En qué te puedo ayudar Adolfito?- El anciano con una fingida sonrisa de comerciante le dio la bienvenida a su ancestral y fiel cliente. Hacía muchos años que se conocían, el anciano solía ser amigo del padre de Adolfo y a la vez sus padres también tenían una fuerte relación afectuosa. “La casa de los siete sellos” era un lugar muy peculiar, pequeño y un poco obscuro. Unas rejas color verde inglés daban a la calle, por delante de un polvoriento vidrio y unas cortinitas estilo americano. En el interior solo había un mostrador de vidrio con algunas ediciones limitadas o conmemorativas de algún evento, sobre el cual se encontraban dos lupas de diferente tamaño, una pequeña lámpara, y una pincita tipo de depilar. En la pared del fondo podían verse unas repisas repletas de archivadores con mercancía. El lugar tenía un aire místico, como mágico. Esa especie de espíritu que suelen tener los lugares repletos de historia, esa solemnidad de biblioteca o de museo.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>Luego de los saludos correspondientes que obedecen las reglas de cortesía se avocaron a los negocios. </b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-Mirá Raúl, necesito vender estos sellos, ando un poco corto de guita y no me queda otra.- A la vez que decía esto sacó de su bolsillo del saco una bolsita de grueso nylon, con algunos dentro. Cuidadosa y delicadamente abrió el sobrecito y las volcó sobre el mostrador. El anciano tomó sus pinzas y la lupa que se encontraban a su diestra y las examinó las estampillas una por una. </b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>La primera era un sello conmemorativo de Bernardo Houssay, premio Nobel de medicina y fisiología en 1947. La compró allá por el ochenta y nueve, la semana que la conoció a Clarita, la única mujer seria de su vida. Fue en un barcito de recoleta, su primer encuentro no tuvo nada de especial ni misterioso, solo estaban los dos tomando algo en la barra y él se le acercó y comenzó a chamurrarla. Ella estudiaba medicina, y el doctor Houssay era un referente profesional para ella, por lo que cuando vio el sello en un escaparate de Expo filatelia no dudó en adquirirlo.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>Era una joven encantadora, llena de vida y de ilusiones. Aún conservaba la esperanza de un futuro próspero fruto del esfuerzo y la constancia, a diferencia de Adolfo que ya había experimentado la falsedad y la inmundicia del mundo convirtiéndolo en un tipo descreído y escéptico de todo acto de bondad. Era justamente ese espíritu jovial e inocente lo que más lo atraía de ella, más allá de la belleza física. Era una chica petisita, de pelo corto y unos enormes ojos marrones, de bellas proporciones y armoniosos rasgos.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-Te puedo dar cincuenta mangos por esta- Dijo Raúl sin apartar la vista de la lupa, -Está en muy buenas condiciones y es poco común. Tal vez pueda ubicarla con un flaco que viene de vez en cuando que es médico y seguro le va a encantar, si le llego a sacar un poco más yo te aviso-. Sin esperar respuesta alguna de su interlocutor, la dejó a un lado y tomó la siguiente con la misma delicadeza y parsimonia que la anterior. </b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-¡Uh esta va a ser muy difícil de vender! Una serie conmemorativa del mundial del ochenta y dos...salvo alguno muy fanático, pero sabes que ese no fue un mundial muy bien recordado por los argentinos. Que raro vos con este tipo de cosas, no sos muy fanático del futbol.- El viejo permanecía con la vista fija sobre la lente, bajo la luz de la lámpara de escritorio.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-La compré cuando me enteré que Clarita estaba embarazada, quise comprar algún sello que pudiera interesarle a mi futuro hijo. Tal vez podría gustarle el futbol como a todos los pibes. ¡Se nota que yo quería un varoncito!-</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-¿Tenés un pibe? Mira vos, no sabía... ¿lo hiciste filatélico también?- Un extraño sonido salió de la ronca garganta del sujeto, algo similar a una carcajada.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-Se llama Gabriel, al otro día que nació fui a comprar el sello éste- Adolfo señaló uno de los sellos restantes sobre el mostrador, el cual el viejo tomo cuidadosamente con las pinzas. Sus manos estaban manchadas por la edad, y sus dedos índices y mayor tenían un tono amarillento a causa del tabaco. -Es un sello del Crucero General Belgrano, salió ni bien terminó la guerra y pensé en que pudiera tener algo para recordar la época de mierda en que le tocó nacer.- El viejo le brindó una mirada a su interlocutor, como compartiendo la opinión sobre esos cruentos años de nuestra historia. Luego de un momento de silencio reflexivo, el anciano continuó examinado las estampillas y emitiendo algún comentario sobre alguna que otra. Al llegar al final de la pila, se encontraba una hermosa y extraña pieza, era un ejemplar argentino del Valle de la luna en San Juan, sin dentar.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-Ésta no la vendo Raúl, ya sé que está bien cotizada pero igual no la pienso largar- El viejo indagó sobre la causa de esta caprichosa negativa.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-Esa la compré la semana en que mi mujer se fue de mi casa, se enteró que yo andaba con otra loca y me hizo un escándalo, me echó a la mierda.- En realidad esa loca, como Adolfo la llamó, había sido una relación paralela de un año y pico, y tampoco era la única infidelidad que había cometido. -Fui a tomar algo al bar de la esquina y pasé la noche en un hotel de mala muerte para darle tiempo a que se calme, cuando volví al otro día se había ido a la mierda con el nene. Nunca más los vi a ninguno de los dos. Yo estaba destruido, imaginate. Cuando fui al negocio de filatelia y vi ésta no pude evitar llevarla. Ese desértico y despojado paisaje se asemejaba demasiado a como me sentía por dentro en ese momento. Me sentía vacío y demasiado solitario, el departamento parecía inmenso en la soledad.- Empezó a ponerse mal, el recordar todas esas cosas le traía malos pensamientos. El viejo, sabio como todos los ancianos, percibió esto en el rostro de Adolfo, por lo que cambió rápidamente de tema con tal de no tener que aguantarlo. Le pagó lo que habían acordado por los sellos, puso el restante en la bolsita y se lo devolvió.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b><br /></b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>El departamento se encontraba completamente vacío a su regreso, a excepción de su flácido y antiguo colchón. El silencio era abrumador, no pudo evitar sentir una profunda desazón y una tristeza desgarradora. Tomó algunos pesos de los que recientemente había conseguido, y compró un whisky de los más económicos en el supermercado chino de la esquina. En sus buenas épocas, o en las mejores rachas de suerte con las apuestas, solía comprar importado, Jack Daniel’s etiqueta negra, pero las condiciones actuales le impedían rotundamente ese placer. Se sirvió en un vaso descartable, y sentado sobre el colchón permaneció con la vista perdida en la pared. Pasaron horas, o tal vez solo unos minutos, pero desfilaron por su cabeza numerosos instantes de su vida, recordó a sus cariñosos padres y a un siempre presente abuelo. Los momentos compartidos en aquella época más feliz con su ex mujer, y su hijo que ya debería tener como veintiocho años. Tal vez era la soledad, tal vez era el alcohol, pero comprendió que su rol de padre no había sido de los mejores. Sus ausencias, sus escapadas por las noches, y finalmente su falta de voluntad para volver a encontrarlo.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>Gabrielito tenía cuatro años y siete meses la última vez que lo vio. La verdad es que hace recién unos cinco o seis años que se dedicó a buscarlo. Años de soledad, una crisis de los cincuenta, melancolía, o arrepentimiento fueron talvez alguno de los motivos que llevaron a buscar a su hijo. Internet ayudó muchísimo, Adolfo no tenía ni idea sobre computadoras, pero el pibe que trabajaba en el cyber lo ayudó. Averiguó que vivían hacía años en Moreno, que el muchacho estaba estudiando Arquitectura en la U.B.A, y que hacía varios años que estaba de novio con una bella joven llamada Julieta. Consiguió su dirección y le envió varias cartas, pero no obtuvo respuesta de ninguna de ellas. Las enviaba en un Sobre bolsa Medoro 19 x 24 cm con solapa engomada, escribía con pluma fuente sobre hojas de 125gr (todos datos inútiles que sólo un filatélico fanático podrían interesarle). Durante los últimos meses le envió una carta semanal por vía aérea desde la casa central del correo en Sarmiento 151, le contaba de su vida, de su actualidad, de sus estampillas, le expresaba sus ganas de poder verlo algún día, y siempre se despedía con un afectuoso saludo. “Te deseo lo mejor hijo mío, y que la vida te permita ser mejor padre de lo que yo pude ser.” </b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>Solo en su habitación, un poco borracho y ya sin cigarrillos para fumar, se puso a escribir con la pluma que le había regalado su padre al cumplir dieciocho. Con lágrimas en los ojos, y con la certeza de que ya no tenía absolutamente nada más que perder en su vida, escribió una carta, que era más un ruego que una disculpa. Rogaba por la oportunidad de un reencuentro. Era la primera vez que consideraba posible una reunión, nunca antes se le había ocurrido posible, pero pasaba por un momento que ya nada le importaba, estaba jugado. Con lágrimas en los ojos abrió su corazón, los más profundos sentimientos y las más sinceras justificaciones surgieron. Solo le pedía un café juntos, no pretendía ser el padre que nunca fue, solo una charla. </b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>Se despidió, firmó y dobló la hoja de en tres. La guardó cuidadosa y parsimoniosamente en el sobre, cuidando de no arrugarla ni ensuciarla, con la lentitud provista por el whisky ingerido. Tomó la última estampilla de su colección, la del Valle de la luna, la lamió y la pegó con delicadeza en el vértice izquierdo superior del sobre. Completó los datos con letra manuscrita intentando hacerla más clara de lo usual, para evitar errores. Algo tambaleante fue hasta el quiosco de la esquina y depositó el sobre en un mini buzón de Correo Argentino que había en la puerta del negocio. </b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>Los días siguientes al envío de la carta fueron bastante normales, Adolfo se las arregló con los pocos pesos que tenía para comer algo y comprar algunas botellas de licor. No tenía nada para hacer, por lo que pasaba las tardes sentado en plaza congreso, a pocas cuadras del departamento, mirando la gente caminar y las palomas volar. Pensaba en lo insignificante del ser humano, en la cantidad de gente que circulaba junto a él y lo ignoraba. Reflexionaba sobre su vida, sus errores y sus aciertos, y sobre todo pensaba en su hijo. </b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>-Maldito sea el día que lo dejé ir de mi vida- se decía una y otra vez. Se preguntaba cómo habría sido la niñez de aquel muchacho sin un padre, como habría crecido y convertido en un hombre. Tal vez ya había formado su propia familia, y quizás hasta lo había convertido en abuelo. Posiblemente ya se hubiera recibido de la facultad y tuviera éxito en su profesión. De algo estaba verdaderamente seguro, de que seguramente ya no lo recordaba, y se había olvidado de él. Lo más probable era que ni siquiera tuviera intenciones de conocer a su padre, a un padre que siempre fue ausente, pero Adolfo estaba jugado, no tenía nada que perder, y solo quería verlo al menos una vez para pedirle perdón.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>El martes fue a lo de Raúl, pero no para comprar o vender sellos, sino para pedirle prestado un traje. El viejo tal vez no era el más indicado para pedirle eso, pero era el único con el que podía contar en ese momento de su vida. Quienes supieron ser sus amigos fueron alejándose, formando familias o falleciendo a temprana edad gracias a los placeres de una vida libertina. El traje era gris clarito, ajustado y con las solapas un tanto anchas para la moda actual, pero de todas maneras mejor de lo que Adolfo disponía. En sus épocas de playboy, cuando frecuentaba bailes y bares en busca de levante, vestía con los mejores trajes y camisas de primera marca, zapatos italianos y perfumes importados; pero la crisis lo obligó a vender sus lujosos atavíos en casas de ropa usada por unas míseras monedas.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>A la mañana siguiente se levantó bien temprano, se bañó, se perfumó como corresponde y se puso el mencionado saco gris de solapas anchas. Fue a la peluquería que frecuentaba desde hacía treinta años, donde un sexagenario de temblorosas manos le cortó el pelo, lo peinó a la gomina y lo afeitó con navaja. Adolfo llegó temprano al bar, y optó por una alejada mesa del sector fumadores, se pidió un cortado como para hacer tiempo y le mangueó un cigarrillo a un tipo que estaba sentado en la mesa de junto. Miraba el reloj de la pared y mientras fumaba pensaba en cómo sería ese momento, en las palabras que usaría; no sabía si lloraría de la emoción o si lograría mantener un perfil serio. Pensó en la cara que pondría su hijo, en las cosas que le diría o que le reclamaría. Especulaba nervioso en un montón de cosas, mientras miraba el reloj. Los minutos pasaron, luego las horas, y nadie aparecía. Su hijo lo conocía por que él le había mandado varias fotos en sus numerosas cartas, así que era imposible que no lo encontrara. Trascurrieron dos, tres horas, y varios cafés, pero nadie aparecía. Su hijo, su única descendencia, su propia sangre lo despreciaba, con cada minuto que pasaba a su alma se le caía un nuevo pedazo. No lo culpaba por no querer volver a verlo, pero esperaba que Dios existiera y le permitiera arrepentirse de su error, y poder pedirle perdón desde lo más hondo de su ser. Ya resignado y llorando, Adolfo se fue corriendo del bar sin pagar, ante el grito de uno de los mozos. Corrió hasta la cercana estación de Once y se arrojó al paso de uno de los trenes que estaba arribando con lento pero firme andar. Falleció en el acto.</b></span></div>
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<span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>Mientras tanto, en su solitario y vacío departamento una carta se desliza por debajo de la puerta. Un sobre con una estampilla del Valle de la luna, y unas grandes letras rojas impresas digitalmente que rezaban “Sello postal no válido”. La estampilla del valle de la luna había dejado de circular oficialmente hacía un par de años, por lo que el correo la devolvió al remitente. </b></span></div>
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LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-89487034606693949882018-04-28T09:20:00.002-07:002018-04-28T09:20:56.919-07:00La reencarnación del buda<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoKNq4QD9fBPNm2OmbG6KGbpbS4liJ5m7VhkK0crQQ79lBw5SnlwyJOVRBT01F1O1LLVRl3tP-u5HDvx7Iycw63sJ2IKwdzI7H-UXjpE2nDOGoA1yiXTy6wtFpBLpgqovnyqzCwbmNp0s/s1600/f23833c3f62f3e2b0deae19febdf0132+%25282%2529.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: x-small;"><img border="0" data-original-height="406" data-original-width="517" height="249" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoKNq4QD9fBPNm2OmbG6KGbpbS4liJ5m7VhkK0crQQ79lBw5SnlwyJOVRBT01F1O1LLVRl3tP-u5HDvx7Iycw63sJ2IKwdzI7H-UXjpE2nDOGoA1yiXTy6wtFpBLpgqovnyqzCwbmNp0s/s320/f23833c3f62f3e2b0deae19febdf0132+%25282%2529.jpg" width="320" /></span></a></div>
<span style="font-size: x-small;"></span><br />
<span style="font-size: x-small;">He tenidos varios trabajos en mi carrera laboral, repartidor en bicicleta de pólizas de seguros, vendedor de celulares, en un ciber café, en un laboratorio agrícola que por poco hago explotar, en una fábrica de fideos y galletitas, vendedor de sistema de televisión satelital, operador telefónico de una remisera, profesor de inglés…pero sin lugar a dudas la que más llegué a detestar fue la de animador de fiestas infantiles. Ustedes se preguntarán cómo llegué a una tarea tan degradante, el asunto es que mientras estaba en un laburo previo, el cual yo creía estable, compré una moto, de la cual algunos pagos debían ser en cuotas mensuales. Al tercer mes me echaron y debí hacer lo que fuera por terminar de saldar la deuda, y eso incluía la animación. <br />Cuando comencé supuestamente era para ayudar con el traslado y armado de los castillos inflables que eran por demás pesados y voluminosos, pero luego las tareas fueron mutando y terminé realizando tareas diversas, tales como pasar música, mantenimiento del salón de fiestas, maquillaje artístico a los nenes, globología (hacer perritos y pavadas con esos globos largos y delgados), y lo peor de todo disfrazarme.<br />Fue durante una tarde de verano que la historia que voy a contarles tuvo lugar, quizás algunos no la crean, pero puedo asegurarles que fue cierta. Era una pomposa fiesta de cumpleaños para un niño pudiente en una quinta con pileta y un enorme parque. Como era de suponerse contrataron el servicio completo, por lo que nos presentamos allí con tres castillos inflables, un payaso, música, maquillaje, un dibujante que realizaba caricaturas de los invitados, servicio de comida, torta, etc. Luego de armar todo bajo el inclemente sol y transpirar como prostituta en la iglesia, llegó el momento más humillante, el de disfrazarme de Barney (para los que no están familiarizados es un dinosaurio violeta). Con el traje encima, que parecía pesar una tonelada con los treinta y cinco grados de temperatura, y la cabeza gigante hecha de goma espuma, debía bailar un rato y a la vez realizar algunas figuras con globos. El problema fue que la edad de los niños era mixta, había desde los tres o cuatro hasta algunos de once, siendo estos últimos unas criaturas salvajes, la piel de Judas diría la maestra de música Olga que teníamos en la primaria. A los mayores ya no les atraía en lo más mínimo el dinosaurio Barney ni los globos, solo querían hacer maldades.<br />A la vez que bailaba como un idiota al ritmo de la estupida música infantil, intentaba entretener a los más chiquitos. Mientras los salvajes mayores me pateaban los tobillos, me empujaban, y tironeaban del traje. -¡Vos sos el que estaba recién fumando en la puerta!- gritaban algunos empeñados en desbaratar los pequeños vestigios de magia que podían ver los nenes en ese horrible, sucio, manchado y zurcido traje de dinosaurio. Por suerte de forma disimulada pude devolverles algunos golpes sin que los padres pudieran notarlo, algún que otro cachetazo en la nuca, o un empujón, quizás hasta alguna amenaza, pero nada criminal. Afortunadamente toda tortura llega a su fin. Cerca de una hora después, luego de perder cerca de un litro de sudor y casi el conocimiento también, pude dar por finalizada mi función. Detrás de unos arbustos me quité el traje y recuperé la identidad, también algunos vestigios de dignidad que me quedaban. Sin poder irme ya que debía plegar y cargar los inflables luego de finalizada la fiesta, salí a la calle con una botella de agua llenada de la canilla, caliente (los padres del cumpleañero eran muy ratas y miserables, no convidaban ni un vaso de gaseosa siquiera). Sentado en el cordón de la vereda sacie parcialmente mi sed, me mojé un poco la cabeza y me prendí un pucho a la sombra de un árbol. <br />-Tomá pibe, te lo merecés.- Me llamó la atención una mano con una cerveza fría, parecía ser una aparición divina, luego de tanto sacrificio finalmente la providencia me trae una pequeña recompensa. <br />–Estuviste muy bien adentro del disfraz, te bancaste a esos pendejos insoportables y te aguantaste todo, la verdad respeto mucho tu actitud pibe, me haces acordar a cuando yo tenía tu edad.- El que me hablaba no era un tipo de cincuenta años, era el dueño del cumpleaños, un niño de cinco años, por lo que me parecía por demás extraño que me hablara de ese modo. Llevaba pantalones cortos, y sus delgadas rodillas percudidas de jugar al futbol parecían endebles.<br />- Mis viejos son bastante ratas, me disculpo por ellos, pero a pesar de todo no son malas personas, una vez que los conoces son muy buena gente. A veces me avergüenza el hecho de que sean tan amarretes pero supongo que es normal que nuestros viejos nos avergüencen de vez en cuando, o que no sean perfectos. ¿Debería hacer un calor bárbaro dentro de Barney no? Yo en una época laburaba en una fábrica de colchones ¡Lo que transpirábamos en ese galpón! Por eso mismo es que aprecio tu laburo, porque entiendo el sacrificio y el sufrimiento. mis viejos nacieron con guita y así morirán, por eso es que no saben apreciar el trabajo de los demás, como toda persona de plata piensan que los demás están solo para servirlos, que son todos empleados de ellos, nunca un agradecimiento al jardinero, nunca un reconocimiento a la niñera, jamás una felicitación.- No podía creer que un nene de cinco años con una caricatura de conejo en la remera me estuviera hablando de trabajar en una fábrica, o que pudiera cuestionar con tan temprana edad el comportamiento de sus padres. Aparentemente mi rostro enunciaba la incredulidad, ya que sin que yo dijera palabra alguna, el nene aclaró mis dudas.<br />-Mirá, yo te voy a contar algo y espero que quede entre nosotros, yo sé que vos vas a guardar el secreto. Yo no soy un chico normal, tengo el…defecto o la virtud, no sabría cómo llamarlo… la peculiaridad ponele, de recordar mis vidas pasadas. De algunas reencarnaciones tengo solo fragmentos en la memoria, de otras nada, las que más tengo en la memoria son las últimas dos o tres. Todos dicen que en una vida pasada fueron Napoleón, o la Princesa de Monaco, Gengis Khan, o al menos un duque o un gran atleta… yo fui bancario, cocedor de colchones, y albañil, nada del otro mundo, pero juro que labure mucho y te puedo asegurar que no sirve para una mierda. Si no haces nada alguien siempre te va a facilitar las cosas, o el gobierno te proporciona un subsidio de desempleo, o la gente te facilita cosas, te dan comida, limosnas, ropa que les sobra… hay comedores, y organizaciones que ayudan a los carenciados…y sino hacete artesano, vende collares y pulseritas, los hippies no tienen ningún drama con el dólar paralelo, el precio de la soja, el petróleo, el riesgo país, la inflación, la crisis mundial, viven felices sin que nada les importe un pomo, lo único que les interesa es que alcance la plata para comprar marihuana. Cuando cumplís sesenta y cinco, y finalmente podes jubilarte ya sos demasiado viejo para disfrutarlo, no podes viajar porque te duele todo el cuerpo, no podes hacer deporte, no podes escribir porque te olvidas todo, ni siquiera podes comer tranquilo entre la presión y el colesterol. La vida se te va en un suspiro, un tercio de la vida desperdicias en el laburo, ¿y a cambio de qué? Un día cierra el banco y te echan a la mierda, les importás un comino. Andá flaco, rajá de acá y disfruta la vida, Salí a tocarle el culo a las chicas, y a patear tachos de basura. Andá a tocar timbre y sali corriendo, a jugar a la pelota, aprovechá a disfrutar mientras puedas.- Gesticulaba mucho con sus pequeños brazos que parecían de juguete por lo delgados, los sacudía con fuerza señalando el horizonte. Hizo una pausa, odenando sus pensamientos, y me dijo esta frase: -Todo pasa tan vertiginosamente, que a veces el pasado se nos confunde con el futuro.-<br />- ¡Lo que me estás diciendo es impresionante! ¿Porque no salís a contar tu historia al mundo? Ayudarías a millones de personas, le darías esperanza a los enfermos del mundo, saber que existe la reencarnación resolvería la pregunta existencial máxima, la religión tendría al fin sentido, el vacío interior se llenaría en cada uno de las personas, la angustia eterna al más allá dejaría de pesar en la conciencia de los humanos, cambiarias el mundo…-<br />-Pará, pará, pará… primero que nadie va a creerme, ya hay decenas de personas expresando lo mismo que yo en internet y nadie les da bola, ¡vos ni sabés que existen! Y segundo que, a pesar de todas las cosas que fui, también fui hijo, y fui papá. Yo sé lo que se siente perder a un hijo, y no quiero quitarles a mis viejos la felicidad diaria de ser padres, no podría hacerles eso. Además así estoy fenómeno, me tratan como a un rey, me malcrían… ¡y encima tengo una niñera que no sabés lo que está!- Hizo unos gestos por demás evidentes, señalando los abultados atributos físicos de la joven. Dándome una palmada en el hombro, cambió de tema. -¿Querés otra cerveza? Te traigo si queres…-<br />-No, gracias. Ya hiciste demasiado por mí.- Le devolví el envase vacío y me fui, caminando por la sombra. Que junte Magoya los castillos inflables, y la próxima que se disfrace otro de Barney, yo por mi parte, voy a disfrutar de la vida.</span>LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-77689382561081649162018-04-25T06:51:00.001-07:002018-04-25T06:51:52.715-07:00Amor clandestino<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqa3BAfgXFrmAM8WTS261__xBP3cD8F-eCuTmU3TOP-7bi0SH5eX94tAvapr3An5XBkAO9kI2PxeQnRWqBmeKFYDqxYc6t7obfUgkNwBi2NhZqrWzufss0WS0v2CPsEH8jfMvUZNSOpmw/s1600/9df85c91fbbf7a3312cf87ea4ff4918b--sara-bareilles-the-stage.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1000" data-original-width="736" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqa3BAfgXFrmAM8WTS261__xBP3cD8F-eCuTmU3TOP-7bi0SH5eX94tAvapr3An5XBkAO9kI2PxeQnRWqBmeKFYDqxYc6t7obfUgkNwBi2NhZqrWzufss0WS0v2CPsEH8jfMvUZNSOpmw/s320/9df85c91fbbf7a3312cf87ea4ff4918b--sara-bareilles-the-stage.jpg" width="233" /></a></div>
<span style="font-size: x-small;"><br />Le arranco la camisa, los botones vuelan, con el hambre de un náufrago nos consumimos mutuamente la boca, nos besamos salvajemente mientras manoseo su cuello con mis manos. Me quita la ropa a tirones, y deja salir esa faceta furiosa y febril. Ese look de oficinista me vuelve loco, tan pulcra y ordenada con sus pequeños anteojos de marco negro, y a la vez tan indecorosa con sus medias de red y el portaligas de encaje... Rebotamos contra los azulejos en las paredes del baño, mientras lacero con mis dientes los negros lunares de sus senos. Sin darnos cuenta, activamos el ruido a turbinas de un secador de manos y, casi instintivamente, nos encerramos en un cubículo. Apenas alcanza a trabar la puerta, y ya la tomo por detrás, le beso la nuca y nuestros brazos se suman, se multiplican. La agarro del pelo mientras desarmo ese prolijo y hasta prepotente rodete negro. La hago agachar brutalmente tironeando de pasión. Su espalda es hermosa, perfecta. Su piel es casi traslúcida, blanca como la nieve. Solo un travieso tatuaje en su costado derecho interrumpe aquella escultura de mármol. Le dejo el corpiño puesto, pero le levanto la minifalda, sus nalgas resplandecen. Bajo mis pantalones, corro su diminuta ropa interior blanca y... <br />Un viejo pelado me interrumpe, nos interrumpe, se mete entre nosotros y me la quita, se la lleva, nos corta la inspiración. Un tipo de bigotes de unos sesenta y pico y con cara de milico, el desgraciado corre ruidosamente la silla y me hace volver a la realidad del bar. Trato de incorporarme, me acomodo en la silla y miro en derredor para ver que nadie me estuviera observando. Es allí cuando veo que ella tenía sus claros ojos incrustados en mí. Eran pardos, una rareza, una mezcla extraña de verdes y marrones muy suaves que variaban dependiendo del día, o, quizás, de su estado de ánimo, no lo sé, pero no había dos días en los que tuviera los mismos ojos. Nuestras miradas se cruzan, ella sentada al otro extremo del bar sabe lo que quiero, lo que me consume de deseo, sabe que la preciso, la exijo. Solo con verme nota que ardo de necesidad, que me urge su presencia. Asentí con la cabeza, ella también, se levantó y caminó hacia mí, solo bastó un gesto para que nos entendiéramos. Sus tacos altos sonaban contra el piso de madera, a la vez que mi corazón se aceleraba, su cuerpo se contorneaba como una tigresa al acecho, sus pechos vibraban a cada paso. Llegó y se paró junto a mí, su perfume dulce y, quizás, algo repugnante inundó la mesa. Feroz, pero todavía una dama, esperó a que yo dé el primer paso.<br />—Un café con leche, y dos medialunas —Mi voz tembló y seguro me sonrojé, porque un calor abrazó mis mejillas.<br />—Sí, como no, ya se los traigo —Una corriente helada de indiferencia sobrevoló su respuesta.<br />—Gracias.<br />Así como vino… se fue, y yo… continúe poseyéndola en secreto.</span>LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-55212017336870341712018-04-17T12:34:00.002-07:002018-04-17T12:34:42.919-07:00Cuento: "Una ginebra por favor"<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKfDezpjMMtFq032nII1SGwnflBp7iNsnK1yoY3exom8ZWMLKKXBc-Pfd7m-E7zNNP4Jr0uPMNf56Lh6d-herPbQn6RioikWw6VyQWF6P2I1YCIRWDfIcY8IrvnGhKwHgUl5WAK4rTfZk/s1600/L518-CHGD-360x360.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="360" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKfDezpjMMtFq032nII1SGwnflBp7iNsnK1yoY3exom8ZWMLKKXBc-Pfd7m-E7zNNP4Jr0uPMNf56Lh6d-herPbQn6RioikWw6VyQWF6P2I1YCIRWDfIcY8IrvnGhKwHgUl5WAK4rTfZk/s320/L518-CHGD-360x360.jpg" width="320" /></a></div>
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;"><br /></span></b>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">Era el atardecer de un martes,
cuatro de agosto para ser más precisos. Estaba bastante nublado y frío afuera,
pero adentro del barcito del Turco la temperatura no variaba jamás. El espeso
cortinado también impedía cualquier tipo de visión con, y desde el exterior.
Bastante tétrico el lugar, solo iluminado por un par de tubos fluorescentes
colgados de un extremadamente alto cielo raso, al estilo de las viejas
contracciones de principios de siglo, como lo era este inmueble. Dos
ventiladores de techo allá en las alturas, sostenidos<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>del machimbre pintado marrón obscuro, giraban
lentamente haciendo circular el humo acumulado en lugar de refrescar. El bar
del Turco era el único de la pequeña ciudad que ignoraba por completo la ley
anti tabaco, casi orgullosamente. El doctor Zamudio yacía sentado solitario en
la mesa junto a la ventana disfrutando de un Criadores, mientras ojeaba el
suplemento económico del Clarín. Siempre utilizaba la misma ubicación, y era
muy común ver clientes del bar hacerse atender en esa misma mesa por la módica
suma de un Whisky importado. Un antiguo televisor colgado de un soporte a la
pared del fondo, aportaba la única cuota de color y vida al lugar. El volumen
estaba en cero, pero se veían imágenes de carreras de caballos y largas listas
de posiciones. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">Raúl Sotello, sentado en la
banqueta de la barra miraba fijamente el vaso de vino blanco con jugo de
naranja. Ya se había tomado cuatro, e iba camino al quinto. El hielo tintineó
cuando apuró el líquido dentro de sus fauces. Depositó el recipiente vacío
sobre la barra, y golpeando con el dedo índice sobre el borde del vaso, pidió
otro. El Turco, dueño y único mozo se las arregló para verlo a pesar de estar
en el otro extremo del mostrador, con esa especial percepción que solo tienen
los verdaderos mozos de profesión. Se acercó con paso silencioso, mientras con
un trapo de rejilla secaba una copa de vidrio muy berreta recientemente lavada.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-¿Que anda pasando Raúl?- a la
vez que servía el contenido de la botella. Preguntó más por compromiso que por
verdadero interés. El Turco era un tipo muy reservado y de pocas palabras, como
un establecimiento de ese tipo lo ameritaba.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Acá andamos… con problemas de
mujeres,- lo sorprendió bastante la pregunta del propietario del lugar, dada la
escasa locuacidad del mismo. -y lo que más me preocupan son los pibes.
¿Entendés? Si fuera por mí no hay drama, pero no quiero que los chicos tengan
que pasar por este quilombo…son chiquitos todavía, uno tiene seis y la otra
nueve.-</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">Al Turco no le cayó muy bien todo
este palabrerío, era un tipo reservado y quería permanecer al margen de la vida
personal de los clientes. Aseguraba que esto generaba un tipo de intimidad que
terminaba en mangueo. Puso los ojos en blanco en un inequívoco gesto de hastío,
al darse cuenta que no le quedaba más opción que quedarse a escuchar toda la
historia.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">Sin reparos y sin tapujos le
contó todo el quilombo que tenía en pocos minutos, Sotello era un tipo directo
y no tenía inconvenientes en decir las cosas como realmente eran.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Soy un boludo- comenzó, a modo
introductorio. El cantinero mentalmente compartió el pensamiento con su
cliente, pero no dijo nada. Mantuvo un silencio sepulcral, era de escasas
palabras el tipo. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Hace unos cuantos meses me salió
un laburo en Navarro.- Hizo una pausa para tomar, y prosiguió. -No sé si sabía
que soy albañil, había que levantar un<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>par de galpones para una cerealera, por lo que teníamos para un tiempo
bastante largo. Íbamos y veníamos todos los<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>días, salvo los miércoles que le pagábamos hasta tarde y nos quedábamos
a dormir allá, como unos cuantos éramos de Lobos dormíamos ahí en la obra…la
cosa fue así por un tiempo, rutinaria y aburrida, hasta que conocí una maestra
de primaria separada. Vivía con el hijo, pero ya era bastante grandecito y
estaba acostumbrado a un desfile de machos por la casa. La cosa fue bastante
rápida, y a las dos o tres semanas ya tenía donde quedarme a dormir.- </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">A continuación, a medida que iba
bajándose el nuevo vaso de vino, continuó con una exageradamente generosa
descripción de la mina. El mozo en cuestión de segundos se dio cuenta que la
mujer era un escracho total, pero como siempre no dijo nada.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">El tiempo fue corriendo, pero el
tipo era vicioso y no supo cuando parar. La supuesta obra en construcción
llevaba ya casi seis meses, un tiempo más que prolongado. Siempre la piloteaba
con excusas baratas del tipo -Tenemos que hacer unos galpones más-, o -Se
complica por el clima, y vamos muy lento-.El asunto era que la mujer de Raúl,
Gabriela, también era maestra, -¡Y…viste como son las maestras de chusmas!-.
Aparentemente había una amiga y colega que trabajaba acá, en Lobos, pero estaba
haciendo las practicas en la vecina ciudad, y no sé como mierda se enteró, pero
lo mandó en cana. La mina se lo aseguró y se lo recontra juró a la esposa de
Raul, incluso la convenció de ir hasta la obra un martes por la noche para
corroborar la existencia de la misma.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Parece que se fue hasta Navarro
nomás, y le preguntó por mí al sereno del galpón en el que habíamos trabajado.
El tipo le dijo la verdad, que hacía tiempo habíamos terminado y que ya no
trabajaba más allí. ¿Qué me iba a imaginar que ésta loca iba a ir hasta allá?-
Agachó la cabeza hasta casi tocar el borde del vaso.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Recién hace un rato me agarró y
me empezó a decir de todo, que era un hijo de puta, que la engañaba, que soy
una basura y no sé qué más. No seque hacer. Yo me hice el boludo y me fui a la
mierda. Le dije que la amiga le mentía por que estaba caliente conmigo, que me
quería levantar. Pero no me creyó ni medio, y tengo miedo por los chicos
viste...ellos no tienen la culpa...- No se sabe bien porqué, ni cómo, pero al
Turco se le enterneció un poco el alma, era la primera vez que algún tipo de
sentimiento se manifestaba en él, en este caso era compasión. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">El propietario del lugar se
ofreció a ayudarlo, pero exigió completa y absoluta confianza en él. El cliente
aceptó sin pensarlo, conciente de que no tenía ninguna otra opción. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Este miércoles venite acá a la
noche, tipo diez cuando cierro, y trae el auto. A tu mujer no le des ninguna
explicación.- </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">La noche en cuestión llegó, y
Raúl apareció justo a tiempo. El Turco estaba cerrando la puerta, subió al auto
y salieron. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Mi mujer casi me mató cuando le
dije que salía de nuevo. ¡Hasta me tiró con un plato por la cabeza!-Sotello se
frotaba la nuca con la mano izquierda mientras manejaba, como si el plato
realmente le hubiera pegado.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Agarrá para Saladillo- fue lo
único que dijo en todo el viaje. Permaneció todo el viaje mirando las estrellas
a través de la ventanilla. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">Una vez en la ciudad, lo hizo
circular por unas calles oscuras y extrañas, hasta llegar a una especie de
club. Le hizo señas para detenerse y bajaron. Entraron al lugar, y subieron a
la segunda planta, donde se erigía una completa y muy surtida sala de juego.
Una ruleta, mesas de Black Jack, punto y banca, carreras de caballos y sobre
todo varias de truco. El lugar no era demasiado grande, entre las mesas de juego
y los apostadores no quedaba espacio libre en lo absoluto, el cielo raso era
bastante bajo, y el humo de cigarrillos se amontonaba. Unos ventiladores de
techo casi rozaban las cabezas de los que permanecían de pie. La concurrencia
no era excesiva, sino todo lo contrario, un<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>par de docenas de viejos arruinados y deprimentes alcanzaban para poblar
el lugar. Hicieron un breve recorrido por el lugar, mientras El Turco lo
presentaba con la mayoría de los apostadores. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Jaime... ¿como andas? ¡Siempre
con el whisky en la mano vos eh!- Le dio una fraternal palmada en la espalda, a
la vez que el tipo se daba vuelta quitando momentáneamente la vista de sus
fichas en la ruleta. Lo reconoció con un gesto de sorpresa, y se volvió
prontamente a vigilar el juego. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Turquito, tanto tiempo...pensé
que nos habías abandonado- Hablaba con el pucho agitándose en la comisura de
sus labios. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">El Turco se apresuró a
presentarlo y, como si fuera una especie de código que ya había utilizado
varias veces, solo se limitó a comentarle: -Éste es Raúl, viene todos los
miércoles a jugar acá. ¿Ok?- Dichas estas frases se alejó del tipo y repitió la
operación con otros sujetos de igualmente dudosa reputación. Incluso tuvo
exactamente las mismas palabras con el dueño del lugar, conocido simplemente
como Tano, adicto al póker. Todos asentían con la cabeza, no decían palabra
alguna ni preguntaban absolutamente nada. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">Habrán estado cerca de una hora
ahí, hasta que el supuesto guía turístico propuso tomar un café en el barcito
de la esquina. Al entrar al lugar, Raúl tuvo la sensación de haber estado allí
miles de veces, a pesar de no conocerlo siquiera. Era un calco del bar de El
Turco en Lobos, el mismo aire de tugurio y el mismo aspecto depresivo. Solo
cambiaba la ubicación de los baños. Incluso los pocos clientes presentes se
parecían demasiado a los de mi ciudad, bastante arruinados y desalineados.
Oscuros, indecentes, indignos, y hasta con una cuota de fracaso grabada en sus
espaldas. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">Ambos propietarios de bares se
saludaron amistosamente, intercambiaron un par de comentarios banales, y El
Turco pidió dos ginebras. Mientras apresuraba la suya, le comentó al dueño del
lugar con la misma suspicacia que antes: -Raul viene todos los miércoles
después de jugar, y se toma un legui-</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-No hay drama- Alcanzó a decir el
otro tipo, creo que se llamaba Ramón. Tenía todos los años el viejo, y su cara
parecía un mapa. Era difícil precisar la edad, pero parecía avanzada, cerca de
setenta quizás. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">El Turco se tomó la ginebra mía
que aun permanecía intacta. Lo hizo como en las películas, de un solo trago, y
luego se levantó. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Pagá- Le dijo, mientras se ponía
de pie y enfilaba hacia la salida. Raúl abonó las bebidas, y al salir del
lugar, se sorprendió de ver a su compañero esperándolo ya en el auto. Aparentemente
no tenía ganas de manejar, y aprovechó el viaje para dormir. Al llegar a Lobos
se despertó.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Escuchá, vas a hacer lo
siguiente ahora. El miércoles que viene vas a salir de nuevo, no importa lo que
te diga tu mujer, así te quiera matar no le hagas caso. Vos te vas a cualquier
lado y volvés bien tarde. Te va a cagar a pedos seguro, y vos ahí le decís que
la semana próxima le vas a mostrar la verdad. Le vas a mostrar con quien la
estabas engañando.-Ante la mirada estupefacta de Raúl, El Turco siguió explicando.
</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Sí, le decís así, entonces la
subís al auto y arrancás, no le decís nada. La llevas al salón de juego donde
estuvimos hoy, y le decís que con la única que la engañabas era con la timba,
que estas enfermo con el juego, pero que vas a empezar a curarte, por ella-. Lo
dejó primero al cantinero, y luego prosiguió a su casa. Al llegar su mujer lo
estaba esperando despierta, sentada en el sofá y en camisón. No emitió sonido,
pero su cara le decía todo. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">La siguiente semana fue todo un
escándalo directamente, hubo gritos, reproches. Gabriela incluso llegó a
tirarle un florero por la cabeza. Amenazó con irse de la casa y llevarse a los
hijos con ella. Raúl entonces dio inicio al plan estipulado. Ese miércoles
salió solo, fue al puterio del pueblo nomás, y regreso a las tres horas.
Transcurrieron los días con un dialogo nulo, e insultos gratuitos que solo
mermaban en presencia de los hijos de la pareja.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">Llegó el día indicado para la
maniobra, y Raúl amenazó con salir nuevamente, ante el esperado reproche de su
esposa. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-¿Vos querés saber a donde voy yo
todos los miércoles? Bueno, vamos. Yo te voy a mostrar a donde voy.- Con
semblante decidido aunque cagado hasta las patas, y haciéndose el ofendido por
la poca confianza depositada en él, partieron con rumbo a Saladillo. El viaje
fue sin una palabra de por medio, y ni siquiera la radio se encendió. Era una
noche estrellada y limpia, pero el frío apremiaba.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">Al llegar al salón de juego,
bajaron del auto y entraron. Raúl traspiraba de los nervios, como prostituta en
la iglesia, pero mantenía su rostro inmutable. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Buen día Raulito, ¿como anda
usted? ¿Viene a repetir la buena racha del miércoles pasado?- Le decía un viejo
desconocido a la vez que le daba una fraternal palmada en la espalda. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">Todos simulaban ser su amigo
desde hacía tiempo, la orquestación funcionaba a la perfección.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">- ¿Ves amor? Con la única que
puedo engañarte a vos es con la droga del juego. No me animaba a decírtelo
porque me daba vergüenza, pero ahora que estuve a punto de perderte voy a dejar
el vicio. Vos sos lo único que importa para mí- Intentaba decirlo con la mayor
seriedad posible y poniendo cara de sufrido, pero la verdad es que se estaba
mordiendo los labios por dentro para no reírse.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">Gabriela le pidió disculpas por
haber desconfiado injustamente, se dieron un beso y fueron a tomar un café al
bar de la esquina. Se sentaron en una mesa cualquiera, ya que estaban todas
vacías. El anciano propietario del bar se acercó lentamente a tomar la orden,
casi arrastrando los pies. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Buenassss- dijo el mozo
sexagenario, casi hablando para adentro, y se quedó parado esperando la orden.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Un Legui, como todos los
miércoles por favor y una Fanta para la dama.- El corazón se le paralizó por un
momento, este viejo de mierda seguro me caga se dijo por dentro. Partió en
busca de la orden y al ratito volvió con la bandeja y las bebidas. Mientras las
ponía en la mesa, sin prestar la mínima atención, casualmente levanta la vista
y estudia el rostro de mi esposa.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-¿Gabriela, que haces acá? No me
llamaste más, iba todos los miércoles a visitarte y de un día para el otro me
cortaste. No me mandaste ni un mensajito siquiera. ¿No me vas a decir que me
cambiaste por éste gil flojo y debilucho? Te extraño Gabi… hasta conseguí el
juguetito ése que vos querías, y el disfraz de marinero… Te amo-</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">Raúl no emitió sonido, no dijo ni
una palabra, no porque no tuviera nada que decir, sino porque la situación lo
sobrepasó, no pudo ordenar sus pensamientos y transformarlos en un idioma
entendible, se imaginaba al viejo decrépito, con su cara de mono, mezcla de Don
Ramón y Keith Richards, encima de su esposa. El viaje de vuelta fue un parto,
al llegar a Lobos dejó a su mujer en la casa y se fue a dormir a un hotel. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Pero Raúl, estás siendo un
hipócrita, si vos hacías lo mismo, te pagó con la misma moneda, ahora ya está,
están a mano- El Turco, siendo extrañamente amigable lo aconsejaba, mientras le
servía otra Ginebra a su cliente, que luego él mismo tomaría. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Ya sé, pero yo no voy a ser
cornudo. Puedo ser boludo, forro, me pueden cagar con plata, puedo ser una
basura de persona, degenerado, baboso, pero cornudo no. Ya sé que yo también la
engañaba, pero es distinto. ¡Yo cornudo no!- prendió un cigarrillo, había
dejado hacía años, pero las circunstancias lo hicieron retomar el vicio.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Pero pensá en los pibes, tus
hijos no tienen la culpa- Aparentemente El Turco en el fondo tenía
sentimientos.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Y bueno, mala suerte, ya son
grandes, que se las arreglen. Hoy en día es lo más común tener padres
separados. Además ya no vivo más en mi casa, yo me fui para tomarnos un respiro
y poner las cosas en orden, pero mi adorable esposa enseguida me cambió por el
viejo cara de mono. ¡Sí, en serio, el viejo duerme en mi cama ahora! Es el
colmo… igual ya hablé con él, lo discutimos muy seriamente como caballeros.
Ahora te juro que soy feliz, estoy cumpliendo el sueño de mi juventud, estoy
soltero, libre, y encima tengo un bar en Saladillo, se lo cambié al viejo por
mi esposa, ahora vivo allá. Ando de novio con una pendejita prostituta que de
paso la hago trabajar ahí en la cantina. No sabés lo linda que está, andá un
día y te hago precio-</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">-Menos mal que le molestaba ser
cornudo, y ahora anda con una puta- pensó el Turquito para sus adentros, pero
sin emitir comentario alguno. -A veces la felicidad se encuentra en esos
caminos que uno mismo se negaba a transitar-</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<br />LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-21135783669728102002018-04-14T10:49:00.003-07:002018-04-14T10:49:33.144-07:00El doctor Pink Freud (cuento 2013- corregido)<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGtqO8iSA0DIFVzpvs2gx9vPzAT7ErbNNZG0wGuJa4uYNg-L1FXsl5tBDwv0b_nM-XPnTiMU2PJie2Gc6vwuGtYqX_8andqh9peyebQn0eT3AxoPhLAYVSHgT9ap7kPneehXgJcB_VLEU/s1600/depositphotos_43166897-stock-photo-glass-of-aged-whiskey-with.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="760" data-original-width="1023" height="296" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGtqO8iSA0DIFVzpvs2gx9vPzAT7ErbNNZG0wGuJa4uYNg-L1FXsl5tBDwv0b_nM-XPnTiMU2PJie2Gc6vwuGtYqX_8andqh9peyebQn0eT3AxoPhLAYVSHgT9ap7kPneehXgJcB_VLEU/s400/depositphotos_43166897-stock-photo-glass-of-aged-whiskey-with.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">Estaba el Dr. Zamudio contando
otra de sus inverosímiles historias en el bar, cuando me acerqué a la mesa. Me
saludaron los parroquianos, para luego continuar con el relato. Afortunadamente
recién había comenzado, por lo cual podía llegar a tomar el hilo de la anécdota.
Aparentemente se trataba sobre un extraño caso que había tenido, con un joven
paciente, de unos seis años de edad. Me llamó la atención, e incluso me pareció
poco creíble que atendiera niños en su consultorio, dado que es psiquiatra sin
ningún tipo de especialización en esa área, pero decidí darle el beneficio de
la duda y seguir creyéndole. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">-Sería allá por el año ochenta y
cuatro, ochenta y cinco más o menos. Puedo calcular la época por que andaba en
el Peugeot 504, y lo compré cerca de ese año. Cero kilómetro, full, asientos de
cuero...un maquinón. Verde oliva era el color, con caja de quinta.- Una breve
pausa, y la mirada del relator se perdió por un instante en la vidriera, tal
vez rememorando el auto que tanto añoraba, o tal vez mirando algún culo que
pasara por afuera.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">-Bueno, volviendo al tema. Aún
puedo ver en mi memoria la desesperación de sus ojos. Esos padres primerizos al
borde de las lágrimas, rogándome que los ayudara, y que ayudara a su hijo. Me
comentaron que el pobre niño sufría algún tipo de autismo, no de los más graves
pero tampoco de los más leves. En ese entonces, este desorden no estaba
completamente estudiado y había pocas certezas sobre los tratamientos a seguir.
No se sabía mucho del tema. La señora estaba bastante buena, rubia con rulos,
tez bastante clara y un buen cuerpo. El tipo por otra parte tenía una reverenda
cara de pelotudo a pedal. Muy buenas personas los dos. Concertamos otra cita,
pero en la siguiente debían concurrir con Tomasito, el nene en cuestión.- </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">Alcides se llamaba, lo averigüé
luego de un tiempo. En ese entonce solo se lo llamaba como “El doctor”. Cerca
de los sesenta, el tipo ya estaba retirado de todo consultorio psicológico y
psiquiátrico. Solía darle recreo al secreto profesional dentro de la confianza
del bar, y comentar locuras y chusmeríos de los vecinos. Ya estaba jubilado por
lo que todo le chupaba un huevo. Éramos cuatro aparte de él en la mesa. El
flaco Ramírez, el Tero, Lucho y yo, todos expectantes del relato. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">-A la próxima aparecieron con el
pendejo. Hablé un par de pavadas con los padres y los saqué afuera. Estando
solo con el pibe nos sentamos en el piso a jugar con unos autitos que llevé
para la ocasión. Parecía bastante normal en la manera de jugar, solo que no me
registraba para nada. Le hablaba y nada, no respondía ni con un gesto siquiera.
Si apenas le tocaba el brazo o lo rozaba en lo mas mínimo se ponía inquieto,
pero tampoco se desesperaba. Directamente me ignoraba. Transcurrieron así
varias sesiones, tal vez siete u ocho meses. Había poco avance pero es normal.
Encima yo iba como a la deriva, ya que jamás había tenido un caso similar.-</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">Tomó un sorbo de café del
diminuto pocillo. Noté que el tamaño de los mismos disminuía cada dos o tres
años. No solo en el bar de Manuel, sino en todos los lugares en general. Es una
vergüenza pagar ocho mangos por un dedal de café, pensé. El doctor y licenciado
lo pedía regularmente con una medida de J & B, luego de hacer una especie de fondo
blanco con el café ya frío, hacía durar el whisky una media hora aproximadamente.
Siempre de impecable saco marrón a cuadritos, y camisa desprendida debajo.
Acostumbraba vestir formal, conservando una impronta y una presencia impecable,
solo que un poco pasado de moda, pero entendible considerando que ya estaba
entrando en los sesenta años de edad. </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">-Empezaron temprano los
calorcitos ese año, por lo que sugerí a los padres que se tomaran un fin de
semana en la costa o en algún lugar descampado, como para que se relajaran un
poco y a la vez al niño tuviera algo de esparcimiento. Estábamos teniendo
sesiones dos o tres veces por semana, la mayoría de ellas ad honoren, estaba
intrigado y a la vez emperrado en buscar una solución o una ayuda, ya se había
vuelto un desafío personal; pero todos necesitábamos un descanso. Yo me quedé en
mi casa con la que en esa época era mi señora, ellos aprovecharon mucho más el
receso, fueron a Aguas Verdes, un lugar en la costa de lo más tranquilo y
decadente.- </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">Hizo una pausa para prender un
cigarrillo. Pidió fuego a uno de los oyentes, aspiró profundamente mientras una
espesa y lechosa nube envolvió su rostro arrugado. Los bigotes canosos pero
amarillentos por la nicotina revelaban su adicción. Aclaró su garganta y la
aceitó con algo más de whisky. Sostenía el pucho de una forma particular, entre
el dedo mayor y el anular, éste elemento en su mano izquierda era el
complemento ideal para darle más énfasis y seriedad a los aparatosos gestos que
acompañaban su relato, Continuó.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">-Al regresar de su viaje,
inmediatamente me llamaron a mi casa, en esa época no existía celular, con una
emoción desmedida y luego de un par de intentos por hacerse entender a pesar de
los llantos, me contaron sobre su excursión. La emoción les impedía expresarse
bien luego unos minutos lograron calmarse, y los jóvenes padres narraron
detalladamente su travesía. Era domingo a la noche, y a pesar de que me había
clavado un vinito con la cena, hice un esfuerzo por seguir el hilo de la
noticia que me contaban. El viaje había sido normal, el niño en el asiento de
atrás, con la vista perdida en la ventanilla, sin hablar una sola palabra ni
expresare de ninguna manera, ni un grito ni un quejido siquiera. Durmió
solamente una hora en el interminable viaje de cinco horas en el Fiat 128
turquesa. Al llegar al pueblo, se dirigieron directamente a la playa. Ante la
desesperación de la joven pareja, ni bien se detuvieron el niño abrió la puerta
y salió corriendo delirante de felicidad, como perro con dos colas. Según ellos
en nene había jugado durante horas e incluso había interactuado con sus
progenitores de una manera demasiado afectiva para él, llegando incluso al
grado de abrazarlos. No era que yo desconfiara de la buena fe de ellos, pero
quería comprobarlo yo mismo, quizás sus grandes deseos de ver una mejoría los
habían engañado y los hacían ver cosas inexistentes o no tan trascendentales.
Les<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>dije que lo tomaran con calma, que a
pesar de haber experimentado ese supuesto cambio drástico el niño estaba lejos
de una cura completa y definitiva, pero que todo avance era positivo. Yo quería
verlo con mis propios ojos, por lo que pactamos un viaje a la costa todos
juntos.- </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">Alcides dio la última pitada al
cigarrillo y lo apagó en el cenicero con enérgicos movimientos. (Me cuesta
llamarlo por su nombre de pila, Dr. Zamudio conlleva otra investidura) Casi ni
lo fumó, de hecho lo prendió al pedo, pero hay ciertos fumadores que disfrutan
el solo hecho de sostenerlo en sus dedos, por costumbre, se sienten como
desnudos, o no saben qué hacer con las manos si no sostienen a su incondicional
amigo en brazas. Se rascó el bigote, y se pasó la mano por sobre el canoso y
engominado pelo canoso. Lo tenía extremadamente blanco, y el gel berreta que
usaba (o tal vez las grandes cantidades del mismo) le producía una desagradable
y cuantiosa caspa, parte de la cual cayó como copos de nieve sobre los hombros
del ruinoso saco a cuadros, estilo príncipe de Gales.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">-Tuve una sesión con el niño
antes de la excursión costera, sinceramente no note ninguna mejoría, ni se dio
cuenta que estaba conmigo, pero ante la insistencia de la pareja acepté viajar.
Fuimos en mi auto, salimos bien temprano la mañana del sábado para llegar a la
tarde y aprovechar el día en la playa. A eso del medio día estábamos allá.
Dejamos las cosas en el departamento que habían alquilado y fuimos directo a la
orilla del mar. La reacción de Tomasito fue tal cual me habían dicho ellos.
Juro por Dios que no lo podía creer.- Agitaba la mano enérgicamente,
sosteniendo el vaso de whiskey en su mano derecha, con los tintineantes trozos
de hielo sin que una sola gota se derramara. -¡El pendejo salió corriendo como
gato quemado, se metió en el agua y no salió como por cinco horas! No lo podía
entender. El domingo arrancamos el día de playa desde temprano. Le compré un
barrenador de telgopor al niño para que juegue con las olas, y de paso usarlo
como excusa para poder meterme a jugar con él en ése extrañamente calmo mar.
Paramos solo para almorzar y merendar, luego estuvimos horas y horas en el
agua. Ya cerca del amanecer, el sol caía y la marea crecía. Quedamos exhaustos
los dos y nos sentamos en la arena húmeda observando el paisaje. Los dos ahí
tendidos, frente a la inmensidad del mar y el hipnótico sonido de las olas, era
el momento perfecto para retomar la terapia. Sin quitar los ojos del horizonte
le pregunté si realmente sabía lo que le pasaba. No esperaba respuesta alguna
en realidad, por lo que la sorpresa fue mayor al oírlo. Giro lentamente la
cabeza para poder mirarme. Con la voz más suave y tranquila imaginable, pero a
la vez con la precisión de un hombre adulto y sabio me dijo algo más o menos
así: -mire doctor, yo sé que ustedes creen que soy autista, y tal vez lo sea en
alguna medida. También sé que tengo una inteligencia superior a lo que
corresponde a mi edad, pero yo estoy bien, no se preocupen por mí.- </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">Me quedé paralizado, fue una
mezcla de temor, de sorpresa y hasta de vergüenza. No se, pero fue de lo mas
sorprendente que me haya pasado. Pasaron unos segundos o tal vez algunos
minutos no lo recuerdo, permanecí mudo, no sabía que contestarle a esa persona
adulta dentro del niño. -Escuchame nene, ¿Por qué entonces no te comportas como
todo chico? ¿O por que tenés problemas para relacionarte si sos tan
inteligente? ¿Qué tiene el mar que te deja liberarte?- El pibe la tenía re
clara. ¿Sabés lo que me contestó? Me dijo algo así:</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">-Es que a mí no me interesa
relacionarme con nadie, entiende. Que el ser humano es un ser social y que no
puede vivir aislado de la sociedad es mentira, es un invento de la modernidad
que intenta bombardear nuestra vida a través de los medios de comunicación. Yo
disfruto estando aquí, siento que Aguas Verdes es mi lugar en el mundo,
¿Entonces porqué debo mantener una vida en la cual soy infeliz? No me interesa
nada más que el mar, porque sólo aquí soy yo, soy libre.-</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">Me quedé literalmente con la boca
abierta, no sabía que decirle al pendejo. ¿Que cuando uno llega a la adultez debe
vivir sometido una vida socialmente aceptable y preestablecida, aunque no es la
que uno quiera? ¿Qué es de gente seria y grande trabajar todo el día como
esclavo, vivir en un lugar contaminado de mierda y encima no disfrutar ni un
segundo de paz? Era muy cruel decirle que la felicidad era un cuento de niños,
que en realidad no existe, que solo pasa en las películas.- Alcides Zamudio
estaba al borde de la silla, apoyando los codos en la mesa. A pesar de haber
contado varias veces la anécdota todavía se posesionaba y tensaba al punto de
emocionarse de la forma más profunda.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">Ante el silencio atónito que el
doctor dijo mantener frente a las declaraciones del niño, éste reafirmó su
postulado. -¿Acaso usted no tenía sueños en su infancia? ¿O un lugar en el que
simplemente fuera feliz sin la necesidad de nada ni de nadie más? Tal vez un
rincón de la plaza, una calesita, o simplemente la cima de un árbol al cual
trepaba. No creo que sea necesario abandonarlos- Pobre niño tonto pensó el
psicólogo, no sabe lo que le espera en la vida, cuantas desilusiones tendrá por
delante.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">-Hice un pacto con el infante
para que tratara de ser más sociable, en especial con su familia, a cambio yo
debía convencer a sus padres de mudarse a Aguas Verdes. Nunca lo volví a ver al
pibe, ya debe ser todo un hombre. Yo por mi parte tomé parte de la enseñanza
del pibe sobre no abandonar los sueños de niño, y aprendí a tocar la guitarra.
Junto con otros dos médicos del pabellón psiquiátrico del hospital formamos una
banda de rock, “Pink Freud”. Pero hubo problemas entre nosotros, ellos eran
lacaanianos y yo freudiano.-</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">Se recostó en la silla al
terminar la oración, mirando hacia el ventilador de techo del bar. Parecía
estar aliviado de sacarse la anécdota de encima. Prendió un segundo cigarrillo,
pero esta vez con una expresión de placer como si hubiera finalizado de hacer
el amor.</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">Reinó el silencio en la mesa, y
por un par de segundos todos pensamos y recordamos esos deseos de temprana
edad, esos anhelos más básicos y esenciales, esos sueños inconclusos de la
niñez; pero hubo un gol de Chacarita en el televisor que nos hizo volver a la
horrenda realidad.</span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<br />LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-64605905715424973702018-04-11T15:17:00.000-07:002018-04-11T15:17:07.521-07:00el correcaminos es muy hijo de putaNo era un lugar demasiado placentero pero no había opción, era una construcción antigua de fines del siglo XIX, bastante derruida pero recientemente blanqueadas sus paredes con cal. Estaba ubicado en medio de un gran parque, por lo que los internos podían pasear y relajarse debajo de las frondosas sombras de los árboles antiguos. Uribelarrea es un pequeño pueblo tan pintoresco y simple como cualquier otro, con la única particularidad de contar con un hospital neurosiquiátrico en su trazado urbano. Varios de los internados (los inofensivos) suelen verse circulando por las calles o sentados en la plazoleta central tomando mate, algo a lo que la mayoría de los pueblerinos están ya acostumbrados. <br />El señor Alcides Zamudio debía realizar allí sus prácticas de tercer año de la carrera de siquiatría, durante las cuales debía estudiar algunos casos particulares y luego elevar informes sobre la medicación que recibían, sus recomendaciones, etc. Sería allá por el año setenta y pico, el doctor tenía por ese entonces pelo largo y castaño, y una barba candado que lo hacía parecerse levemente a Chuck Norris. Había muchos internados de entre los cuales debía elegir para estudiar, pero fue uno en particular que llamó su atención, lo encontró el primer día mirando los dibujos animados del Coyote y el Correcaminos, mientras tomaba notas en un cuaderno. Esto le llamó la atención, por lo que le solicitó la historia médica al rector de la institución. Los datos que figuraban en la carpeta eran bastante escuetos, nombre: Carlos Virgilio Torres, edad: 46 años, Divorciado, y muchísima información sobre la medicación que fue recibiendo a través de los cinco años que llevaba internado. La mayor parte de lo que averiguó sobre la vida de Torres lo hizo mediante los enfermeros, que dicho sea de paso eran bastante chusmas. El tipo vivió siempre en capital, era ingeniero naval y trabajó en la marina por casi dos décadas. Nunca había tenido episodio alguno de demencia hasta que encontró a su esposa con otro tipo en la cama, en ese momento tuvo un crisis de nervios. Se fue corriendo de su casa y deambulo varios días hasta que finalmente lo encontraron delirando, caminando perdido por el medio de una avenida. Desde ese instante no recupero nunca su cordura, ni su esposa ni sus tres hijos pudieron hacerlo volver a ser el mismo de antes. Su mujer tramitó el divorcio al año siguiente. <br />Las practicas eran dos veces por semana, por lo que recién al otro lunes pudo abordarlo y tener una primera entrevista con él. Estaba sentado frente a la televisión, Zamudio tomó una silla y se sentó a su lado, el Coyote estaba intentando atrapar al Correcaminos con un carrito de propulsión a chorro marca Acme, al cual se le salieron las ruedas al cruzar una vía de trenes.<br />- Noooo querido, fíjate vos lo que hace este pibe, como no va a ponerle unos bulones de doble fijación a las ruedas. Además tiene que llevar unos rulemanes de por lo menos cuatro pulgadas, así no lo va a agarrar nunca al pájaro ese.- Inmediatamente después anotó unas cosas en su cuaderno. <br />Recién cuando terminó el episodio Zamudio le pudo dirigir la palabra al interno, antes no le hubiera prestado atención. Hablaron un rato de cosas intrascendentes mientras el practicante simulaba interés, como para ganarse algo de confianza, al rato de charla el señor Torres ya estaba invitándolo a su habitación para mostrarle sus apuntes. <br />Zamudio no podía creer lo que veía cuando entro a la habitación, estaba repleta de planos pegados en las paredes, eran de inventos destinados a atrapar al correcaminos. En uno de ellos podía verse una motocicleta con unas pinzas enormes en la parte delantera para sujetar al ave en caso de alcanzarlo, en otro había una especie de guillotina gigante, y más allá uno con una red para ser arrojada mediante un cañón. Decenas de diagramas con números y fórmulas matemáticas para calcular las fuerzas G de un péndulo gigante, el peso y la masa. La de Uribelarrea es una institución mental de reclusión con una política bastante laxa respecto a los internos más saludables, así como algunos pueden salir a la calle o incluso trabajar, también a otros se les permite ingresar objetos personales varios con la idea de hacerles más fácil el paso por aquella fase, es por ello que Torres tenía en la habitación un banco de dibujo, reglas, escuadras, lápices y bolígrafos. Una vez que Zamudio se retiró y lo dejó solo, el loco con las notas que había tomado comenzó los planos de un yunque gigante que cayera sobre una caja de alimento para aves.<br />
Mensualmente Torres intentaba enviar algunos de los planos a los creadores de los dibujos animados con la idea de que tomaran algunas de sus sugerencias, y digo intentar porque éstas no eran llevadas al correo por el jefe de la institución, tal vez principalmente porque los sobres iban dirigidos a “Sr Coyote”.<br />Ya habían pasado un semestre y era una de las últimas veces que el practicante iba a la institución mental, ya había redactado los informes sobre cuatro internados por lo que decidió prestarle un poco más de atención a Torres. Lo buscó y estaba allí, frente a la televisión como siempre, mirando sus dibujos animados favoritos, y anotando todo en su cuaderno. Zamudio, movido mitad por la curiosidad y mitad por el aburrimiento se acercó al loco en cuestión y lo indagó acerca del motivo de tal fanatismo por la caricatura, intentando entrever ese hilo de cordura que los locos suelen hilvanar para tejer sus telarañas de insensatez. Los insanos suelen justificar inconscientemente sus actos irracionales mediante pequeñas partes de coherencia que mantienen como un andamio sus ficciones. Van modificando la realidad para darle sostén lógico a lo que su cerebro, y el resto de las personas, reconocen como anormal.<br />- ¿Nunca se puso a pensar usted, que con la guita que gasta el Coyote en productos marca Acme, le sería mucho más fácil comprar directamente la comida en un supermercado, o pedirla en una rotisería, o tal vez ir a comer a un restaurant?- El señor Torres hablaba gesticulando demasiado pero sin llegar a ser extraño, lo hacía sin quitar los ojos de la televisión ni soltar el bolígrafo y el anotador. <br />- Tiene usted razón.- Reconoció Zamudio, que jamás se había detenido a pensar en tal cosa. –Quizás carecía de dinero.-<br />- Si no tenía plata, ¿cómo era que podía comprar tantas cosas? ¿Acaso emitía cheques en blanco, o tenía tarjetas de crédito? ¿Qué banco supone usted que le abriría una cuenta a un animal salvaje? Habría que estar loco para hacer tal cosa. Imagínese un Coyote con una Visa, y un lobo con una Master Card.- El loco reía, y el tono de su voz había subido.<br />- Bueno si, realmente tiene usted un buen argumento allí, pero entonces… ¿Por qué motivo es que lo fascina tanto esta caricatura, siendo que le encuentra usted tantos defectos?- Había dicho cada palabra detalladamente y eligiéndolas una por una, tomando la precaución de no ofender de ningún modo al interno.<br />- ¿No se da cuenta caso usted, que esos dibujos animados no son más que una metáfora de la vida?- Torres estaba ya de pie, casi gritando, mientras agitaba los brazos en alto.-El coyote pudiendo tener cualquier cosa o comer lo que se le ocurra, gasta todo su dinero en atrapar a ese Correcaminos. Igual que el ser humano siempre desea lo que está fuera de su alcance. Eternamente el hombre anhela aquello que no puede tener, lo que le es esquivo o inalcanzable, por eso en lugar de explorar por ejemplo los océanos que están a un paso de distancia se gastaron miles de millones en alcanzar la luna, para luego viajar solo una o dos veces y abandonarla. Una vez que es conquistado ese objeto increíble, pierde interés y es reemplazado por otro aún más lejano.- El demente estaba ya parándose sobre la mesa, vociferando a los cuatro vientos.- Los varones del mundo morían por Marilyn Monroe pero todos los que la tuvieron la dejaron ir, una vez conquistado el Monte Everest ya deja de ser atractivo escalarlo.- Hizo una pausa mientras recapitulaba su discurso mentalmente, luego continuó más envalentonado. –La sociedad capitalista no cesa de crear objetos totémicos que son codiciados por millones de personas, siendo un par de meses después reemplazados por otros que hacen delirar a los idiotas consumistas. Se babean los estúpidos mirando las revistas, viendo los últimos televisores a color, o el nuevo modelo del Falcon, pero la providencia nos depara las más intrincadas ironías, y se encarga de demostrar lo equivocado de nuestros deseos. ¿Nunca vio esos burros, que para que caminen le atan una zanahoria con un palo frente a sus ojos?, el hombre es exactamente igual. El coyote pudiendo poseer cualquier cosa, gasta todo su dinero, su esfuerzo y su vida en atrapar a ese pajarraco maldito, al igual que el ser humano que siempre desea lo que está fuera de su alcance, y derrocha su existencia persiguiendo un ideal de inexistente. ¡Es una perfecta analogía! - Terminó el programa y el señor Torres saltaba de mesa en mesa gritando en un frenesí filosófico. Por la puerta entraron tres enfermeros con un chaleco de fuerza, quienes con mucha habilidad lograron bajarlo. Mientras se lo llevaban por un pasillo a la sala de duchas, se oía al loco gritar. – ¡El destino es como el Correcaminos, es muy hijo de puta, no lo olvide!<br />Zamudio se fue en colectivo y jamás volvió a Uribelarrea, su último día de práctica había terminado. Durante el viaje de regreso se fue pensando en cuanto deseaba un Mercedes Benz.<br />LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-88589978705198613812018-04-01T18:14:00.001-07:002018-04-02T10:17:52.139-07:00Objetivo dos: terminar mi segunda novela para este año, y en lo posible publicarla<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8I0DFy0PEqMwTvIevi0wSaW3c6cnR8yyipJfgkCzBHtX5T_PMmoH3CF0SIopg7Ygkrlhyphenhyphen7d_fclfrlXqdBBP2lfD5OiRxJzFZmPzQQ2T0NzXxZz1_D3iza_zltnbBR8O2ot6PZbw242w/s1600/teclas-de-maquina-de-escribir-antiguas_426-19314856.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="417" data-original-width="626" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8I0DFy0PEqMwTvIevi0wSaW3c6cnR8yyipJfgkCzBHtX5T_PMmoH3CF0SIopg7Ygkrlhyphenhyphen7d_fclfrlXqdBBP2lfD5OiRxJzFZmPzQQ2T0NzXxZz1_D3iza_zltnbBR8O2ot6PZbw242w/s400/teclas-de-maquina-de-escribir-antiguas_426-19314856.jpg" width="400" /></a></div>
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b>
<b><span style="font-size: large;">Estimados amigos: aprovecho este día feriado, dentro de lo que mis obligaciones laborales me lo permiten, para actualizar el blog y retomar el contacto con ustedes. En principio, les comento que pueden contactarse conmigo vía Facebook o Instagram, simplemente escribiendo mi nombre, o bien por mail a la siguiente casilla: juantopo_mc@hotmail.com</span></b><br />
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b>
<b><span style="font-size: large;">Cabe mencionar que continúo escribiendo, y aún me llegan reseñas o comentarios de mi última publicación, "Las dos muertes del General" (2017). Aunque no me agrada medir la repercusión en términos de ventas o tirada de ejemplares, me encuentro satisfecho de que el libro haya llegado a la Costa Atlántica, e inclusive a Estados Unidos. Sin lugar a dudas, un estímulo más para seguir adelante. Agradezco a mi hermano Patricio que hace posible la difusión de las actividades que periódicamente voy llevando a cabo en mi modesta trayectoria literaria. </span></b><br />
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b>
<b><span style="font-size: large;">Tengo "en carpeta" una nueva novela, pero como es de público conocimiento, los costos que implica publicar, suelen ser poco alentadores en términos económicos. A su vez, debo percatarme de ello porque no puedo ofrecerle al lector un libro a un valor excesivamente alto para afrontar los costos que me demandó imprimirlo. El hecho de obtener un subsidio, como lo he recibido en la anterior oportunidad, seguramente permitirá que las cosas se hagan más fáciles. Por el momento, sigo escribiendo. Les hago saber que este blog ha sido rediseñado, con un estilo más despojado y minimalista, pensando en los celulares y tablets. Es mi intención ir subiendo material con más frecuencia, entre ellos, viejos textos que formaron parte de mi libros y que nunca está de más hacerles una revisión o corrección. </span></b><br />
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b>
<b><span style="font-size: large;">Un abrazo a todos, y nos estaremos viendo dentro de poco tiempo. </span></b><br />
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<b><span style="font-size: large;">Mariano. </span></b>LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-66666424016142605622018-02-17T08:32:00.003-08:002018-02-17T12:51:31.928-08:002018: se vienen novedades, pero habrá que esperar un tiempo<b><span style="font-size: large;">Siempre sostengo que hay que tratar de ponerle pilas al laburo, al duro oficio de escribir. La vida es 90 % esfuerzo y 10 % talento, si yo me quedara en una posición cómoda basándome en una supuesta habilidad para tramar literatura, difícilmente conseguiría una evolución, un progreso. De algún modo, todos aspiramos a progresar en aquello que nos lleva dedicación, pero que hacemos con gusto. Además de mis obligaciones laborales, cuando llega el momento de sentarse a escribir, que es aquello que me apasiona, intento hacerlo despojándome de prejuicios o de la futura opinión del público lector. Desde luego que esto último es importante, uno no escribe para sí mismo, sino para otros. Si así fuera, no tendría sentido imprimir varios ejemplares, si el único destinatario fuera uno mismo. Pero si el propio autor no está satisfecho con lo que está tipeando en el manuscrito o borrador, el resultado sera paupérrimo. No hay recetas para que un libro sea "vendible", hay autores consagrados que se han permitido escribir obras tediosas y casi incomprensibles, pero tienen una posición dominante en el mercado editorial y muchos críticos que hacen lobby en las páginas de cultura de los diarios. </span></b><br />
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b>
<b><span style="font-size: large;">Con el mero hecho de redactar unas líneas que (a mi modo de ver) considero bien logradas, siento que ese cuento o esa novela en potencia, va por el buen camino. Sin ninguna vanidad, por ello, si hay que rehacer un texto que no me convence del todo, no hay otra que encomendarse a dicha tarea. Por eso, creo necesario agradecer a todos, por la repercusión de "Las dos muertes del General". Tanto a aquellos que me hicieron una crítica constructiva, como a los que elogiaron la novela. Sólo queda seguir mejorando y progresando, para demostrarme a mí mismo que puedo alcanzar metas más ambiciosas. A todos, muchas gracias. Superó mis expectativas, y el libro llegó a puntos recónditos del país que jamás hubiera imaginado. </span></b><br />
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b>
<span style="font-size: large;"><b>Hasta pronto, </b></span><br />
<span style="font-size: large;"><b>Mariano</b></span>LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-27285723099856158522017-12-21T16:38:00.000-08:002017-12-21T17:04:06.992-08:00Objetivo cumplido: novela publicada (síntesis de 2017)<span style="font-size: large;"><b>Estimados amigos: Ante todo, quiero disculparme por haber podido publicar más seguido en este blog. En segundo lugar, quiero agradecer a todos, sin excepción, que me apoyaron en el proyecto más ambicioso de mi trayectoria literaria, como fue la presentación de la novela "Las dos muertes del General". Gracias a Dios, el libro está obteniendo buena repercusión, y estoy abierto a escuchar cualquier comentario de los lectores, tanto positivos como negativos. Siento que dí mi mayor esfuerzo para alcanzar un objetivo que parecía lejano, y se pudo concretar. Estoy haciendo gestiones para que la novela pueda estar a la venta por Internet, pero hasta que eso no suceda, prefiero no adelantarme a los hechos. </b></span><br />
<span style="font-size: large;"><b><br /></b></span>
<span style="font-size: large;"><b>Como acabo de mencionar, no quiero agradecer nombrando a alguien en particular, porque es probable que me olvide de toda la gente que me brindó su respaldo, desde el proceso de escritura del libro, el manuscrito terminado, pasando por la prueba de imprenta, las correcciones, y finalmente, la tan anhelada presentación en la Biblioteca Capponi. </b></span><br />
<span style="font-size: large;"><b><br /></b></span>
<span style="font-size: large;"><b>Mi intención fue ofrecer un material literario de calidad, dentro de mis posiblidades, y teniendo en cuenta que aún me resta mucho por aprender y mejorar. Mi anhelo es superarme tomando como referencia a quienes fueron los maestros de la novela contemporánea argentina. Serán los lectores quienes juzguen la obra, o hagan las observaciones necesarias. Lo que puedo afirmar es que este proyecto me demandó más de 2 años, comenzó siendo un cuento y como vi que el texto tenía condiciones para ampliarlo y expandirlo, se convirtió en novela. </b></span><br />
<span style="font-size: large;"><b><br /></b></span>
<span style="font-size: large;"><b>Espero que el 2018 nos encuentre a todos de la mejor manera, cada uno desde su lugar, trabajando y creando por un futuro mejor. </b></span><br />
<span style="font-size: large;"><b><br /></b></span>
<span style="font-size: large;"><b>Mariano Contrera</b></span>LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-53942713465457300412017-08-06T08:19:00.001-07:002017-08-06T08:19:26.270-07:00Nuevo libro de Mariano Contrera<span style="font-size: large;"><b>En pocos meses, de no mediar ningún inconveniente, saldrá publicada la primera novela de Mariano Contrera, un trabajo que demandó un arduo proceso de escritura, como así también de conseguir los fondos para lograr que los ejemplares estén a disposición del público. El manuscrito ya fue corregido y enviado a la imprenta. Próximamente, cuando tengamos mayores precisiones, informaremos el lugar donde se realizará la presentación, la cual muy probablemente será en la Biblioteca Capponi. Como es sabido, el mercado editorial no es ajeno a la crisis que se atraviesa en otros rubros, lo cual hace que el costo para publicar un libro en pequeñas tiradas y de calidad aceptable se acrecienten. Pero yendo en concreto al material literario, estamos en condiciones de afirmar que sorprenderá a muchos lectores, por tratarse de un género que Mariano nunca había abordado y que representa un verdadero desafío desde lo personal. Falta menos para la espera, lo cual es alentador. </b></span>LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-615430513604001015.post-90080781529127696862016-12-14T12:05:00.000-08:002016-12-14T12:05:01.872-08:00Un año de transición pero con mucho por hacer<span style="font-size: large;"><b>Estimados amigos: este año, por motivos principalmente económicos, no he tenido oportunidad de editar una nueva publicación con mi obra literaria. No obstante, tengo mucho material que en algún momento alcanzará su destino en un libro. Numerosos manuscritos, que fueron surgiendo con el transcurso de los meses, explorando diferentes facetas de la narrativa, dado que no sólo tengo una novela terminada sino que continúo escribiendo cuentos. Durante este 2016 participé en varios certámenes nacionales e internacionales, y siempre es un estímulo recibir un premio o una mención. Y cuando nada de ello sucede, prevalece la satisfacción de haber participado y haber dado a conocer mis trabajos entre personas vinculadas a la literatura. </b></span><br />
<span style="font-size: large;"><b><br /></b></span>
<span style="font-size: large;"><b>Si las condiciones mejoran, y si obtengo un subsidio o ayuda económica que así lo permita, el año próximo publicaré un nuevo ejemplar, no tengo decidido aún si será la tan mentada novela o bien una antología de cuentos. Todo dependerá del presupuesto con el cual se disponga al momento de hacerlo. Sigo en contacto con mis amigos de Barcelona, en particular con Jordi, uno de mis más fieles lectores en el exterior y que me ha brindado la posibilidad de difundir mis relatos en España. Agradezco a todos por las muestras de afecto recibidas, por la motivación que me brindan, y seguramente el 2017 nos encontrará juntos en la presentación de mi nuevo libro. </b></span><br />
<span style="font-size: large;"><b><br /></b></span>
<span style="font-size: large;"><b>¡Que todos vuestros deseos se cumplan, y a empezar el próximo año con todas las pilas!</b></span><br />
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<br />LAGUNA VERDEhttp://www.blogger.com/profile/09670918686664357205noreply@blogger.com0