miércoles, 11 de abril de 2018

el correcaminos es muy hijo de puta

No era un lugar demasiado placentero pero no había opción, era una construcción antigua de fines del siglo XIX, bastante derruida pero recientemente blanqueadas sus paredes con cal. Estaba ubicado en medio de un gran parque, por lo que los internos podían pasear y relajarse debajo de las frondosas sombras de los árboles antiguos. Uribelarrea es un pequeño pueblo tan pintoresco y simple como cualquier otro, con la única particularidad de contar con un hospital neurosiquiátrico en su trazado urbano. Varios de los internados (los inofensivos) suelen verse circulando por las calles o sentados en la plazoleta central tomando mate, algo a lo que la mayoría de los pueblerinos están ya acostumbrados.
El señor Alcides Zamudio debía realizar allí sus prácticas de tercer año de la carrera de siquiatría, durante las cuales debía estudiar algunos casos particulares y luego elevar informes sobre la medicación que recibían, sus recomendaciones, etc. Sería allá por el año setenta y pico, el doctor tenía por ese entonces pelo largo y castaño, y una barba candado que lo hacía parecerse levemente a Chuck Norris. Había muchos internados de entre los cuales debía elegir para estudiar, pero fue uno en particular que llamó su atención, lo encontró el primer día mirando los dibujos animados  del Coyote y el Correcaminos, mientras tomaba notas en un cuaderno. Esto le llamó la atención, por lo que le solicitó la historia médica al rector de la institución. Los datos que figuraban en la carpeta eran bastante escuetos, nombre: Carlos Virgilio Torres, edad: 46 años, Divorciado, y muchísima información sobre la medicación que fue recibiendo a través de los cinco años que llevaba internado. La mayor parte de lo que averiguó sobre la vida de Torres lo hizo mediante los enfermeros, que dicho sea de paso eran bastante chusmas. El tipo vivió siempre en capital, era ingeniero naval y trabajó en la marina por casi dos décadas. Nunca había tenido episodio alguno de demencia hasta que encontró a su esposa con otro tipo en la cama, en ese momento tuvo un crisis de nervios.  Se fue corriendo de su casa y deambulo varios días hasta que finalmente lo encontraron delirando, caminando perdido por el medio de una avenida. Desde ese instante no recupero nunca su cordura, ni su esposa ni sus tres hijos pudieron hacerlo volver a ser el mismo de antes. Su mujer tramitó el divorcio al año siguiente.
Las practicas eran dos veces por semana, por lo que recién al otro lunes pudo abordarlo y tener una primera entrevista con él. Estaba sentado frente a la televisión, Zamudio tomó una silla y se sentó a su lado, el Coyote estaba intentando atrapar al Correcaminos con un carrito de propulsión a chorro marca Acme, al cual se le salieron las ruedas al cruzar una vía de trenes.
- Noooo querido, fíjate vos lo que hace este pibe, como no va a ponerle unos bulones de doble fijación a las ruedas. Además tiene que llevar unos rulemanes de por lo menos cuatro pulgadas, así no lo va a agarrar nunca al pájaro ese.- Inmediatamente después anotó unas cosas en su cuaderno.
Recién cuando terminó el episodio Zamudio le pudo dirigir la palabra al interno, antes no le hubiera prestado atención. Hablaron un rato de cosas intrascendentes mientras el practicante simulaba interés, como para ganarse algo de confianza, al rato de charla el señor Torres ya estaba invitándolo a su habitación para mostrarle sus apuntes.
Zamudio no podía creer lo que veía cuando entro a la habitación, estaba repleta de planos pegados en las paredes, eran de inventos destinados a atrapar al correcaminos. En uno de ellos podía verse una motocicleta con unas pinzas enormes en la parte delantera para sujetar al ave en caso de alcanzarlo, en otro había una especie de guillotina gigante, y más allá uno con una red para ser arrojada mediante un cañón. Decenas de diagramas con números y fórmulas matemáticas para calcular las fuerzas G de un péndulo gigante, el peso y la masa. La de Uribelarrea es una institución mental de reclusión con una política bastante laxa respecto a los internos más saludables, así como algunos pueden salir a la calle o incluso trabajar, también a otros se les permite ingresar objetos personales varios con la idea de hacerles más fácil el paso por aquella fase, es por ello que Torres tenía en la habitación un banco de dibujo, reglas, escuadras, lápices y bolígrafos. Una vez que Zamudio se retiró y lo dejó solo, el loco con las notas que había tomado comenzó los planos de un yunque gigante que cayera sobre una caja de alimento para aves.
Mensualmente Torres intentaba enviar algunos de los planos a los creadores de los dibujos animados con la idea de que tomaran algunas de sus sugerencias, y digo intentar porque éstas no eran llevadas al correo por el jefe de la institución, tal vez principalmente porque los sobres iban dirigidos a “Sr Coyote”.
Ya habían pasado un semestre y era una de las últimas veces que el practicante iba a la institución mental, ya había redactado los informes sobre cuatro internados por lo que decidió prestarle un poco más de atención a Torres. Lo buscó y estaba allí, frente a la televisión como siempre, mirando sus dibujos animados favoritos, y anotando todo en su cuaderno. Zamudio, movido mitad por la curiosidad y mitad por el aburrimiento se acercó al loco en cuestión y lo indagó acerca del motivo de tal fanatismo por la caricatura, intentando entrever ese hilo de cordura que los locos suelen hilvanar para tejer sus telarañas de insensatez. Los insanos suelen justificar inconscientemente sus actos irracionales mediante pequeñas partes de coherencia que mantienen como un andamio sus ficciones. Van modificando la realidad para darle sostén lógico a lo que su cerebro, y el resto de las personas, reconocen como anormal.
- ¿Nunca se puso a pensar usted, que con la guita que gasta el Coyote en productos marca Acme, le sería mucho más fácil comprar directamente la comida en un supermercado, o pedirla en una rotisería, o tal vez ir a comer a un restaurant?- El señor Torres hablaba gesticulando demasiado pero sin llegar a ser extraño, lo hacía sin quitar los ojos de la televisión ni soltar el bolígrafo y el anotador.
- Tiene usted razón.- Reconoció Zamudio, que jamás se había detenido a pensar en tal cosa.  –Quizás carecía de dinero.-
- Si no tenía plata, ¿cómo era que podía comprar tantas cosas? ¿Acaso emitía cheques en blanco, o tenía tarjetas de crédito? ¿Qué banco supone usted que le abriría una cuenta a un animal salvaje? Habría que estar loco para hacer tal cosa. Imagínese un Coyote con una Visa, y un lobo con una Master Card.- El loco reía, y el tono de su voz había subido.
- Bueno si, realmente tiene usted un buen argumento allí, pero entonces… ¿Por qué motivo es que lo fascina tanto esta caricatura, siendo que le encuentra usted tantos defectos?- Había dicho cada palabra detalladamente y eligiéndolas una por una, tomando la precaución de no ofender de ningún modo al interno.
- ¿No se da cuenta caso usted, que esos dibujos animados no son más que una metáfora de la vida?- Torres estaba ya de pie, casi gritando, mientras agitaba los brazos en alto.-El coyote pudiendo tener cualquier cosa o comer lo que se le ocurra, gasta todo su dinero en atrapar a ese Correcaminos. Igual que el ser humano siempre desea lo que está fuera de su alcance. Eternamente el hombre anhela aquello que no puede tener, lo que le es esquivo o inalcanzable,  por eso en lugar de explorar por ejemplo los océanos que están a un paso de distancia se gastaron miles de millones en alcanzar la luna, para luego viajar solo una o dos veces y abandonarla. Una vez que es conquistado ese objeto increíble, pierde interés y es reemplazado por otro aún más lejano.- El demente estaba ya parándose sobre la mesa, vociferando a los cuatro vientos.- Los varones del mundo morían por Marilyn Monroe pero todos los que la tuvieron la dejaron ir, una vez conquistado el Monte Everest ya deja de ser atractivo escalarlo.- Hizo una pausa mientras recapitulaba su discurso mentalmente, luego continuó más envalentonado. –La sociedad capitalista no cesa de crear objetos totémicos que son codiciados por millones de personas, siendo un par de meses después reemplazados por otros que hacen delirar a los idiotas consumistas. Se babean los estúpidos mirando las revistas, viendo los últimos televisores a color, o el nuevo modelo del Falcon, pero la providencia nos depara las más intrincadas ironías, y se encarga de demostrar lo equivocado de nuestros deseos. ¿Nunca vio esos burros, que para que caminen le atan una zanahoria con un palo frente a sus ojos?, el hombre es exactamente igual. El coyote pudiendo poseer cualquier cosa, gasta todo su dinero, su esfuerzo y su vida en atrapar a ese pajarraco maldito, al igual que el ser humano que siempre desea lo que está fuera de su alcance, y derrocha su existencia persiguiendo un ideal de inexistente. ¡Es una perfecta analogía! - Terminó el programa y el señor Torres saltaba de mesa en mesa gritando en un frenesí filosófico. Por la puerta entraron tres enfermeros con un chaleco de fuerza, quienes con mucha habilidad lograron bajarlo. Mientras se lo llevaban por un pasillo a la sala de duchas, se oía al loco gritar. – ¡El destino es como el Correcaminos, es muy hijo de puta, no lo olvide!
Zamudio se fue en colectivo y jamás volvió a Uribelarrea, su último día de práctica había terminado. Durante el viaje de regreso se fue pensando en cuanto deseaba un Mercedes Benz.

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